La incertidumbre de la economía china

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Madrid. La Bolsa china sigue su caída paulatina, sigue creando incertidumbre y sobre todo sigue creando preocupación a nivel mundial, cuya inestabilidad en las de Shenzhen o Shanghái originan cada vez más inestabilidad, una crisis bursátil provocada, en parte, por la falta de confianza de los inversores en la economía china que ha supuesto un pequeño cambio en la estructura del Gobierno del “gigante asiático”.

China está cambiando su modelo de crecimiento. Pekín está volcado en la liberalización de su economía, quiere abrirla a la inversión extranjera y lo que busca es dar un impulso al consumo para crecer aprovechando su potencial demográfico, pero hasta ahora el crecimiento ha estado más centrado en el sector industrial.

Obviamente China necesita reformar sus mercados, abrirse al exterior, además el yuan que pertenezca a la cesta de divisas del FMI ayuda a lograr ese objetivo, pero el FMI pide a China que mantenga el tono reformista para superar las debilidades que muestra su economía, así como modernizar su sistema financiero y reforzar la divisa.

Hay que analizar que la política del yuan parece un poco desconcertante, con devaluaciones pequeñas cada día, lo que ha generado incertidumbre y algunos inversores descuentan una gran devaluación y sin olvidar como dicen algunos expertos que realmente la bolsa china es minorista, no mucha liquidez y con inversores particulares, aunque cuando la economía china se resfría el mundo sufre sus consecuencias y más cuando sigue siendo comprador de deuda de EEUU y otros países.

El mercado lo que necesita es un mensaje claro porque el mayor enemigo de las bolsas siempre es la incertidumbre y es precisamente esto lo que está sucediendo en China, es decir, volatilidad en los mercados porque los inversores desconfían de la capacidad del Gobierno del país para capear la situación, una tónica que probablemente seguirá en los próximos meses.

China quiere seguir liberalizando la economía. La medida para facilitar las salidas a bolsa a las empresas chinas, reduciendo trámites burocráticos y los controles férreos del regulador bursátil antes de dar el salto al parqué, se enmarca en esos esfuerzos, de ahí se cree que animará a las compañías a lanzarse al mercado en busca de financiación para sus proyectos, con lo que probablemente se registrará un aumento de estas operaciones. En definitiva, con ello China podrá captar inversión, fondos para las empresas, lo que contribuirá a su desarrollo y crecimiento.

Por otra parte, el que el Fondo Monetario Internacional (FMI) incluya al yuan en su cesta de divisas de reserva internacionales ayuda a ese objetivo de fomentar la demanda de esta divisa a escala mundial, de modo que la economía china dé un paso más para estar en la élite, teniendo así un papel más importante.

Mientras tanto, China seguirá llevando a cabo reformas económicas, irá liberalizando el tipo de cambio y el sistema financiero que hasta ahora estaban estrechamente sujetos al control del gobierno  y pese a que su crecimiento para 2016 estará en torno al 6,8 por ciento, todas las medidas económicas se verán reflejadas a mediados del presente año y será también momento de entrar en análisis más profundos sobre la segunda economía mundial.

No obstante, la sociedad china no está tan preocupada por el futuro político sino más en mejorar su nivel de vida, cuyo Gobierno quiere eliminar la pobreza con el objetivo de que esté totalmente erradicada en 2020, pero el sistema político no es tan cuestionado, pese a los muchos problemas internos, y que no debe ser óbice para reformas, pero el capitalismo chino funciona con un Partido Comunista chino (PCCh) intervencionista, pero son 1.370 millones de ciudadanos.  ¿Cómo se controlan?

Está claro que la economía china sufre una desaceleración, hay un cambio de modelo económico, crece la inversión y caen las exportaciones, hasta un 7 por ciento el pasado año mientras el valor de las importaciones disminuyó en un 13,2 por ciento en especial por la caída de los precios de las materias primas.

Es evidente que las autoridades chinas están metidas de lleno en un proceso de cambio de modelo económico basado en las ventas exteriores y la inversión a otro mucho más dependiente como el consumo interno, aún lejos en comparación con Occidente, ya que, según distintas fuentes, sólo llega al 30 por ciento mientras que en los países desarrollados radica en el 60 por ciento. ¿Pero está realmente garantizada la transparencia a la economía real?

Sin embargo, pese a la ralentización económica experimentada en China en 2015 el número de empresas de nueva creación ha supuesto un nuevo record alcanzando las 4,44 millones de nuevos negocios, según datos ofrecidos por la Administración Estatal de Industria y Comercio (AEIC).

Tampoco ha quedado al margen la crisis del petróleo, donde las crecientes tensiones en el seno de la OPEP, que dificultan un recorte de la producción a corto plazo, y las turbulencias de la economía china, han disparado los temores sobre el futuro de la demanda y además han recrudecido una sangría en los precios del petróleo a la que los analistas aún no ven fin.

De hecho, China a hundido el petróleo en su nivel más bajo desde 2003 a causa del pesimismo reinante sobre el futuro de China, el mayor importador mundial de crudo.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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