Corea del Norte podría llevar a cabo una prueba nuclear tras el éxito del lanzamiento del cohete pese a pedir rebajar la tensión con Seúl
Kim Jong-un |
El régimen comunista norcoreano vive un momento dulce, incluso es la primera vez en 19 años que la televisión estatal ofrece el mensaje de Año Nuevo y también la primera vez que se festeja con fuegos artificiales en Pyongyang, además el comandante supremo y mariscal del Ejército, Kim Jong-un, agasajó con un gran banquete a sus asesores, científicos y cúpula militar por el reciente éxito espacial. Pero si es cierto que algo nuevo se mueve en Corea del Norte, habituado a un inmovilismo absoluto.
No obstante, Pyongyang no presta todavía demasiada atención a que al menos seis de sus 24 millones de habitantes continúen pasando hambre y sigan las violaciones de los derechos humanos de forma sistemática tras el último informe de AI (2011), pero lo que toca ahora al régimen es mostrar el músculo fuerte del país antes de que la surcoreana Park Geun-hye, en febrero, y el chino Xi Jinping, en marzo, asuman la presidencia de sus respectivos países.
Kim Jong-un sabe que Xi Jinping le puede abroncar más que su predecesor, Hu Jintao, si sigue por esa senda de crear más inestabilidad en la zona con sus “juegos nucleares”, mientras que la conservadora Park, tras convertirse en la primera mujer presidenta de Corea del Sur, tiene muy claro que su objetivo es la seguridad nacional y más cuando aclaró: “Este misil norcoreano muestra simbólicamente la grave realidad en materia de seguridad que afrontamos”.
En suma, Corea del Norte haría su tercera prueba nuclear antes de producirse el relevo presidencial de estos dos países, o tal vez sería para la primavera próxima en función de la tensión que se desarrolle entre las dos Coreas o el futuro protagonismo que China dispense a Pyongyang, pero tampoco se descarta una tercera y última vía como es la de actuar de forma imprevista (por sorpresa) “asustando al mundo entero”, y después hipotéticamente pediría conversar con la nueva presidenta surcoreana.
Por un lado, Park Geun-hye desea restablecer una relación de confianza con Corea del Norte para evitar tensiones y, por otro, China, país que suministra el 90 por ciento del combustible que consume Corea del Norte, verían con buenos ojos que Pyongyang bajara la guardia nuclear y regresara a las negociaciones a seis bandas (EEUU, Rusia, Japón, China y las dos Coreas), suspendidas desde 2008 y única vía, de momento, para desnuclearizar la península coreana.
Pero si el asunto nuclear norcoreano es importante para China y Corea del Sur, no menos es la actual disputa que Beijing mantiene, en medio de una tensa tensión, con Japón sobre el control en torno al archipiélago de las Diaoyu (chino) y Senkaku (japonés), cuya soberanía se la disputan los dos países.
Mientras, Corea del Sur a través de su nueva presidenta, Park Geun-hye, advirtió al nuevo hombre fuerte de Japón, el primer ministro nipón, el conservador Shinzo Abe, de que se abstuviera de llevar a cabo acto alguno relacionado con la reclamación de los islotes surcoreanos de Dokdo (llamadas Takeshima en japonés) el 22 de febrero (tres días antes de su toma de posesión), aunque tanto Abe como Park coinciden en mejorar las relaciones entre ambos países.
Pero Corea del Norte, ajeno a toda la realidad que se cuece en el Nordeste asiático y en la comunidad internacional, empeñada en su propio desarrollo nuclear, tiene que sacar dinero como sea, por lo que una gran parte de lo que obtiene de la venta de sus recursos naturales a China los usa para fines nucleares, afirman expertos en asuntos coreanos.
Además, Corea del Norte mantiene una estrecha relación con Siria, país que está armándose hasta “los dientes” en su particular “guerra civil”, compra material militar a Pyongyang, y así obtiene de esta forma más ingresos para su causa nuclear mientras una parte de la población norcoreana sigue teniendo graves problemas alimenticios.
Luego, sin contrapartidas económicas conocidas, está Irán, que mantiene una estrecha colaboración mutua con Corea del Norte, cuyo régimen exporta tecnología de misiles a Teherán y, al parecer, hay indicios de que técnicos iraníes han aconsejado y asesorado a los norcoreanos en el lanzamiento del éxito del cohete “Unha-3, pero el Gobierno del presidente Mahmud Ahmadineyad siempre ha negado cualquier vínculo en materia nuclear con Pyongyang, aludiendo a que todo se debe a la “pura propaganda de países occidentales”.