China, Corea del Sur y Japón refuerzan su cooperación económica pese a sus diferencias políticas
Madrid. Mientras la Unión Europea (UE) decide su futuro político el próximo día 9 de junio en medio de una fuerte polarización política, acentuada con las guerras de Ucrania y Gaza, conflictos en los que Estados Unidos y China mantienen posturas distintas y que han supuesto el mayor rearme de armas de los últimos años, Pekín y Washington elevan sus diferencias sobre Taiwán, y al mismo tiempo chinos, surcoreanos y japoneses se reúnen en Seúl para crear un órgano trilateral consultivo para promover la cooperación económica entre las tres potencias asiáticas.
China, Corea del Sur y Japón son vecinos y grandes socios comerciales. Tres países con matices diferentes en la geopolítica internacional y con aliados distintos en sus respectivas áreas de la multilateralidad mundial. Una cita que se celebró el pasado 28 de mayo en medio de tensiones militares en el Indo-Pacífico y en la propia región con el lanzamientos de misiles de Corea del Norte, la primera cumbre trilateral en cuatro años pero con objetivos claramente económicos.
Una cumbre en la que Pekín trata de contrarrestar la enorme influencia estadounidense en Japón y Corea del Sur, los mejores aliados de EEUU, y al mismo tiempo una cumbre que recuerda la habida en agosto de 2023 en Washington, cuando Tokio y Seúl se reunieron con EEUU para evitar que China siga ocupando cada vez más espacio en la comunidad internacional. La polarización entre las dos primeras potencias mundiales no afloja y originan tensiones geopolíticas que salpican a la estabilidad mundial.
Es obvio que EEUU, Corea del Sur y Japón vienen reforzando sus acuerdos militares frente a los desafíos nucleares de Corea del Norte y el auge militar de China en el Pacífico, una región que cobra cada vez vitalidad teniendo en cuenta, por una parte, las buenas relaciones actuales entre Tokio y Seúl, que favorecen a Washington, y con un Japón cada vez más militarizado y, por otra, los litigios del mar de la China Meridional con objetivos concretos en su control por parte del gigante asiático y la firme oposición de EEUU por evitarlo.
La geopolítica mundial se polariza cada vez más, pues tanto Rusia como China o las dos Coreas, Japón y EEUU forman parte de dos polos distintos, pero con cumbres como la de la semana pasada, y pese a sus diferencias políticas, Tokio, Seúl y Pekín muestran el aspecto económico como el máximo objetivo, ya que entre estas tres naciones sus PIB llegan a los 15 billones de dólares, o sea, un 20 por ciento del comercio mundial registrado y un 70 por ciento del de Asia y con una cada vez mayor dependencia económica uno del otro.
La novedad más importante radicó que en la declaración final se retomaran las conversaciones para un futuro Tratado de Libre Comercio (TLC), cuando ya se intentó en 2020, pero quedó aplazado por la pandemia y la propia desconfianza de Seúl y Tokio hacia Pekín, y ahora de lo que se trata es de homogenizar una confianza política para encauzar la económica, y dado la tragedia que proporciona la guerra ucraniana, los chinos cada vez buscan más la «calma» que favorezca a un mundo menos tenso, pero las tensiones políticas siguen ahí, pues los riesgos geopolíticos y los cambios en los entornos comerciales internacionales siguen añadiendo incertidumbre a las tres economías asiáticas.
En la declaración final de la cumbre, las tres naciones reafirmaron la paz y la estabilidad y la prosperidad en la península coreana y el noreste de Asia y subrayaron la desnuclearización del programa de modernización armamentístico, sin mencionar a Corea del Norte, tal vez para no molestar a Pyongyang, que lleva realizando desde 2021, o la propia colaboración de Pyongyang con Moscú básica para poner en órbita su primer satélite el año pasado.
En los últimos años China no solo se ha mostrado tibia con respecto a las insistentes pruebas armamentísticas norcoreanas, sino que incluso ha brindado un apoyo velado a estos programas al enviar delegaciones a desfiles militares en Pyongyang, y ha evitado aprobar nuevos paquetes de sanciones de la ONU, que sigue sancionando a Corea del Norte.
Y, por último, en esta cumbre no se citó a Taiwán, el punto de fricción más elevado entre las dos primeras potencias mundiales, pues la creciente tensión en el estrecho de Taiwán y sus alrededores, con el Ejército chino realizando ejercicios y distintos despliegues militares intimidatorios, no fue tratada en la reunión, lo que no evita que la realidad en la isla taiwanesa sea actualmente un rincón enormemente tenso en la geopolítica mundial y más cuando Pekín sabe que Tokio y Seúl valoran mantener el ‘statu quo’ y la libertad de navegación en la zona, algo que ha llevado a Pekín a replicar en numerosas ocasiones que todo lo relacionado con la isla, a la que considera una provincia rebelde sobre la que ostenta soberanía, es un asunto interno.