Asia, la cumbre por la Paz en Ucrania, el G7 y la guerra comercial polarizan la geopolítica mundial

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Madrid. La reciente cumbre del G7 y la Conferencia por la Paz en Ucrania han sellado escenarios geopolíticos polarizados que dificultan la normalidad hacia un mundo más multilateral y menos global. Por un lado, el G7 expresó su preocupación sobre los nuevos retos de una nueva guerra comercial con China y, por otro, la conferencia sobre Ucrania, celebrada en Suiza, pese al éxito de la misma y su falta de unanimidad, demostraron las enormes diferencias existentes entre dos mundos que las dos primeras potencias del planeta quieren liderar.

Asia no queda al margen y más cuando el continente asiático sigue siendo presente y futuro en el mundo global actual. Pero lo que está claro que nadie quiere impedir el crecimiento de China, aunque es obvio que los aranceles al coche eléctrico chino conllevan una guerra comercial con la Unión Europea (UE) y que podría acarrear posteriores conflictos comerciales que Pekín ha llegado a mencionar como puede ser una «profunda» investigación sobre el cerdo europeo tras los aranceles a los coches eléctricos chinos. Internacionalizar la guerra comercial del cerdo no le interesa a China y más cuando unos 700 millones de chinos consumen anualmente el cerdo de Europa y en especial de España. La UE es la mayor fuente de importación de productos porcinos de China.

De hecho, el Gobierno chino ha venido advirtiendo que no se quedara con los brazos cruzados y adoptará represalias comerciales, precisamente contra aquellos coches de lujo de marcas europeas o contra las importaciones de productos lácteos o del cerdo, a los que acusa de «dumping». Pero una guerra comercial con la UE y Estados Unidos no le favorece a nadie y más ahora cuando la producción industrial china está por debajo de sus propias previsiones, pero hay que resaltar los numerosos peligros que supondrían para la economía europea y mundial el cierre de los mercados a la competencia extranjera procedente de China.

La Comisión Europea anunció un incremento de los aranceles que hasta ahora eran del 10 por ciento y que podrían llegar al 48,1 por ciento sobre los vehículos eléctricos chinos importados tras concluir que su cadena de valor recibe subsidios de Pekín y goza de una ventaja desleal, pero la inestabilidad comercial no va a encontrar cierta paz económica hasta que terminen las elecciones presidenciales estadounidenses, donde sus dos máximos aspirantes a la Casa Blanca, Donald Trump y Joe Biden, respectivamente, quieren ganarse el voto con políticas económicas que afecten a las importaciones chinas que luego tendrán que suavizar, aunque si gana Trump la inestabilidad y las relaciones con China irán a peor.

China busca estabilidad económica con la UE y con EEUU. Tanto China como la UE mantienen una importante cooperación de años, pues Bruselas y Pekín son dos de los mayores socios comerciales del mundo y ambos representan más de un tercio del PIB mundial y el gigante asiático siempre ha apostado por el organismo comunitario como una de sus principales prioridades y de ahí que le no interese que otros problemas le dañen sus objetivos comerciales con la Unión Europea, y más cuando el Banco Mundial rebaja al 5,2 por ciento su crecimiento para 2024.

Por otra parte, la Conferencia por la Paz de Ucrania, la primera bajo este nombre desde el inicio de la invasión rusa, terminó con una proclamación acorde a la línea de su presidente Volodímir Zelenski, pero con ausencias importantes, entre ellas la propia Rusia, algo obvio, y China, y aunque hubo 12 países que no firmaron el documento final, de los más de 90 gobiernos asistentes a la cumbre de Suiza, Zelenski quedo satisfecho por la magnitud del evento y su repercusión geopolítica mundial.

Volodímir Zelenski había asegurado previamente que el presidente chino, Xi Jinping, en conversación telefónica, le había prometido que China no enviará armas a Rusia para la guerra contra Ucrania. No obstante, Zelenski ya recibió lo que esperaba del G7 al alcanzar un acuerdo de 50.000 millones de dólares destinados a Kiev mediante la utilización de activos rusos congelados en EEUU y Europa, lo que ha sido considerado un «robo» por el dirigente ruso, Vladimir Putin, una cantidad que Kiev recibirá antes de fin de año. El G7 hizo una dura advertencia a China por su apoyo a Rusia, en especial, en suministro de materiales y componentes de doble uso a la industria militar rusa. ¿Y qué pasaría si China dejara de apoyar a Moscú?

Sin embargo, en la conferencia de Suiza, celebrada este pasado fin de semana, al igual que dos días antes la cumbre del G7, Asia se vio preocupada por mediación del primer ministro de Japón, Fumio Kishida, al señalar que las actuales tensiones que Europa vive por la guerra en Ucrania «mañana pueden llegar al este de Asia» al subrayar que en esta parte del continente asiático subyace una de los rincones con más tensiones latentes del planeta a causa de los enquistados conflictos como el de las dos Coreas o el de Taiwán y China, a los que se han unido otros en las últimas décadas como los que Pekín mantiene con diversos países de la zona por el control de archipiélagos como las Spratly o las Paracel y su conflicto con Filipinas.

Los litigios en los mares de la China Meridional y Oriental no ceden, una zona de vital importancia por el auge de China y las tensiones en la región del Indo-Pacífico, y una demostración de esa pugna son los choques entre barcos de Filipinas y China, que unido a la enorme tensión en Taiwán, la isla que bloquea al sueño de la «gran china» y en medio de numerosos incidentes, que pueden desembocar en una verdadera crisis mundial. El nuevo presidente taiwanés, Lai Ching-te, quiere crear «múltiples capas de disuasión» para evitar así un conflicto armado con China, pero Pekín sigue considerando a la isla, gobernada de forma autónoma desde 1949, como una «provincia rebelde».

La polarización en la cumbre de la Paz en Ucrania quedó reflejada cuando el presidente brasileño, Luis Inazio Lula da Silva, aseguró que las guerras de Ucrania y Gaza se deben «en gran parte a la fragilidad» de la ONU, que, si asumiera un «papel de neutralidad en busca de un acuerdo, posiblemente» ya se estaría negociando la paz, pero claro aquí el agresor y causante de esta guerra no ha sido Ucrania sino Rusia que la invadió y poner fin a la guerra en las condiciones que propone Moscú son inviables para Kiev y Occidente, pues se trata de que renuncie a ingresar en la OTAN y permita a Rusia a quedarse con los territorios conquistados.

Y luego tenemos a Irán, que sigue apoyando a Rusia con misiles balísticos y su programa nuclear. La advertencia del G7, las siete democracias más avanzadas del mundo, en su cumbre de Apulia, en el sur de Italia, que respondería con firmeza y coordinación y con medidas nuevas e importantes si Teherán sigue apoyando a Rusia en la guerra de Ucrania no inquieta al régimen iraní, al igual que a Corea del Norte, país que está de fiesta con la visita de Vladimir Putin. Teherán y Pyongyang son dos baluartes vitales de Moscú.

La globalización de la geopolítica mundial está realmente condicionada por los distintos escenarios de la esfera internacional que afectan a la propia estabilidad socio-político-económico causados por la guerra de Ucrania, la crisis de Oriente Medio, Taiwán o los distintos retos sociológicos y políticos que se dan también en el continente africano con conflictos como Burkina Faso, Somalia, Sudán, Siria o Nigeria y sin olvidar los ataques de barcos en el mar Rojo por parte de los hutíes, un mundo que busca confianza hacia una mayor globalización y con la esperanza de que no llegue Donald Trump a la Presidencia de EEUU dado que la tensión mundial no se reducirá, en Ucrania persistirá la guerra y en Oriente Medio la calma no vendrá fácilmente mientras la realidad de Taiwán seguirá siendo el punto de mayor fricción entre las dos primeras potencial mundiales.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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