Taiwán, el expresidente Ma y la oposición buscan la reunificación pacífica con Pekín

| Vincent Chien, Flickr
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Madrid. Mientras Taiwán se recupera del terremoto que golpeó a la costa este de la isla, con 13 muertos y cerca de 1.200 muertos la pasada semana, la geopolítica taiwanesa sigue marcando estratégicamente mucho de lo que se cocina en el Pacífico y de la rivalidad entre China y Estados Unidos, pues cualquier movimiento político tiene un importante valor referencial, como la reciente visita del expresidente Ma Ying-jeou (2008-2016) a China continental o la del vicepresidente del Kuomintang (KMT), el principal partido de la oposición taiwanesa, Andrew Hsia, con el objetivo de una reunificación pacífica de la que desconfía el gubernamental Partido Democrático Progresista (PDP) taiwanés.

Tanto Ma como Hsia han efectuado sendos viajes a la República Popular China y ambos han tratado de rebajar tensiones. Ma encabezó una delegación de estudiantes cuyo viaje, a principios de abril, recordó al de 2015 cuando se reunió con el presidente Xi Jinping, en Singapur, un encuentro que supuso la primera reunión de líderes de ambos lados del estrecho de Taiwán desde el final de la Guerra Civil china en 1949, mientras que el vicepresidente del partido opositor del Kuomintang, Andrew Hsia, en enero pasado tuvo una serie de reuniones con empresarios y estudiantes, pero siempre dijo que el KMT ha defendido la soberanía y los límites de la República de China (Taiwán).

No obstante, estos viajes se han producido a poco más de un mes de la toma de posesión de Lai Ching-te (PDP) como presidente de Taiwán, que sustituirá a Tsai Ing-wen, el 20 de mayo próximo, para los próximos cuatro años, y dentro de una realidad política compleja tras los comicios presidenciales de enero pasado con el triunfo soberanista, pero con la particularidad de una legislatura que supone un nuevo periodo político donde los partidos de la oposición lograron la mayoría en el Parlamento taiwanés (Yuan Legislativo) en los también celebrados comicios paralelos.

El reciente incidente marítimo desatado entre China y Taiwán, en febrero pasado, cuando una lancha rápida china tripulada por cuatro supuestos pescadores volcó cuando huía de guardias costeros taiwaneses, causando la muerte de dos de ellos, que procedían de las islas Kinmen, ubicadas a pocos kilómetros de la ciudad suroriental china de Xiamen pero controladas por Taipéi, constituyó una muestra más de la realidad política que desarrollan Pekín y Taipéi.

Las islas Kinmen han sido objeto de múltiples disputas entre China y Taiwán a lo largo de las últimas décadas, dado que esa ciudad costera es un escaparate de Pekín para captar a residentes y empresas taiwaneses y así incrementar la cooperación con la isla gobernada democráticamente, la cual tiene sólidas fortificaciones antitanques en una de las playas de Kinmen, en Taiwán, frente a la ciudad china de Xiamen, que trata de atraer a su lado a los taiwaneses.

Las islas Kinmen se sitúan a escasos diez kilómetros de la ciudad china de Xiamen, en el sureste del país, y a otros 187 kilómetros de la isla principal de Taiwán. Un archipiélago en donde viven alrededor de 120.000 taiwaneses, y con múltiples disputas entre China y Taiwán a lo largo de las décadas, destacando el bombardeo masivo de 1958, cuando el Ejército chino abrió fuego contra las islas en el marco de la segunda crisis del estrecho de Taiwán.

No obstante, todo parece que el día a día transcurre con normalidad, pero es obvio que al margen del incidente marítimo, los viajes de Ma y del dirigente del KMT a China, la presión de Pekín sobre Taiwán, las continuas observaciones de advertencia de Pekín y Washington en la que la rivalidad por su control no es baladí o el importante escenario que se ubica en la zona por el control del Pacífico o las actuales tensiones entre Filipinas y la República Popular China en las disputadas aguas del mar de la China Meridional forman parte de una realidad política tensa, en la que el Gobierno taiwanés desconfía para llevar a cabo proyectos hacia un entendimiento con Pekín mientras la China continental no abandone esa presión constante sobre Taiwán.

Taiwán no quiere estar bajo el control de China, y cada vez más los isleños denuncian la incursión de aviones militares chinos en su espacio aéreo, lo que agrava la tensión entre taiwaneses, chinos y estadounidenses, pero está claro que estratégicamente Taipéi sigue siendo vital para EEUU, sobre todo con la cada vez mayor influencia de China en Asia, pues el Pacífico ahora es el núcleo de la rivalidad entre Pekín y Washington y en el estrecho de Taiwán radica la división en dos mares: mar de China Meridional y mar de China Oriental.

Tras el terremoto, la industria de semiconductores de Taiwán reinició sus operaciones y la Taiwan Semiconductor Manufacturing Co., el principal productor de chips avanzados para Apple Inc. y Nvidia Corp., reanudó la producción menos de 24 horas después de evacuar al personal y detener las operaciones. La compañía dijo que no ha habido daños en su equipo de fabricación de chips más crítico y el Gobierno taiwanés revisó los códigos de construcción y otras regulaciones después de un terremoto en 1999 que ocasionó la muerte de más de más de 2.400 personas, pero Taiwán continúa desarrollando estas tecnologías sin problemas, y sin olvidar que la pugna de los semiconductores entre China y Taiwán nunca dejará a EEUU con los brazos cruzados.

Y precisamente la empresa taiwanesa de semiconductores TSMC construirá una tercera fábrica en la ciudad estadounidense de Phoenix, un proyecto que elevará la inversión total de la compañía en el estado de Arizona en 65.000 millones de dólares, señaló esta misma semana el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

La confianza es vital en la política. Hong Kong, «un país, dos sistemas», ya no funciona en la antigua colonia británica. El éxito de su democracia tras pasar a manos de Pekín en 1997 ha quedado prácticamente anulada con largas sentencias judiciales y la reciente «ley de Seguridad», y de ahí que ante esa misma fórmula, Taiwán, con una democracia consolidada en todos los órdenes, haya dicho constantemente que es un país soberano y que son los taiwaneses los que deciden su futuro.

Pekín considera a Taiwán una provincia rebelde desde que los nacionalistas del Kuomintang se replegaron en la isla en 1949 tras perder la guerra civil contra el ejército de Mao Zedong. Y es ya uno de los mayores conflictos entre China y EEUU, debido sobre todo a que Washington es el principal suministrador de armas de Taiwán y sería, según expertos, su mayor aliado militar en caso de un conflicto bélico con China, que pese a acorralarla por ahora no la va a invadir.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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