Turbulencias entre Japón y Corea del Sur en medio de otra “guerra comercial” (I)
Madrid. Las “guerras comerciales” están siendo el campo de batalla de los últimos meses con EEUU como principal protagonista en su lucha con China, pero ahora tenemos la de Japón y Corea del Sur, la cual se origina a causa de dos sentencias del Tribunal Supremo de Seúl que obligan a empresas niponas a indemnizar a los surcoreanos a los que sometieron a trabajos forzados durante la Segunda Guerra Mundial, en una situación tensa que económicamente no favorece a nadie.
El Gobierno japonés ha decidido imponer restricciones en las exportaciones de materiales de alta tecnología a Corea del Sur y los medios nipones señalaron que la medida respondía a la sospecha de que las autoridades surcoreanas habrían enviado materiales de este tipo a Corea del Norte, lo que supondría un incumplimiento de las sanciones contra el régimen de Pyongyang, que Seúl niega.
Lo que está claro que Donald Trump en su enfrentamiento con China ha provocado temores internacionales, una disputa que en gran parte tiene su propio origen en la política proteccionista del presidente estadounidense, y ahora la pelea entre Tokio y Seúl afectará a las tecnologías internacionales, incluidas las operaciones de Samsung en el estado de Texas (EEUU) o también -como se ha visto ya- los precios de las memorias DRAM subieron por primera vez en 10 meses debido a las restricciones impuestas por Japón a la exportación a Corea del Sur.
El pasado 4 de julio entró en vigor una nueva normativa nipona que impone restricciones a la exportación hacia Corea del Sur de productos químicos utilizados para la producción de microchips, pantallas planas y teléfonos móviles. La medida, según Seúl, es considerada como una respuesta a la decisión del Tribunal Supremo surcoreano de imponer a empresas japonesas compensaciones por el trabajo forzado durante la ocupación japonesa de Corea (1910-1945).
El desencadenante de la situación fue el fallo del Tribunal Supremo surcoreano de finales de 2018, que contemplaba que las empresas niponas con presencia en Corea del Sur fueran obligadas a pagar compensaciones a ciudadanos coreanos (o sus herederos) esclavizados por estas compañías durante la II Guerra Mundial.
Las restricciones japonesas afectan al fluoropolímero, a los gases para grabado y a la transferencia de tecnologías sobre fabricación y cuyos exportadores deberán ahora solicitar un permiso para cada cargamento que quieran enviar a Corea del Sur en un proceso que supone unos 90 días de retraso. Japón produce aproximadamente el 90 por ciento del fluoropolímero y el 70 por ciento del gas para grabado del mundo.
Por su parte, Seúl ha respondido con firmeza a las críticas de Japón y acusó al Gobierno nipón de violar el derecho internacional con las restricciones impuestas a Corea del Sur para la exportación de materiales clave para fabricar chips de memoria.
Corea del Sur se ha quejado a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que considera que esta medida puede dañar los principios del organismo sobre la base de las normas del libre comercio que recientemente se han tratado en la cumbre del G20 en la ciudad japonesa de Osaka.
Además, Seúl, que considera que esta decisión nipona es una represalia por el fallo judicial, va a recurrir ante la OMC, y Tokio piensa llevar el asunto de la disputa con Corea del Sur por la indemnización de las víctimas de trabajos forzosos ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), pero el Gobierno surcoreano ya ha rechazado que haya un arbitraje internacional sobre las sentencias del Tribunal Supremo que ordena que empresas niponas indemnicen a surcoreanos a los que obligaron a trabajar en sus fábricas en la Segunda Guerra Mundial.
Fuentes cercanas al Ejecutivo surcoreano estiman que aceptar un arbitraje internacional sobre este asunto sería quitar credibilidad a la justicia surcoreana, de ahí el rechazo a esa posibilidad, pero que enturbia de una forma vehemente las actuales relaciones entre las dos naciones, que pese a un pasado “doloroso” el momento actual exige un mayor entendimiento en aras de poner fin a todo lo relacionado con la etapa nipona en la península coreana y al mismo tiempo unos diálogos definitivos que convenzan a ambas partes para finiquitar esta parte tan siniestra de la historia que ponga fin a las turbulencias existentes entre los dos vecinos.