El pasado año no ha sido el mejor para China. La crisis en Europa no ha pasado de largo y el comercio del país con esa región ha caído un 3,7%. Tampoco lo fue para las relaciones comerciales con Japón, como resultado del recrudecimiento de la disputa entre ambas naciones por las islas Diaoyu (Senkaku en japonés), lo que ha contraído el comercio mutuo un 3,9%. Pero, además, la economía china sigue adoleciendo de dos problemas que pesan sobre el sector manufacturero: hay un exceso de capacidad en industrias como la del acero, el cemento y la de automoción, así como una demasía de inventarios. Por otra parte, los intentos del Gobierno para evitar el sobrecalentamiento del sector inmobiliario han podido lastrar la demanda en el sector de la construcción, y el banco central del país se ha visto obligado a estimular el crecimiento este año a base de reducir los tipos de interés.
Y parece que esa tendencia va a continuar con los nuevos gobernantes. Se prevé que la política monetaria probablemente seguirá relajada en 2013 fruto de los resultados positivos vistos en la economía durante el tercer trimestre, periodo en el que logró repuntar, y esas medidas de política expansiva se verán acompañadas de reformas estructurales en aras de un crecimiento sostenible en China. El fomento del consumo interno es la asignatura pendiente, pero antes será necesario acometer reformas financieras.
Es cierto que el escenario que tienen ante sí los nuevos regidores del país podría ayudar. El traspaso de poderes debería animar los flujos de inversión hacia China tras una época de incertidumbres políticas que han castigado por igual en los mercados a numerosas compañías locales que gozaban de sólidos fundamentales. Un dato revelador que invita al optimismo: según un informe reciente de la consultora PricewaterhouseCoopers, las salidas a bolsa en Hong Kong se acelerarán en 2013 desde 63 el año pasado a 80. Y otro dato: Shanghái, actualmente uno de los principales centros financieros del mundo, alcanzó en 2012 un nuevo récord histórico en atracción de inversión extranjera por una región china, con un incremento del 20,5% interanual.
A ese apetito inversor, sin duda, contribuirá un entorno más favorable para las exportaciones chinas, que se espera que se recuperen, sobre todo hacia Estados Unidos, el principal destino de los productos chinos. Los expertos vaticinan que el acuerdo que han logrado republicanos y demócratas para evitar el abismo fiscal -que habría abocado a Estados Unidos a una recesión segura este año- aumentará las exportaciones chinas en 2013. Salvado ese escollo, la primera potencia mundial podría crecer cerca de un 2% este año, un hecho que redundará positivamente en los flujos comerciales con el gigante asiático.
De momento, China no deja de comer terreno a sus competidores: el país produce más coches que Estados Unidos desde hace tres años y en 2013 superará a Europa. Probablemente, no dentro de mucho se verán más marcas de automóviles chinos abriendo fábricas en distintas partes del mundo.
Asimismo, la reciente mejoría de las concesiones de créditos en China fomentará un aumento de la inversión en infraestructuras este año, lo que debería impulsar la producción industrial. El Fondo Monetario Internacional estima que el Producto Interior Bruto del país crecerá un 8,2% este año, frente al 7,7% en 2012. Si bien son tasas inferiores a las de hace unos años, se trata de un crecimiento saludable, sobre todo si se comparan con las de otras potencias mundiales como Estados Unidos o la eurozona.
En definitiva, los analistas están más o menos de acuerdo en que hay argumentos para creer que la economía china irá recuperando paulatinamente vigor, pero los nuevos dirigentes tarde o temprano tendrán que romper con el inmovilismo y ponerse manos a la obra para avanzar hacia la liberalización del sector privado, en concreto, en lo concerniente a los servicios financieros, la energía o las telecomunicaciones. Sólo así se podrán derribar los monopolios estatales y permitir una mayor competencia.
El pasado 11 de enero, el Banco Popular de China mostró públicamente su compromiso con las reformas financieras, entre las que contempla la liberalización de los tipos de interés, fundamental para dar el espaldarazo necesario al consumo interno del país, pero habrá que ver la celeridad con que se van introduciendo los cambios.
Las sensaciones son buenas para este año, como demuestran los últimos indicadores, y ahora sólo falta que las expectativas se cumplan. China está llamada a liderar el crecimiento mundial en el futuro y acabar con la hegemonía económica de Estados Unidos, un hito que se alcanzará en tan sólo seis años, según un reciente informe de la Academia China de Ciencias. Su nueva hornada de gobernantes ha de entender eso y dar la continuidad adecuada a la tarea reformista iniciada por Deng Xiaoping hace más de tres décadas.
By Junius
3 Respuestas
[…] Central constituyen reuniones de muy alta relevancia, ya que precisamente en la década de 1990 el desaparecido dirigente y fundador de la China moderna, Deng Xiaoping, impulsó por primera vez el proceso de reformas y apertura de la nación. El máximo dirigente […]
[…] datos del Banco Mundial (BM), recogidos hasta 2011, el PIB de China, ajustado por la paridad de poder de compra, es mucho […]
[…] nadie quiere que la economía china sufra un mínimo resfriado no sea que contamine a todos. El Banco Mundial (BM) dice, por su parte, que el PIB de China crecerá un 7,6 por ciento en 2014 y un 7,5 por ciento […]