La economía china celebra el Año Nuevo con una expansión que supera las previsiones más optimistas
Madrid. La economía china ha tenido un arranque de año explosivo gracias al fin de los confinamientos. Así lo reflejan las cifras del PMI manufacturero de China en enero, que mostraron un regreso al territorio de expansión al situarse en 50,1 desde 47 en diciembre. Los economistas encuestados por Reuters pronosticaban una cifra de 48. Se da, por tanto, momentáneamente carpetazo al hundimiento económico provocado por la pandemia a lo largo de 2022 y se manda un mensaje muy importante al resto del mundo: la segunda mayor economía del mundo vuelve por sus fueros.
El levantamiento de las restricciones impuestas por la dura política de «covid cero» ha desencadenado una súbita reapertura que rápidamente está teniendo efectos en los mercados mundiales de materiales industriales como el cobre, el aluminio o el zinc. Además, el consumo interno ha aumentado notablemente durante el Año Nuevo chino impulsando a los servicios, lo que ha repercutido muy favorablemente en los ingresos del sector turístico, pese a que los viajes no han recuperado los niveles de 2019, antes de que irrumpiera la pandemia en el gigante asiático.
En concreto, el consumo en el Nuevo Año Lunar creció un 12,2 por ciento respecto al mismo periodo del ejercicio anterior, mientras que los desplazamientos dentro de China se incrementaron un 74 por ciento, debido a que los ciudadanos del país pudieron celebrar por primera vez en tres años las fiestas sin las restricciones por el coronavirus.
Pero no obstante, el mismo Consejo de Estado de China pidió recientemente esfuerzos para acelerar la recuperación del consumo y así «estabilizar el crecimiento económico», recogieron medios estatales, pero eso sí, la reapertura china provoca un alivio para la economía y las Bolsas europeas. De hecho, el 20 por ciento de las ventas de los valores del Stoxx 600 se dirigen al gigante asiático, que crecerá en torno al 5 por ciento este año y siendo Alemania e Italia los países más favorecidos y, por sectores, las energéticas, materiales básicos y lujo.
No obstante, el empuje del gigante asiático tiene, en opinión de los expertos, el contrapunto del encarecimiento de las materias primas por una mayor demanda y, entre ellas, las energéticas como el petróleo y el gas, que pueden complicar el control de la inflación. De esta forma, el banco estadounidense Goldman Sachs prevé un aumento de consumo de dos millones de barriles diarios, lo que elevaría la cifra hasta los 16 millones.
Asimismo, el sector servicios fue lo que más sorprendió a los expertos de la última batería de datos. El PMI no manufacturero, que calibra la confianza de las empresas en los servicios y la construcción, marcó en enero una lectura de 54,4, muy por encima de la cifra de 41,6 registrada en diciembre y de lo que esperaba el consenso de analistas (47,3).
Sin duda, se trata de una gran noticia sobre todo para los países vecinos con los que mantiene estrechos lazos comerciales y, en particular, las economías que integran la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), ya que significa mayor desarrollo.
La mayor parte de los grandes bancos de inversión y otras instituciones internacionales prevén que China alcanzará un crecimiento anualizado de entre el 5 y el 6 por ciento en 2023 y 2024. Ahora los líderes del país se aferran a la recuperación del gasto con la esperanza de que éste se convierta en el principal motor del crecimiento, mientras la fragilidad de las exportaciones y la difícil tesitura por la que pasa el sector inmobiliario siguen suponiendo un lastre económico.
Según Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), todavía se observan señales de debilidad en el mercado inmobiliario chino, “la mayor fuente de vulnerabilidad” para China porque podría provocar impagos generalizados por parte de los promotores e inestabilidad en el sector financiero, aseguró, y eso podría moderar el crecimiento en 2024.
Otras partes de la economía china aún tienen que recobrar el pulso. Es el caso del sector manufacturero, que aún sigue en territorio de contracción debido sobre todo a las vacaciones por el Año Nuevo chino, pero los expertos esperan que la actividad industrial gane fuerza en febrero.
Desde fuera se observa la mejoría de los datos de China con suma atención, ya que podría ser el principal catalizador que dé un espaldarazo vital a la actividad global, que sigue todavía inmersa en la incertidumbre. El FMI dijo esta semana que prevé que la economía mundial se ralentice este año a medida que los bancos centrales siguen subiendo los tipos de interés para controlar la inflación.
«La lucha contra la inflación está empezando a cosechar frutos, pero los bancos centrales deben continuar con sus esfuerzos», afirmó Oliver Gourinchas, economista jefe del FMI.
Sin embargo, las autoridades de este organismo señalaron que la trayectoria económica de China podría ser muy determinante para la economía mundial, tras constatar que el gigante asiático parece haberse estabilizado y ya es capaz de producir a toda máquina.
Y no hay que olvidar el problema del envejecimiento. La Oficina Nacional de Estadística china confirmó esta semana que la población se redujo en 850.000 habitantes en 2022, hasta 1.412 millones, lo que marca el inicio del tan esperado declive demográfico del país. El cambio demográfico de China a lo largo de este siglo es notable. Su población se redujo en 2022 por primera vez en más de 60 años y obviamente aquí la economía tiene sus propias bazas.
La guerra en Ucrania sigue. La pandemia con todas sus consecuencias brutales se olvida, pero su daño aún colea, dado el inmenso estropicio mundial que hizo a todas las economías. La normalidad se busca, se persigue, es necesaria, y con efectos colaterales, pero la demanda de gas empujará a la subida de los precios de hidrocarburos, y al mismo tiempo puede haber una escasez de provisiones. China quiere que termine la guerra, no le sale rentable, le perjudica, pero no quiere la derrota de Rusia.