Las dos Coreas reviven tiempos pasados

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Madrid. Corea del Norte tiene suficiente experiencia para ganar cuantas guerras mediáticas afronte, y aunque no es una tarea fácil, el régimen norcoreano sabe cómo desarrollarlas y ganarlas, pero también sabe que un conflicto bélico en la península coreana no le interesa, pero sí seguir con sus amenazas si Corea del Sur reactiva sus altavoces de propaganda, inundar a su vecino con globos rellenos de basura y desechos o lanzar misiles balísticos de corto alcance o, incluso, los varios disparos del Ejército surcoreano producidos tras cruzar brevemente soldados norcoreanos la frontera intercoreana. Pese a todo, una guerra entre las dos Coreas es prácticamente imposible por las consecuencias que tendría para Pyongyang.

El monotema bélico de la península coreana se repite con frecuencia, se vive con intensidad en Corea del Norte y además es perfecto para afrontar las emociones políticas que emanan de un régimen que necesita tener «enchufados» a sus 26 millones de norcoreanos, dado que la guerra siguen en pie y la invasión de Estados Unidos es inminente según la propaganda del régimen, y así los últimos 70 años, con periodos más sosegados y otros más tensos y graves e incluso bordeando el enfrentamiento bélico con muertos. Una realidad que obviamente sólo sabe reactualizar Pyongyang para proteger a su régimen o bien con sus armas nucleares o bien tensionando al máximo la península.

Corea del Norte, desde que se ha hecho un gran aliado de Rusia en la guerra de Ucrania, ha mostrado una mayor beligerancia contra Corea del Sur, pero en especial desde que Yoon Suk-yeol ocupa la Presidencia surcoreana desde mayo de 2022, dado que anteriormente el líder norcoreano, Kim Jong-un, mantenía buenas relaciones con el anterior presidente Moon Jae-in. Y lo mismo ocurre con China, que también ha fortalecidos sus vínculos con Pyongyang. Dirigentes políticos y visitas oficiales de chinos y rusos han sido asiduos en Corea del Norte, mientras se espera la visita de Vladimir Putin, quien afirmó recientemente que profundizará en sus relaciones con Corea del Norte le pese a quien le pese, una visita que sería la primera vez en un cuarto de siglo.

Por su parte, Kim Yo-jong, la hermana del líder norcoreano, advirtió esta semana una «nueva respuesta» si Seúl reactiva sus altavoces de propaganda en la frontera y permite que activistas envíen panfletos contrarios al régimen desde el Sur, que denuncian las violaciones de los derechos humanos del régimen de los Kim. Pero Corea del Norte no cede en lanzar una decena de misiles balísticos de corto alcance al mar del Japón (mar del Este), tras enviar al Sur centenares de globos rellenos de basura y desechos, una «guerra» que mantiene entretenidos a unos más que a otros.

Este tipo de tensiones tienen sus propias consecuencias, pues Seúl decidió suspender por completo un pacto militar intercoreano de 2018 y volver a instalar sus altavoces para emitir propaganda antinorcoreana en primera línea fronteriza, algo que también ha comenzado a hacer Pyongyang. ¿Y cuál va a ser la respuesta de Corea del Norte? Kim Yo-jong ya había afirmado que Corea del Norte había planeado dejar de enviar globos, pero que la «situación ha cambiado» después de que el Sur decidiera reanudar las transmisiones con sus altavoces frente a la frontera. Y así, años y años con el mismo monotema en la península coreana.

La situación entre las dos Coreas ha empeorado desde enero pasado, cuando Corea del Norte, que lleva casi cinco años rechazando nuevas invitaciones al diálogo, declaró al Sur como principal enemigo del país y eliminó la meta de la reunificación de la Constitución.

La tensión en la frontera intercoreana ha aumentado a raíz de estos episodios. Y no es la primera vez ni será la última. El último fue cuando el pasado día 9 algunas tropas norcoreanas que trabajan dentro de la DMZ (Zona Desmilitarizada) invadieron la MDL (Línea de Demarcación Militar) y se desplazaron hacia el Norte después de que el Ejército surcoreano hiciera transmisiones de advertencia y disparos de aviso, tal como explicó el Estado Mayor Conjunto surcoreano (JCS) en un comunicado, pero lo que sí es cierto es que la tensión no decae, y siempre tiene como denominador común sacar rédito de las circunstancias reinantes. El régimen, dice, sigue en guerra, y hay que estar preparados. Es otra realidad, otro escenario.

En definitiva, Corea del Sur refuerza su poder militar y su alianza con Estados Unidos, mientras que también Japón y Corea del Sur están cada vez más unidas militarmente, los dos mejores aliados de EEUU en Asia. Pero pese a esta prebélica realidad en la península coreana y las continúas tensiones, una guerra entre las dos Coreas es prácticamente imposible. Y eso que Pyongyang sigue con sus misiles por doquier y en especial desde que el pasado 17 de mayo probara proyectiles tácticos equipados con un nuevo sistema autónomo de navegación.

E, incluso, Kim Jong-un recordó que el pasado 27 de mayo se lanzó desde la base espacial de Sohae (noreste del país) un nuevo cohete espacial que portaba el satélite Malligyong 1-1, que debía ser el segundo dispositivo de reconocimiento militar que el país pone en órbita, pero su el lanzamiento falló debido a la activación del sistema de autodestrucción con motivo de una anormalidad en los motores de la primera fase (del cohete) y que «independientemente del éxito o fracaso, una cosa debe quedar clara».

“Poseer satélites de reconocimiento militar ayuda a nuestra nación a fortalecer aún más la disuasión de autodefensa y a proteger la soberanía y la seguridad nacionales de amenazas potenciales en una situación en la que se están produciendo cambios importantes en el entorno de seguridad nacional debido a las acciones militares de EEUU y diversos actos de provocación», explico el líder norcoreano. Corea del Norte sigue en pie de guerra.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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