China y el Vaticano dan el primer paso para retomar la bilateralidad

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Madrid. China y el Vaticano firmaron en septiembre un “acuerdo provisional” revisable que contribuye a regularizar la situación de los cerca de doce millones de chinos católicos y permite unir a los feligreses de la comunidad clandestina -fiel a Roma- y los que forman parte de la Asociación Patriótica Católica China (APCC) -promovida por el régimen de Pekín-.

El triunfo del comunismo en China en 1949 provocó la ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano. En 1951 el Papa Pío XII excomulgó a dos obispos designados por Pekín, a lo que las autoridades del país asiático respondieron con la expulsión del nuncio apostólico, que se asentó en Taiwán.

Asimismo, China dejó de reconocer al pontífice y erigió su propia Iglesia Patriótica Católica cuando Mao Zedong accedió al poder y estableció en Pekín la República Popular China. Ahora, las relaciones bilaterales entre el «gigante asiático» y la Santa Sede han dado un importante paso para acercar 

Este acuerdo fue firmado en una reunión en Pekín por el subsecretario de Relaciones de la Santa Sede con los Estados, Antoine Camilleri, y el viceministro de Relaciones Exteriores de la República Popular de China, Wang Chao. Del mismo modo por jefes de la delegación vaticana y china.

El papa Francisco ha expresado que él es el principal artífice del acuerdo y quien ha autorizado los términos y firmado las cartas de mandato. No se trata de “una improvisación, ha sido un camino. Un trabajo de diez años”, ha asegurado.

Para este entendimiento han sido necesarias concesiones de ambas partes: Bergoglio ha reconocido a ocho obispos designados por la Iglesia Patriótica Católica durante las últimas décadas sin autorización del Vaticano (incluido un obispo fallecido a principios del año pasado). También ha establecido una nueva diócesis para dar cabida a uno de los prelados de la APCC.

Por tanto, alrededor de cien miembros del episcopado chino quedan en comunión con la Santa Sede, lo que evita el cisma al que podía verse abocada la comunidad eclesiástica local si no se llegaba a un acuerdo, pues Pekín estaba dispuesta a nombrar a un gran número de obispos por su cuenta.

El Gobierno de Xi Jinping, por su parte, ha cedido al permitir que un extranjero como Francisco intervenga en asuntos considerados hasta la fecha como política interior. Será el Papa quien nombre a los obispos en China y tenga la última palabra al respecto.

Como ha afirmado el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Greg Burke, este “no es el final de proceso” pero supone un inicio en la búsqueda de normalización de la diplomacia entre dos actores internacionales.

No obstante, para retomar una conversación total, en numerosas ocasiones China ha exigido al Vaticano que rompa su relación internacional con Taiwán, al igual que hacen otros países.

La Iglesia Patriótica Católica concentra a cinco millones de fieles, aunque el Vaticano calcula que en el país hay entre ocho y doce millones de católicos pertenecientes a esta Iglesia Católica y a la clandestina.

El acuerdo provisional es un avance en las difíciles relaciones entre el Vaticano y China y un éxito más en el pontificado de Francisco, que se ha consagrado como uno de los actores clave en el proceso de deshielo entre Estados Unidos y Cuba en 2014, después de más de cinco décadas de tensión.

El papa ha admitido en varias ocasiones que le gustaría viajar a China y este puede ser el preludio. En diciembre de 2017, en el vuelo de regreso a Roma tras su viaje a Birmania y Bangladesh por la cuestión rohingya, comentó que esto “haría bien a todos”.

Ángel Carreño Arias

Estudiante de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)

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