Alianza militar para frenar a China (y III): El polvorín de los mares dispara el gasto defensivo

El destructor de EEUU USS Ralph Johnson navega en el mar de China Meridional. | U.S. Pacific Fleet, Flickr
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Madrid. Australia siempre ha mostrado preocupación por el auge de China en el mar de China Meridional, pero ahora, con el acuerdo militar Aukus que ha firmado a tres bandas con Estados Unidos y Reino Unido, va a tener más protagonismo. De hecho, las últimas escaramuzas entre Canberra y Pekín se originaron cuando ambos países mostraron hace un año choques dialécticos que saltaron al mercado con la imposición por parte del gigante asiático de aranceles a la importación de varios productos australianos, como la cebada, el vino, el carbón o la carne de vacuno, que se vieron directamente afectados por la guerra comercial entre ambos países, aunque Australia llegó a acusar a China de tomar represalias por la investigación sobre el origen de la COVID-19, que se detectó en la ciudad china de Wuhan, impulsada por Australia. 

Malasia e Indonesia ya han lamentado que ese acuerdo militar provocará que otras potencias actúen de manera más agresiva en la región en clara referencia a los litigios existentes en el mar de China Meridional por la serie de reivindicaciones marítimas de Pekín, unas reivindicaciones cada vez más enconadas ante un hipotético, y de momento improbable, enfrentamiento, dado que EEUU no permite ese expansionismo chino en esas aguas. China, Taiwán y Vietnam demandan la soberanía completa del archipiélago Spratly, reivindicado de manera parcial por Malasia y Filipinas, mientras los litigios entre Pekín y Hanoi se prolongan en las islas Paracelso, de menor extensión: Las aguas del mar Meridional cada vez son más tensas, donde también Brunei se une a sus reclamaciones.

China arguye razones históricas para certificar que lo que hace en el mar Meridional es totalmente legal. Sin embargo, EEUU considera ilegal la reclamación china sobre la soberanía de estas aguas, una postura más dura que en anteriores ocasiones al detallar en un comunicado el perímetro que considera fuera del control legítimo de Pekín.

Filipinas, con problemas por el control de las islas con China, ya ha manifestado su apoyo al acuerdo de defensa de Aukus entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia por su utilidad para mantener el equilibrio de fuerzas en la región del Indo-Pacífico y fomentar así la paz y la seguridad.

Taiwán, mar de China Oriental y Japón

Taiwán y las islas Senkaku/Diaoyu en el mar de China Oriental, controladas por Japón desde 1972 y cuya soberanía reclama China, no quedan al margen de esta vorágine, en la que también vemos las tensiones entre la República Popular China e India, donde sus respectivas tropas se enfrentaron por problemas fronterizos en 2020, lo que obliga a ambos a armarse hasta los dientes y con EEUU vendiendo millones de armas a Nueva Delhi, que tiene a Washington como su mejor a aliado para frenar la hegemonía de Pekín en la zona. Además, Taiwán sigue provocando insomnios a los chinos para conseguir una “gran China”, pero por ahora una invasión de la antigua isla Formosa es difícil, la cual el Gobierno chino la considera parte de su territorio y sin descartar usar la fuerza para ejercer su control. 

Lo que realmente preocupa a Japón es la creciente tensión entre China y Taiwán y la rivalidad con EEUU, además del temor a un ataque nuclear norcoreano, de ahí que pese a las bases militares estadounidenses en el país nipón el Ministerio de Defensa japonés ha pedido un aumento de un 2,6 por ciento su presupuesto para 2022, aunque también le protege el acuerdo de defensa con EEUU. La carrera armamentística tiene en este rincón un importante auge y eso sin contar también con las bases militares americanas en Corea del Sur y el suministro militar para el reforzamiento de su estructura defensivas de las Fuerzas Armadas surcoreanas. El auge militar chino es una buena referencia que no les deja indiferentes. 

Japón ha estado fortaleciendo la defensa en las regiones e islas del suroeste del país, incluida la isla Ishigaki, donde se abrirá una nueva base militar con un sistema de defensa de misiles tierra-mar. Ishigaki se encuentra al norte de las islas Senkaku. Por todo ello, Japón ha visto muy bien esta nueva alianza militar de EEUU, Australia y el Reino Unido.

Pese a las tensiones entre Taipéi y Pekín, China es un socio comercial importante de Taiwán, pero ocurre que la isla no quiere estar bajo el control de China, y cada vez más los isleños denuncian la incursión de aviones militares chinos en su espacio aéreo, lo que agrava la tensión entre taiwaneses, chinos y estadounidenses. De momento, Taiwán bloquea a la gran China, Estados Unidos vende armamento a Taiwán y Pekín amenaza a Taipéi si se acerca militarmente a EEUU, pero la alarma está ahí y Taiwán ha enviado esta semana todos sus buques de guerra a la costa para simular la defensa ante un hipotético ataque de Pekín.

Por otra parte, el primer ministro australiano, Scott Morrison, lo ha dejado claro: «Sólo unos pocos países tienen submarinos nucleares y esta es una manera de hacer del mundo un lugar más seguro». Australia ha apretado un botón muy complejo que va tener consecuencias. El país oceánico quiere cooperar con submarinos, inteligencia artificial y sistemas de vigilancia, así como con misiles Tomahawk. Y EEUU le puede facilitar todo, y más cuando parece que gran parte de las relaciones internacionales va a tener mucho movimiento en esta área del Indo-Pacífico con una posible militarización del mar de China Meridional y todo lo que puede ocurrir en Taiwán, por cuyas aguas acaba de pasar un buque de guerra estadounidense y Pekín ha respondido con maniobras de combate en el suroeste del territorio taiwanés.

Cambio de cromos en los tratados comerciales

Y, además, la República Popular China también ha solicitado su ingreso en la Alianza Transpacífico (CPTPP, en sus siglas en inglés), un acuerdo de libre comercio que une a una docena de economías de la región, incluidos Japón, Canadá, Chile, Nueva Zelanda y la propia Australia, un asunto que necesita consenso y ciertas condiciones, pero Pekín lo solicita para contrarrestar en la medida que pueda influir el nuevo acuerdo del Aukus. Pekín sabe que la entrada a la CPTPP deberá tener el visto bueno de Canberra para su incorporación al tratado comercial.

Donald Trump sacó a EEUU del pacto del Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP) en 2017, conocido como Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), cuyo principal impulsor fue Barack Obama. Viendo las circunstancias que operan en el Pacífico, pues Pekín solicita ahora esa entrada para cubrir el espacio dejado por Washington, Joe Biden ha dicho en varias ocasiones que quiere volver al organismo. Otra pelea más, ésta económica, cuando aún no ha terminado la “guerra comercial”.

Y eso que China ya ha logrado un gran acuerdo de libre comercio en la región, la conocida Asociación Económica Integral Regional (RCEP, en sus siglas en inglés), firmado en 2019, donde se excluye a India y donde tampoco está Estados Unidos, y ahora Pekín busca meterse en el CPTPP. A EEUU le interesa entenderse bien con China al menos en el grave asunto del cambio climático, pero Washington va a tener que espabilar mucho porque las guerras comercial y la militar parece que no tienen freno en el gigante asiático, país que además de incrementar su presupuesto en defensa, ya lleva un tiempo dirigiendo el multilateralismo a pesar de sus detractores en asuntos políticos. Está claro que pese al “miedo a China”, Washington quiere que Pekín colabore en los desafíos del cambio climático.

Estados Unidos y en especial su presidente, Joe Biden, han quedado muy tocados con el desastre de Afganistán, y ahora lo único que puede compensar el batacazo a su política exterior es evitar que China siga ampliando su hegemonía mundial y ver si es posible una cumbre con Corea del Norte para desbloquear el asunto nuclear norcoreano a cambio del levantamiento de las sanciones que pesan sobre el régimen de Kim Jong-un.

Pero que quede claro que el gasto militar en el mundo en 2020 ha aumentado un 2,6 por ciento en relación a 2019, y eso que estábamos luchando contra la pandemia, según revela el Instituto Internacional de Investigación por La Paz de Estocolmo (SIPRI). Es decir, si el mundo gasta unos dos billones de dólares (alrededor de 1,65 billones de euros) en la inversión en defensa, que ha ascendido hasta llegar a niveles de la Guerra Fría, complicado será destinar otras partidas que no sean exclusivamente de defensa, y más en países que operan estratégica y militarmente como armas exclusivas de sus propios intereses políticos por encima de los económicos a nivel global.

El PIB mundial caía un 4,4 por ciento, pero Estados Unidos, Rusia y China, las grandes potencias militares, aumentaron su presupuesto militar, una tendencia que dio comienzo en 2013 y así Asia y Oceanía invirtieron alrededor de 450.200 millones de euros, luego están los altos presupuesto de defensa de las dos Coreas, además de Taiwán, que recientemente ha propuesto una partida presupuestaria de miles de millones de euros para desarrollar y comprar armamento, incluido misiles de crucero y buques de guerra a EEUU, para asegurarse su defensa ante un hipotético y por ahora improbable ataque chino a la isla, pero la industria de las armas se brotan las manos con esta inmensa riqueza que supone vender todo lo bélico.

De momento, EEUU lleva la delantera a China en cuando a presupuestos de defensa. China alcanzó en 2021 la cifra de 324.000 millones de dólares, o sea, un 6 por ciento y un 8 por ciento cada año durante los cinco últimos. De acuerdo a la agencia de Inteligencia Janes, el gasto de EEUU sigue por delante de Pekín, con 759.000 millones de dólares. China tenía 55 pequeños buques de guerra en 2020, más del doble de los que poseía hace cinco años, además ha botado seis grandes buques anfibios, tres desde 2015 y parece ser que en breve completará un tercer portaaviones, y todo indica que más grandes que sus predecesores. 

Y sin olvidar que China ya prepara su “aerolínea espacial” para 2045 y un dron hipersónico en Marte con el objetivo de colonizarlo, pero esta flota de naves hipersónicas unirá cualquier punto de la Tierra en dos horas, yendo a una velocidad de 6.000 kilómetros por hora, es decir, seis veces la velocidad del sonido, tal como ha señalado el periódico South China Morning Post.

Rusia no se queda atrás, pues ya ha aprobado sus misiles hipersónicos destructor de portaaviones y con gran éxito, pero eso sí, al parecer EEUU sigue fallando en sus objetivos con sus respectivas pruebas. Pero debilitar el expansionismo de China en la región a costa de mayores inversiones en armas supone una realidad global muy desequilibrante. Y es obvio que tanto EEUU como Australia le han dado a Francia una puñalada por la espalda.

Ahora con el acuerdo de defensa, el Aukus, el nuevo escenario internacional, además de Afganistán, la zona del Indo-Pacífico también marcará unas pautas que desembocarán en nuevos desafíos por conquistar espacios y ver quién llega antes a desarrollar la mejor arma armamentística. El gasto militar-nuclear no tiene visos de detenerse.

Joe Biden dice que Estados Unidos no quiere una guerra fría con China, mientras que el presidente chino, Xi Jinping, critica las intervenciones militares y los intentos de imponer la democracia a otros países, apostando por iniciar una nueva era de cooperación. Pero tanto a China como a EEUU sólo les interesa entenderse por el bien de la comunidad internacional y de sus propios intereses, que son muchos, entre ellos sobre el cambio climático y el comercial.

El mundo en llamas, ¿un mundo nuevo? o ¿un mundo menos seguro? En suma, más dinero, más presupuesto y más industria armamentística en este nuevo mundo global. Eso sí, el contrato del mundo en unos pocos no va a seguir como antes, pues cada vez hay más protagonistas interesados en arreglar la nueva realidad mundial.

(II) Alianza militar para frenar a China: La OTAN y la UE recelan del Aukus

(I) Alianza militar para frenar a China: Crece la carrera armamentística en Asia

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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