La inestabilidad del petróleo fortalece la influencia continental del nordeste asiático (y II)

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Madrid. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ratificó el 16 de enero la puesta en marcha del pacto nuclear, que ha promovido el notable incremento de las importaciones de petróleo, la creación de planes de inversión para la modernización de la industria iraní y la gestión compartida de refinerías entre Irán y los sectores público y privado del nordeste asiático, así como la reanudación de las visitas oficiales a Teherán por parte de los ejecutivos de China y Corea del Sur.

Tanto Xi Jinping como Park Geun-hye han mantenido encuentros con el presidente iraní, Hasán Rohaní, y el líder supremo de la República Islámica, el ayatolá Alí Jameneí, en Teherán desde el anuncio del OIEA, a excepción del primer ministro japonés, Shinzo Abe, que no viajará al país persa hasta la elección del nuevo presidente estadounidense, tras cancelar el encuentro previsto para este mes, informó la agencia nipona Kyodo.

El presidente chino aterrizó en Teherán el 22 de enero procedente de Egipto, antes de partir hacia Arabia Saudí, donde concluyó su primer viaje a la zona luego del ascenso al poder en 2013, convirtiéndose en el primer mandatario extranjero que visitaba Irán tras la resolución del OIEA.

Con relaciones diplomáticas desde 1971, Jiang Zemin fue el último jefe de Estado chino que visitó de forma oficial el país, en 2002, a pesar de que la cooperación bilateral continúo vigente una vez impuestas las sanciones internacionales. Durante el último año, las importaciones de petróleo de China respecto a Irán crecieron un 19 por ciento.

China, además, forma parte del comité creado en 2006 que negoció con el régimen iraní la firma del acuerdo nuclear el pasado año, el denominado Grupo 5+1, que integra a Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Francia, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y Alemania.

Corea del Sur incrementó un 115 por ciento la adquisición de petróleo procedente de Irán desde julio de 2015, hasta superar los 250.000 barriles diarios, a la par que el grupo surcoreano SK Energy firmaba un contrato de 20 millones de dólares -18 millones de euros- para el desarrollo y la optimización de la industria petrolera iraní, mientras Daewo E&C acordaba con la corporación Bahman Geno la construcción de una refinería en la urbe de Jask, al sur de Irán.

El encuentro de Park Geun-hye con Rohaní y Jameneí, realizado en mayo, significó la primera reunión celebrada en Teherán entre los máximos dirigentes de ambos países desde que Corea del Sur e Irán estableciesen relaciones diplomáticas en 1962.

Japón, por su parte, ha convertido a Irán en su cuarto mayor socio petrolífero, por detrás de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, al aumentar un 60 por ciento las importaciones, hasta los 308.000 barriles diarios, al tiempo que el Ejecutivo nipón determinaba en junio un plan de inversión cifrado en 10.000 millones de dólares -9.000 millones de euros-, y las sociedades japonesas JGC y Marubeni ultiman un convenio para la planificación del consumo de energía en la refinería fronteriza con Irak de Abadán.

Mientras, en la costa oeste del golfo Pérsico, la dinastía Saud intenta contener el auge de Irán mediante la intensificación de la rivalidad, el debilitamiento del precio del barril y el refuerzo de alianzas con terceros países, pero el impacto logrado internacionalmente por el renacimiento comercial iraní es inalcanzable a corto plazo para Arabia Saudí, inmersa en un plan estatal de reestructuración que prevé reducir la dependencia económica del petróleo.

Durante la visita de Xi Jinping a Riad, que estableció las relaciones entre China y Arabia Saudí de ‘’asociación estratégica integral’’, el presidente chino inauguró junto al rey saudí, Salman bin Abdulaziz, la refinería Yasref, en la ciudad costera de Yanbu, un proyecto financiado con 16.000 millones de dólares -14.350 millones de euros- por el Gobierno chino, que administran las petroleras estatales saudí y china Saudi Aramco y Sinopec, respectivamente.

Entre tanto, el ministro de Defensa y príncipe heredero sustituto a la corona, Mohamed bin Salmán, visitará esta semana China y Japón antes de liderar la delegación del país árabe en la cumbre anual del G20 que albergará la ciudad china de Hangzhou, en la provincia de Zhejiang, los días 4 y 5 de septiembre.

En definitiva, la inestabilidad del petróleo favorecida por el poderío comercial de Irán ha abierto un nuevo escenario en Oriente Medio que el nordeste asiático trata de acaparar figurando el papel de protagonista, a través de la diplomacia, el comercio y la inversión, mientras Estados Unidos abandona progresivamente la estrategia militar desarrollada en la zona y centra la mirada en el Pacífico.

Aunque el compromiso transmitido al exterior por China, Japón y Corea del Sur apuesta por la estabilidad de Oriente Medio, por la resolución interna de los problemas entre las partes involucradas, la voluntad de puertas para adentro va encaminada a ocupar el vacío de poder imperante en la región, ya sea en conjunto o por separado, con la presión de Washington sobre Tokio y Seúl. El continente asiático se supedita, definitivamente, a las tres potencias del nordeste.

Sergio Perea Martínez

Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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