Corea del Norte presiona al mundo con otro misil y crea más tensión

Madrid. El líder norcoreano, Kim Jong-un, no desaprovecha ocasión alguna para hacerse notar con mensajes y advertencias a la comunidad internacional de que el mundo no puede dar la espalda a Corea del Norte, cuyo régimen sigue en su propia “guerra mediática” que al lanzar un nuevo misil (está por confirmar si es intercontinental) “amarga” el Día de la Independencia de EEUU, obliga a chinos y ruso a promover una iniciativa común para solucionar el conflicto coreano, y presiona a los dirigentes mundiales de la cumbre del G-20, que se celebra los días 7 y 8 en Hamburgo (Alemania), para que hablen de la península coreana.
Corea del Norte quiere dialogar directamente con Estados Unidos, ignorando a Corea del Sur, cuyo presidente, Moon Jae-in, acaba de regresar de Washington, donde con Donald Trump ha tratado sobre los ensayos armamentísticos de Corea del Norte y al mismo tiempo analiza todo tipo de fórmulas de cómo obtener compensaciones económicas ante una posible, de momento, difícil paralización de su programa nuclear, el cual sólo tiene como mejor canal para la desnuclearización de la península coreana las conversaciones a seis bandas (Rusia, EEUU, China, Japón y las dos Coreas), encaminadas a detener su programa nuclear a cambio de reconocimiento diplomático, petróleo y otras partidas para suplir su falta de energía y ayuda humanitaria.
La “dinastía de los Kim” sigue su marcha imparable, pero si los fallecidos Kim Il-sun y Kim Jong-il, abuelo y padre del actual líder norcoreano, Kim Jong-un, se caracterizaron por su implacable política del culto a la personalidad, acoso a la sociedad norcoreana, hambrunas y los campos de concentración, con el joven Kim Corea del Norte lleva camino de superar en todos los frentes a su dos predecesores en el cargo, con la diferencia de que éste había estudiado y conocido otros mundos cuando se formó en Suiza y se esperaba de él un nuevo rumbo para el país.
De esta forma, la política que está llevando a cabo Kim Jong-un sobrepasa todo los parámetros de la comunidad internacional, la cual asiste cada vez más perpleja a las estrategias del régimen norcoreano que no acepta un largo “sosiego o calma” dado que el país, que se encuentra en “permanente estado bélico”, daría lugar a que el hipotético problema o no existe o está casi resuelto o lo resuelven otros en cuanto a todo lo que ocurra en la península coreana. Es decir, el régimen está en plena actividad con o sin misiles o con otras estrategias que conducen a mantener a su pueblo en una firme “obsesión” ante una posible “invasión o guerra” con su vecino del Sur o EEUU, acciones que por ahora son imposibles que sucedan, pese a las ganas que tiene Donald Trump de darle un serio escarmiento a Kim Jong-un.
La cumbre del G-20 ha elegido el original eslogan “Forjar un mundo interconectado”, pero está claro que en esta zona del nordeste asiático la “interconexión” está frenada por un régimen, cuyo máximo líder, Kim Jong-un, no puede bajar la guardia ante esa “amenaza” que pesa sobre su pueblo, sobre sus ciudadanos, sometidos a un fuerte control que más pronto que tarde por las circunstancias políticas actuales en el mundo, donde China, cansada, EEUU advirtiendo constantemente a Pyongyang y Corea del Sur sin recibir nada a cambio de los buenos proyectos que ofrece a su vecina del Norte, pueden comenzar a despertarse y originar los primeros síntomas de una fragilidad del régimen que habrá que ver hasta dónde llega.
De momento, al parecer el cohete balístico disparado por Corea del Norte se corresponde a un misil de alcance medio, y no intercontinental como había señalado Pyongyang, aunque Corea del Norte señaló que el lanzamiento de prueba de un misil, llamado Hwasong-14, bajo la observación del líder norcoreano, Kim Jong-un, logró una altitud de 2.802 kilómetros y voló 933 kilómetros durante 39 minutos antes de alcanzar un blanco en el mar del Este (mar de Japón) y logró un gran éxito.
Además, del encuentro de los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y China, Xi Jinping, para dar una solución al conflicto coreano y pedir a Pyongyang la congelación del programa armamentístico de Corea del Norte, así como las maniobras de EEUU y Corea del Sur, requisito que siempre reclama el régimen norcoreano, Putin se verá esta misma semana en la cumbre del G-20 con Donald Trump, donde el asunto nuclear norcoreano no quedará en el tintero.
China, su principal valedor económico, manifestó su oposición al lanzamiento de un misil balístico por parte de Corea del Norte y pidió al Gobierno norcoreano que detenga las acciones que supongan una violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, pero Trump en su encuentro con Xi Jinping en esta cumbre del G-20 le pedirá que presione más a Pyongyang.
Tanto Vladímir Putin como Xi Jinping han pedido a Corea del Norte una moratoria de sus ensayos con misiles y armas nucleares en el marco de una iniciativa común para el arreglo del conflicto coreano, pero lo que es evidente que este nuevo ensayo es el primero desde el pasado 8 junio y el undécimo desde que comenzara 2017, poco después de que Trump viera en Washington al nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-in, que Pyongyang criticó abiertamente.
La comunidad internacional ha condenado una vez más este nuevo misil “intercontinental” lanzado por Corea del Norte, pero su régimen se apunta otra victoria “mediática” la cual será examinada en la cumbre del G-20 esta semana, un objetivo prioritario que Pyongyang ha logrado conseguir, aunque es obvio que la enorme tensión que se produce en la península coreana tiene cada vez más unidos al mundo con chinos, rusos, estadounidenses, japoneses y surcoreanos, países, junto a los norcoreanos que integran las conversaciones a seis bandas, contra la política nuclear de Kim Jong un, cuyo país vive un notorio aislamiento internacional.