Pese a los disparos entre las dos Coreas en su frontera marítima, no sucederá nada

Madrid. Corea del Norte lleva en las últimas semanas lanzando misiles balísticos de corto alcance y proyectiles de artillería desde sus costa oriental y occidental en protesta por las maniobras militares entre los ejércitos de Estados Unidos y Corea del Sur, unas maniobras que sirven también para relanzar los objetivos de Pyongyang en el levantamiento de las sanciones, reforzar a sus Fuerzas Armadas y endurecer su posición ante una vuelta a las negociaciones con Washington, pero por muy grave que sea el intercambio de disparos en la frontera marítima entre las dos Coreas, la situación no irá más allá y el incremento de la tensión seguirá su curso.
La frontera marítima es considerada un punto conflictivo y ha sido escenario de varios choques entre las dos Coreas a lo largo de los años. Las tensiones se agravaron las últimas semanas con varios lanzamientos de misiles y descargas de artillería de parte de Corea del Norte, considerados como una provocación por Seúl y Tokio, ya que además de las maniobras militares se une la visita a Japón de la subsecretaria estadounidense de Estado, Wendy Sherman, donde participa en un diálogo tripartito con Tokio y Seúl, en una muestra de unidad ante Pyongyang.
Todo se originó cuando Seúl detectó en la madrugada del pasado 24 de octubre un mercante norcoreano que cruzó la llamada Línea Límite Norte (LLN), que sirve para dividir las aguas territoriales de las dos Coreas en el mar Amarillo, y que una de sus patrulleras respondió «mediante mensajes y fuego de advertencia». Y luego unos 90 minutos después, Corea del Norte disparó desde tierra firme «diez proyectiles de lanzacohetes múltiple» al mar al considerar que la patrullera invadió aguas norcoreanas.
Nada nuevo en lo que se refiere a la tensión que vive la península coreana. Una tensión que sube y baja en relación a los intereses del régimen norcoreano y al momento de la situación internacional, en la que Seúl y Washington sospechan que todos estos movimientos militares son el anticipo de Pyongyang para llevar a cabo su séptima prueba nuclear, que tras la finalización del Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) el horizonte se despeja para así no incomodar a Pekín y con el visto bueno de Rusia, país que tiene en Corea del Norte un fiel aliado.
Desde que Kim Jong-un ostenta el máximo poder en Corea del Norte, diciembre de 2011, ha llevado a cabo cuatro pruebas de armas nucleares, más que las que su padre, Kim Jong-il, y su abuelo y fundador del país, Kim Il-sung, y ahora antes de que finalice el presente año, según Seúl y Washington, Pyongyang prepara lo que sería su séptima prueba nuclear, su mejor arma para la supervivencia del régimen, aunque también sin armas nucleares el régimen norcoreano también podría sobrevivir, nadie le va a atacar, siendo el factor económico y el de “confianza” la base a otra infraestructura social y política.
Eso sí, Japón cada vez se rearma más ante el temor de un ataque norcoreano, que no se va a producir, y con el objetivo de frenar la hegemonía china en la zona, mientras Seúl y Washington también refuerzan sus posiciones estratégicas y militares aumentando la militarización en la región. Pero en lo va de año, Corea del Norte ha realizado más de 40 pruebas con misiles, la mayoría balísticos.
Pero insisto que ni Corea del Norte va a atacar a nadie, ni EEUU o Corea del Sur van a invadir Pyongyang ni tampoco van a presionar para cambiar al régimen de Kim Jong-un. El lanzamiento de misiles, uno de ellos sobrevoló el pasado 8 de octubre el norte de Japón, sirve a Tokio para replantearse la modificación del artículo 9 de la Constitución y reorganizarse militarmente, lo que viene haciendo desde hace tiempo por el temor a un ataque norcoreano.
Corea del Norte siempre ha utilizado el asunto de las maniobras conjuntas de EEUU y Corea del Sur como una agresión que van contra la paz y son ensayos para invadir el país, pero ni Seúl ni Washington van a invadirlo y por ahora tampoco Pyongyang atacará a nadie fuera de sus fronteras, sería un conflicto bélico dañino para el régimen norcoreano, pero la tensión sube y no olvidemos cuando el 23 de noviembre de 2010 la isla surcoreana de Yeonpyeong, a trece kilómetros de la costa norcoreana, y en plena frontera marítima entre las dos Coreas, lanzó un ataque con artillería que puso a la península coreana al borde de un enfrentamiento armado a mayor escala, que originó la muerte de dos soldados y de dos civiles.
La isla de Yeonpyeong se encuentra a trece kilómetros de la costa norcoreana y en plena frontera marítima entre las dos Coreas, que Pyongyang rechaza al asegurar que fue trazada unilateralmente por el comando de la ONU que lideraba EEUU en 1953.
La zona del mar Amarillo ha sido un frecuente foco de tensión entre las dos partes, con enfrentamientos que ya en el pasado han provocado peligrosas escaladas de violencia en la región, entre ellos el hundimiento de la corbeta surcoreana “Cheonan” en la isla de Baengnyeong, el 26 de marzo de 2010, que causó la muerte de sus 46 marineros y que Seúl acusó a Corea del Norte de que un torpedo norcoreano provocó este grave incidente.
Lo que está claro que ni las manobras militares conjuntas de EEUU y Corea del Sur ni los disparos de Corea del Norte de artillería en las zonas cercanas a la frontera intercoreana, consideradas por Pyongyang como una “seria advertencia” a Seúl en respuesta a esos ejercicios militares resuelven el enconado y eterno problema de la península coreana. Pyongyang busca y buscará siempre un argumento para reforzarse dentro y fuera del país.
La solución a la península coreana sigue siendo la vuelta a las negociaciones entre las partes, el levantamiento de las sanciones pero a cambio de la paralización del desarrollo nuclear norcoreano, asuntos nada baladís y que requieren una nueva cumbre entre EEUU y Corea del Norte pero una cita con objetivos bien claros, pues el incremento de la tensión militar en la península coreana con maniobras o sin ellas no facilita nada el entendimiento global de la situación que viven las dos Coreas desde 1945. Y desde que asumiera en mayo pasado la Presidencia surcoreana, Yoon Suk-yeol, Corea del Norte ha tensado más la cuerda en las ya difíciles relaciones entre las dos partes.