Las sanciones impiden el éxito de la cumbre Kim-Trump, pero habrá una tercera cita
Madrid. La segunda cumbre entre Kim Jong-un y Donald Trump tenía un punto esencial para el éxito total de esta segunda cita como era, entre otros temas, el levantamiento de las sanciones a Corea del Norte que están haciendo mucho daño a su economía, pero el presidente estadounidense, a pesar de terminar la reunión de Hanói en fracaso, no cerró las puertas a una tercera reunión.
Kim esperaba que el ofrecimiento del cierre del centro nuclear de Yongbyon era suficiente, pero Trump no lo consideró adecuado e incluso señaló que “no hay prisas”. “Lo importante es que los dos países lleguen acuerdos”, pero el hecho de que el propio presidente estadounidense señale que la “velocidad no es lo importante” demuestra lo complejo que es su arsenal nuclear norcoreano, pero las sanciones no pueden permanecer “sine die”, dado que ello dificultad el diálogo.
Al menos diez años podría tardarse el desmantelamiento completo del programa nuclear norcoreano, además de un coste en torno a los 20.000 millones de dólares, coste que obviamente no va a pagar Corea del Norte, de ahí la necesidad de encontrar una solución a las sanciones que merman la economía norcoreana.
Kim Jong-un está dispuesto a desmantelar su programa nuclear, en especial el centro de investigación nuclear de Yongbyon, donde produce su combustible para bombas atómicas. No obstante, pese al fracaso de esta segunda cita las perspectivas de un nuevo encuentro no han desaparecido, pues la realidad se impone y Corea del Norte no va a volver a su “ofensiva” nuclear de 2017 y 2016 que dieron lugar a las actuales sanciones impuesta a Pyongyang.
Donald Trump necesita un acuerdo claro que convenza a los de su Partido Republicano, donde una gran parte de sus miembros han criticado las negociaciones que mantiene la actual Administración de la Casa Blanca, de ahí sus exigencias a Kim para el total desmantelamiento nuclear, pero el líder norcoreano también busca seguridad y no va a conceder nada antes si no tiene el compromiso firme de Estados Unidos de que no atacará al país, cuyo régimen insistirá que el levantamiento de las sanciones son claves para el diálogo entre las dos partes.
China analiza la situación y sabe que un mal acuerdo también le repercute, sobre todo en el tema de la seguridad y más cuando EEUU tiene 28.500 soldados en Corea del Sur y los misiles de defensa estadounidenses THAAD ya instalados en suelo surcoreano no garantizan la plena confianza ni a chinos ni a norcoreanos.
Mientras Donald Trump informa al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y al primer ministro japonés, Shinzo Abe, sobre la cumbre vietnamita, reconociendo que las sanciones actuales al régimen norcoreano son “fuertes”, el viceministro de Asuntos Exteriores norcoreano, Ri Kil-song, explica a China el fracaso de lo sucedido en Hanói.
Desde la distancia la pugna entre Pekín y Washington no es la baladí para concretar acuerdos que den la solución definitiva no sólo al desmantelamiento nuclear, sino también al lento fin de las sanciones y a una declaración final de paz de la “guerra coreana” (1950-53), hechos que no pueden quedar en segundo lugar, sobre todo cuando China y Rusia insisten en el levantamiento de las sanciones.
Una tercera cumbre a lo largo de 2019 puede concretar todos estos puntos que son claves para el éxito de una nueva cita y sobre todo para la estabilidad definitiva en la península coreana.
En definitiva, Trump ha justificado la decisión de terminar anticipadamente la cumbre con Kim Jong Un porque se llegó a la conclusión de que «no había nada bueno que firmar» y el líder norcoreano insistía en el levantamiento de todas las sanciones, algo en lo que Estados Unidos no podía ceder.
No obstante, el propio Trump dijo que Estados Unidos está dispuesto a ayudar a Corea del Norte, incluso económicamente, y ha apuntado a que seguramente otros países como China y Japón también lo estarán, pero la realidad actual no es cómo la analiza el propio presidente estadounidense, sino que Kim Jong-un no desea verse debilitado y mucho menos en inferioridad política ante EEUU.
Kim Jong-un quiere el desmantelamiento, pero no quiere hacerlo con acuerdos que debiliten a su régimen. «Si no estuviera dispuesto a hacer eso, no estaría aquí ahora», explicó Kim antes de que terminara precipitadamente la reunión de la segunda jornada de la cita de Hanói.
Lo que demuestra esta cumbre, es la habilidad de los norcoreanos para saber jugar sus cartas. Como gesto de buena fe, USA enviará ayuda y dólares a Corea del Norte pero no me queda claro hasta donde está dispuesto Corea del Norte en avanzar en este tipo de Cumbres. Porque detrás de Kim Jon Un, quien realmente controlan el país son unos dos mil generales y se hará lo que ellos decidan y eso lo sabe el presidente Kim Jon Un y sabe lo del Efecto Ceaucescu.