Los misiles THAAD en Corea del Sur originan un nuevo escenario en el nordeste asiático

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Madrid. Corea del Norte justifica el lanzamiento de misiles y su política nuclear por considerar que su vecino del Sur y Estados Unidos pueden invadirle, China, que ha sufrido el rechazo del Tribunal Internacional de la Haya en su reclamación sobre las islas Spratly a favor de Filipinas, no va a permitir que nadie le quite la soberanía por los territorios del Mar de China Meridional y EEUU va a instalar en el sureste surcoreano el escudo antimisiles estadounidense THAAD, con el apoyo de Japón, que transformará parte de la seguridad del nordeste asiático y servirá para aumentar la lucha hegemónica entre Pekín y Washington por el control de la zona.

La polémica instalación en Corea del Sur del estadounidense Sistema de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (THAAD, según sus siglas en inglés) va a contribuir a una mayor militarización de esta zona y puede alejar a Corea del Norte de una hipotética vuelta a las conversaciones a seis bandas (China, EEUU, Rusia, Japón y las dos Coreas) para poner fin al programa nuclear norcoreano y al mismo tiempo puede enfriar las buenas relaciones comerciales entre Pekín y Seúl y endurecer las posturas entre nipones y chinos en su contencioso sobre el Mar de China Oriental.

Mientras Tokio, aliado estadounidense, ha acogido con satisfacción el inminente despliegue de estos misiles, señala que esta decisión contribuirá en “avanzar en la cooperación de Defensa entre Japón y Corea del Sur”, pero Rusia, en coincidencia con China, ya ha advertido que estos misiles provocarán una “ruptura de los equilibrios estratégicos en la región de Asia-Pacífico”.

Además, Pekín ha reiterado sobre las «amenazas a la seguridad desde el exterior» y a través de su ministro de Defensa, Chang Wanquan, ha pedido que el país esté preparado para «una guerra del pueblo en el mar para salvaguardar la soberanía, en pleno aumento de tensiones por territorios del Mar de China Meridional”.

En definitiva, será difícil que haya alguna escalada militar cuando la economía es la base de relaciones de estos países, pero las escaramuzas aparecerán y contribuirán a un aumento de la tensión, e incluso las protestas de residentes en el condado surcoreano de Seongju, donde se van a ubicar los escudos antimisiles THAAD, que se quejan de posibles efectos nocivos para la salud de los vecinos, sólo ha servido para incrementar aún más toda la nueva panorámica defensiva que aparecerá en este rincón asiático, donde el país que más se beneficia para sus intereses es Corea del Norte.

China anda con sus problemas internos, entre ellos el medio ambiental, además ahora Pekín contempla el crecimiento independentista de Hong-Kong tras las últimas acciones de las autoridades chinas, que muchos hongkoneses consideran un ataque a sus libertades, como las tenían en la época colonial británica, así como el distanciamiento con Taiwán, cuya nueva presidenta, Tsai Ing-wen, quiere tener más autonomía respeto a China y sobre todo cuando también aumenta la proporción de quienes se identifican a sí mismo como taiwaneses y no como chinos.

China sabe que no puede militarmente con EEUU, que no sólo defiende a Taiwán y a Corea del Sur, por sus acuerdos de defensa con estos países, a los que les vende un sofisticado armamento militar, es decir, es el negocio de los estadounidenses al igual que hacen con Japón. Pero, mientras tanto, Corea del Norte, que coincide con Pekín en su rechazo a la instalación de los escudos antimisiles THAAD, para finales de 2017, seguirá con su política nuclear y posiblemente China aflojará su presión a Pyongyang, y lo mismo ocurre con Taipéi,  que ha estado al lado de Pekín en las resoluciones del Tribunal Internacional de la Haya.

Sin embargo, la carrera armamentística en la zona por distintos y variados intereses no va a decaer por parte de Estados Unidos, que invierte en defensa –solo en 2013- 570.000 millones de euros, cinco veces más que China, que invirtió  127.000 millones de euros para el curso de 2015, lo que supone el segundo mayor inversor mundial en defensa tras EEUU, y luego Japón, principal aliado de Washington, que en enero pasado aprobó la mayor partida de su historia en defensa, unos 38.000 millones de euros, un 2,8 por ciento más y el tercer incremento consecutivo anual, destinado principalmente a nuevos cazas, aviones de reconocimiento, aeronaves de alerta temprana, drones de reconocimiento o vehículos anfibios.

O sea, los chinos ven amenazados la integridad de sus territorios marítimos, Japón está segura que debe armarse para defenderse de posibles ataques norcoreanos, Taiwán siempre con el apoyo de EEUU, aumentó en 2016 sus gastos en desarrollo bélico ante las crecientes tensiones en la región con un desembolso de 5.700 millones de dólares y como aviso a Pekín de que nunca permitirá –algo difícil de producirse- una invasión de China, y luego para rematar la faena en el nordeste asiático los misiles norcoreanos también sirven a los surcoreanos para armarse cada vez más y ahora son los THAAD que tanto interés tiene la industria militar estadounidense.

Algunos expertos consideran que las aguas más profundas del Mar de China Meridional y los esfuerzos de China pueden ofrecer un baluarte crucial para los submarinos chinos en el futuro. Es decir, la preocupación creciente dentro del Ejército Popular de Liberación ante la vulnerabilidad de sus armas nucleares terrestres y la necesidad de poder responder a un hipotético ataque han llevado a China a desplegar sus armas nucleares en submarinos.

China no va a renunciar a su derecho histórico a gobernar sobre los territorios marítimos, además el 1 de diciembre de 2013, Pekín creó el Área de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) en el Mar de China Oriental, una zona de identificación de defensa aérea sobre parte de las islas Diaoyu/Senkaku, controladas por Tokio pero reclamadas por Pekín, que entre otras cosas obligaba a las aeronaves a informar a China de su plan de vuelo so pena de intervención militar si las normas no eran respetadas.

Pero Japón, que mantiene litigios marítimos con China, ya ha desplegado baterías de misiles Patriot en Tokio y en la isla de Okinawa, donde se ubican unos 27.000 militares estadounidenses, de los 47.000 que se encuentran en todo el país y que  están listos para disparar contra cualquier fragmento de cohete que suponga una amenaza a su territorio.

En suma, el Mar de China Meridional y el Mar de China Oriental necesitan serias conversaciones entre todas las partes implicadas, pero en especial en lo que concierne a Estados Unidos y China para evitar conflictos bélicos que puedan tensar la situación en la zona, favorecer las conversaciones a seis bandas para poner fin al programa nuclear de Corea del Norte y a la vez Washington debe también revisar con sus aliados (Tokio y Seúl) el suministro de armamento militar a estos países para evitar una mayor militarización de la zona.

Los chinos y los rusos están preocupados por la nueva estrategia de defensa para el siglo XXI de Estados Unidos, donde planea tener el 60 por ciento de su flota naval  en el Pacífico para 2020. Mientras, las previstas nuevas maniobras militares entre EEUU y Corea del Sur darán alas a Corea del Norte para lanzar un nuevo misil y avisar que estos ejercicios frecuentes sólo pretenden invadir el país.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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