China y Taiwán sellan un encuentro histórico con una advertencia a los independentistas

Los presidentes de China y Taiwan
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Madrid. El encuentro histórico, el primero entre el presidente de China, Xi Jinping, y el de la República de China (Taiwán), Ma Ying-jeou, este fin de semana, en Singapur, dos territorios separados por una guerra civil, consolida las buenas relaciones entre Pekín y Taipei y lanzan una advertencia a los independentistas taiwaneses, favoritos para ganar las elecciones presidenciales el próximo 16 de enero de 2016.

La derrota del Partido Kuomintang (KMT), que gobierna Taiwán desde 2008 bajo la presidencia de Ma Ying-Jeou, reelegido en 2012, en las elecciones municipales del 29 de noviembre de 2014, constituyó una fuerte alarma no sólo en la isla sino en la China Continental que vieron el triunfo del opositor Partido Democrático Progresista (PDP), partidario de la independencia, una preocupación que podría afectar a las relaciones entre Pekín y Taipei.

El Kuomintang, que obtuvo en esos  comicios municipales uno de los peores resultados desde 1949, cuando terminó la guerra civil, que duró 22 años, interrumpida por la invasión japonesa de 1937-1945 y en la que tanto nacionalistas como comunistas luchan contra Japón, que había enfrentado a Mao Zedong y a Chiang Kai-shek, vivió una situación que provocó la dimisión del entonces primer ministro del país, Jiang Yi-huah, y la renuncia del propio Ma como líder del Kuomintang con vistas a reorganizar el partido para afrontar la recta final de las elecciones presidenciales de enero próximo.

Una derrota que fue interpretada por las políticas económicas de acercamiento a China del presidente Ma Ying-jeou, que no daban los resultados previstos y a la vez sembró inquietud en Pekín, al ver como los independentistas lograban cinco de las seis municipalidades, y con el presidente taiwanés con índices de aceptación popular bajos.

Pero este encuentro histórico, pese a que ha sido imprevisto y que llevaba más de dos años preparándose, incluso para muchos expertos llega algo tarde, es interpretado tanto en Pekín como en Taipei como un intento del “gigante asiático” de influir en las elecciones presidenciales taiwanesas de enero próximo en las que ambas partes se juegan mucho ante el temor de una posible victoria de los independentistas del PDP.

Tras la reunión celebrada hace diez años entre líderes de sus respectivas formaciones políticas, el Partido Comunista de China (PCCh) y el Kuomintang (KMT, (entonces en la oposición en Taiwán) y en la actualidad en el Gobierno taiwanés, desde hacía tiempo Taipei buscaba un éxito diplomático con su encuentro directo con Pekín, incluso poco faltó, cuando en febrero de 2014, con motivo de la cumbre del Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC), celebrada en la capital china, Xi Jinping y Ma Ying-jeou estuvieron a punto de reunirse por primera vez tal como acaba de suceder este fin de semana.

Lo que está claro que China quiere que estos encuentros con Taiwán sirvan para avanzar en la integración económica entre las dos partes, cada vez más interconectadas, y entre otras cosas extender el acuerdo de libre comercio que China y Taiwán rubricaron en 2010 al sector servicios y todo en aras del gran objetivo de China con respecto a Taiwán, que no es otro que la reunificación, pese a que amplios sectores de la isla prefieren por un lado, el mantenimiento del “status quo” actual y, por otro, la independencia, pero de momento estos asuntos políticos quedan un poco al margen hasta que no maduren y se fortalezca la relación entre los dos lados, pero sobre todo hasta que no sepa que va a ocurrir en las elecciones del 16 de enero próximo.

Tanto China como Taiwán han expresado su deseo de seguir desarrollando sus relaciones en el futuro bajo el “Consenso de 1992”, según el cual, cada uno de los dos lados del Estrecho admite la existencia de “una China”, pero dando su propia interpretación de lo que esto significa y que veremos qué pasaría si ganan los independentistas del PDP la valoración qué harían sobre este llamado “Consenso de 1992”.

De todas formas, en el caso hipotético que perdiera las elecciones el Kuomintang, lo que peor  pudiera suceder a los nacionalistas taiwaneses es que los independentistas del PDP obtuvieran una mayoría más que suficiente para cambiar la Constitución y con ello se daría un periodo político cuyo alcance y consecuencias tendrían un verdadero significado real para las relaciones entre China y Taiwán, cuyo gobierno ha visto como parte de la población se ha ido distanciando del KMT a medida que Taipei estrechaba lazos con Pekín, a pesar de que Pekín ofrece a la isla más protagonismo internacional pero advirtiendo contra los deseos independentistas taiwaneses.

Ma Ying-jeou quiere que Pekín flexibilice la posición de Taiwán en diferentes organismos internacionales, en los que en muchos ha quedado en segundo plano tras el reconocimiento de la gran mayoría de países de la República Popular China. De hecho, Taiwán mantiene relaciones diplomáticas con 22 países, de los que 12 están en Latinoamérica y el Caribe, pero Xi Jinping ya ha ofrecido a Taipei unirse al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), liderado por China, para integrar a la isla en el escenario económico mundial.

Xi Jinping ha lanzado en varias ocasiones mensajes al Partido Demócrata Progresista (PDP) para que rechace la independencia y acepte que la isla es parte de China, pero en más de una ocasión la candidata presidencial independentista taiwanesa, Tsai Ing-wen, ha rechazado que  Taiwán pueda considerarse «parte de China», incluso en el sentido de una China futura diferente de la actual «República Popular China».

De esta forma, Tsai Ing-wen, favorita en los sondeos para los comicios de enero de 2016, daba su punto de vista tanto a Xi Jinping como a Ma Ying-jeou, para que acepte el «Consenso de 1992» (una China, dos interpretaciones), actual base de las relaciones entre Taipei y Pekín, incluso la líder independentista aseguró recientemente que “en caso de ser elegida, mantendré el ‘status quo’ y Pekín debería prestar más atención a la opinión pública taiwanesa al elaborar sus políticas».

Taiwán se escindió de China en 1949, cuando dos millones de miembros y partidarios del ejército nacionalista del KMT se refugiaron en la isla tras ser derrotados por el bando comunista de Mao Zedong y durante décadas, Taiwán ha sido apoyada militarmente por Estados Unidos, aunque Washington sobre el papel dejara de reconocer a Taipei en los años 70, cuando reabrió sus lazos diplomáticos con Pekín.

Luego tras décadas de enfrentamientos, KMT y el PCCh protagonizan el mejor momento de sus relaciones en 60 años, favorecido, en parte, porque ambos rivalizan con el independentista Partido Demócrata Progresista taiwanés (PDP), que llegó a gobernar la isla entre 2000 y 2008. De todas formas, hay más desconfianza de Taipei al propio régimen chino que a sus ciudadanos, donde el 95 por ciento de los taiwaneses son chinos “han”, la etnia mayoritaria en todo el continente.

China y Taiwán unidos contra los independentistas, pero una posible victoria del PDP no garantizará con seguridad alejarse de Pekín, donde su influencia en las relaciones internacionales es muy fuerte y será complejo impedir que la República Popular China deje sin ocuparse de las posibles consecuencias de una victoria presidencial de los independentistas y más cuando la sociedad taiwanesa está muy dividida entre gobierno y oposición sobre esta reciente cumbre con distintas interpretaciones entre ambos líderes, la primera en los últimos 66 años.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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