Cumbre asiática para pulir diferencias y fomentar las relaciones trilaterales (I)

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Madrid. La ciudad china de Chengdú (suroeste) ha reunido esta semana a China, Corea del Sur y Japón en una nueva cumbre trilateral en la que han pedido a Corea del Norte y a EEUU reanudar el diálogo interrumpido, mientras Seúl y Tokio han tratado de superar sus diferencias históricas que han agravado sus relaciones en los últimos meses, en una cita en la que Pekín se convierte en el eje principal como mediador entre las partes y donde el país nipón ha valorado como vital la estabilidad en el mar de China Meridional.

Previamente antes de viajar a Chengdú, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, en presencia del jefe del gobierno chino, Li Keqiang, se reunieron en Pekín con el mandatario Xi Jinping y así se daba el pistoletazo de salida a una nueva cumbre trilateral que comenzaron en 2008, pero que luego en 2013, 2014, 2016 y 2017 se suspendieron a causa de los problemas en las relaciones de Japón con Pekín y Seúl por disputas históricas y territoriales, y por la situación política surcoreana con la destitución de su presidenta, Park Geun-hye.

La evidencia más notable de esta nueva cita ha sido constatar el cada vez mayor peso diplomático de China en la comunidad internacional, pero sobre todo en esta región de Asia, dado que el “gigante asiático es aliado y socio comercial de Corea del Sur y al mismo tiempo tanto Pekín como Tokio, la segunda y tercera economía mundial, tienen cada vez más interdependencia la una de la otra, pero uno de los aspectos más importantes de la reunión de Chengdú fue la coincidencia de pedir a Pyongyang y a Washington volver a la mesa de negociaciones para la desnuclearización de la península coreana.

Además, mucho se ha hablado de las divergencias entre nipones y chinos o que el propio primer ministro japonés, Shinzo Abe, el mejor aliado de EEUU en Asia, haya manifestado en más de una ocasión su preocupación por el avance militar de Pekín e incluso en esta cumbre Tokio ha hecho ver al “gigante asiático” “que no habría una verdadera mejora en las relaciones bilaterales sin estabilidad en el mar de China Meridional”.

China ya lleva tiempo afrontando sus disputas territoriales y marítimas simultáneas en el mar del Sur de China (mar de China Meridional) con Taiwán y cuatro miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) – Brunei, Malasia, Filipinas y Vietnam, donde se disputan la soberanía sobre las islas Spratly, y luego Hanoi y Pekín también litigian el control de las Paracel (Paracelso), ambos archipiélagos asentados sobre reservas de petróleo y gas natural. Pero Abe exigió en Chengdú estabilidad para afrontar otros retos.

Y sin olvidar que también ha habido roces entre Pekín y Tokio por la soberanía de la zona del mar de China Oriental, como son las islas Diaoyu (según China) y Senkaku, para Tokio), que han originado frecuentes choques diplomáticos, reclamadas por ambos países.

Precisamente en mayo de 2016 Japón inauguró una base militar en la isla de Yonaguni, la porción de tierra habitada más occidental del archipiélago nipón, que cuenta con 160 miembros de las Fuerzas niponas de Autodefensa (Ejército), un rincón ubicado a 150 kilómetros de la isla de Senkaku que permite a los japoneses vigilar las actividades marítimas de China y que en su momento originó la protesta de Pekín.

Pero los dos países se necesitan. Es decir, China quiere la tecnología japonesa y el valor añadido de una economía madura y luego Japón requiere de un mercado chino ávido de consumismo y de una mano de obra con la que abaratar los productos japoneses y convertirlos en más competitivos, por lo que conflictos bélicos por ahora se ven “imposibles”. En el ámbito meramente económico, China y Japón alcanzan la cifra de 265.000 millones de euros al año  en intercambios entre las dos naciones.

China viene apoyando diplomática y económicamente a Corea del Norte en esta nueva etapa política del régimen de Kim Jong-un, que inició hace dos años, y ahora, pese a que Pekín se ha mantenido firme en las sanciones a Pyongyang y ha condenado las pruebas de misiles y nucleares que han provocado una tensión en la zona y que EEUU ha valorado positivamente, tanto Pekín como Seúl y Tokio han instado a norcoreanos y estadounidenses a sentarse de nuevo a seguir negociando la desnuclearización de la península coreana.

La mayor discrepancia radicó en el levantamiento de algunas sanciones al régimen norcoreano, claves para sus reformas económicas y a la vez para desbloquear el actual “impasse” e incluso China junto a Rusia presentaron conjuntamente una propuesta la semana pasada al Consejo de Seguridad de la ONU, pero por ahora no ha habido respuesta a esta solicitud y tanto Japón como Corea del Sur, los objetivos “de hipotéticos ataques norcoreanos”, no han convencido a estos dos países para suavizar las sanciones, que más pronto que tarde tendrá que tener alguna solución que vaya pareja al desmantelamiento nuclear.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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