Japón reforma su Constitución pacifista para hacerla más militarista
Madrid. La propuesta del primer ministro japonés, Shinzo Abe, de revisar la Constitución pacifista nipona para hacerla más militarista y así poder participar en conflictos bélicos con el argumento de que tiene que defenderse del auge militar de China y de las amenazas nucleares norcoreanas, no sólo ha creado alarma entre sus vecinos, en especial en el “gigante asiático”, sino una incertidumbre que puede desembocar en una carrera hacia el militarismo en la zona.
Lo que está claro que la presencia militar de EEUU en gran parte de Asia, unida a la creciente rivalidad entre japoneses y chinos, justifica que China se sienta insegura en su propia frontera y más cuando actualmente los litigios entre China y Japón por el asunto de las disputadas islas de Senkaku / Diaoyu, (bajo administración nipona, pero que las reclama Pekín) Washington ha manifestado siempre que defenderá a Japón ante un posible ataque de Pekín.
“El significativo incremento del presupuesto militar en Asiaes el resultado del crecimiento económico de China y de sus ambiciones de poder y Pekín quiere estar listo para contrastar de manera eficaz cualquier intervención de Estados Unidos en disputas territoriales que involucren a sus vecinos, como por ejemplo Taiwán”, según cálculos del Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI).
De hecho, el informe sobre la defensa nacional de 2013 publicado por el Gobierno de Taipei confirma parte de las tesis de este organismo cuando las propias autoridades taiwanesas subrayan el constante crecimiento de la fuerza china con respecto a la de EEUU, y alertan de que en 2020 Pekín podría ser capaz de invadir y ocupar la isla.
El éxito del sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos, que ha estado repleto de problemas en el pasado y con muchas dudas, logró interceptar a primeros de junio con éxito un misil balístico de medio alcance en una prueba realizada sobre el Pacífico y obviamente este operativo ha sembrado inquietud en China, que con el objetivo de proteger a EEUU de los misiles de largo alcance que podrían lanzar países como Corea del Norte o Irán, el Pentágono no cede en su política militar en la zona con bases militares en Corea del Sur y Japón con cerca de 80.000 soldados, además Washington ha incrementado sus acuerdos militares con India, Tailandia, Singapur, Vietnam y Filipinas, y son estos dos últimos países donde los roces con Pekín son notorios en la actualidad a causa de las disputa territoriales.
De esta forma, con un presupuesto de defensa de 600.400 millones de dólares en 2013, Estados Unidos se mantiene como primera potencia militar del mundo, a pesar del auge de China y otros países asiáticos, según informó el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), y luego aparece China, que el año pasado invirtió 112.200 millones de dólares -que, como sus vecinos de Japón y Corea del Sur, aumentan su presupuesto-, frente a los 68.200 millones de dólares de Rusia, en tercera posición.
China quiere que se le reconozca mundialmente, en especial, Occidente, que tiene un protagonismo importante en el mundo global actual, pero también es cierto de las enormes sospechas que hay en sus ciudadanos de que EEUU, Europa y Japón ponen todo tipo de trabas para su progreso y ascenso del “gigante asiático”, que contempla como también en el campo científico y tecnológico, clave para consolidar su crecimiento económico, sufre zancadillas para su despegue definitivo. En suma, es cierto que hay cierta inquietud hacia el nuevo imperio chino y esto lo saben los chinos que no quieren que otros países limiten su desarrollo.
China como el país más poblado del planeta todavía sigue en vías de desarrollo, de ahí que muchos chinos no entiendan los obstáculos que le ponen para su crecimiento y que de forma constante en el extranjero siga despertando un gran recelo, sobre todo cuando su renta per cápita es 4 y 8 veces menor que la de los europeos y estadounidenses, por ello, según su ciudadanía, el país se enfrenta a una hostilidad internacional que puede bloquear su ascenso y amenazar el futuro del “gigante asiático”.
Para los chinos, su principal enemigo, desde el punto de vista histórico, imaginario e incluso real es Japón. Desde diciembre de 2012, con la vuelta al poder de Shinzo Abe, identificado con el ala más nacionalista del país, y con su claras intenciones de modificar el contenido pacifista de la Constitución nipona, así como el aumento de los presupuestos destinados a comprar submarinos, destructores, aviones y drones, han servido en China para confirmar los deseos nipones de consolidar su proceso de rearme para defenderse –dice Tokio- de las amenazas nucleares norcoreanas y del desarrollo militar chino.
El diario Global Times recordaba recientemente que “la mayor amenaza a la seguridad y la paz en China y Asia no proviene de Estados Unidos, sino de Japón y resalta que durante la Segunda Guerra Mundial, Japón invadió la mayoría de países asiáticos, provocando millones de muertos” y luego, subraya el rotativo las frecuentes protestas no sólo de Pekín, sino de países como Corea del Sur, entre otros, por las visitas de Shinzo Abe al polémico santuario de Yasukuni en Tokio, vinculado al pasado militarista nipón.
Japón, que viene aumentando su presupuesto militar, pese a tener aún una Constitución pacifista, quiere a toda consta modificar su Constitución de 1947 y derogar el artículo 9, donde Japón renuncia para siempre a la guerra para solventar cualquier disputa, ya que el papel de sus Fuerzas Armadas, tras su derrota en el Segunda Guerra Mundial, quedó limitado a la autodefensa, pero ahora desea transformar todo en un gran Ejército.
Habrá que ver qué pasará en los próximos meses, pero esta nueva política militar de Abe también inquieta a Corea del Sur, que mantiene diversas disputas, entre ellas de las islas Dokdo/Takeshima, controladas de facto por Seúl y reclamadas por Tokio, pero lejos de una nueva “guerra fría” en el Pacífico están los intereses de los tres países, donde sólo los PIB de Japón, Corea del Sur y China totalizaron en 2012 hasta 15 billones de dólares, lo que supuso el 20 por ciento del total mundial registrado y un 70 por ciento del de Asia.
Lo que si es evidente que hacer una lectura de todo este nuevo conglomerado político-económico-militar no es tarea fácil, pero hay que resaltar que China, Japón y Corea del Sur importan y exportan mucho entre ellos, son, en suma, grandes socios comerciales, no hay más que ver los porcentajes de exportación e importación en todos los casos. Es decir, dependen económicamente los unos de los otros en gran medida.
Por ahora, la reinterpretación de la Constitución deberá ser aprobada por el Parlamento japonés, donde hay división sobre el tema ya que el Nuevo Komeito, partido budista que forma coalición de Gobierno con el Partido Liberal Demócrata (PLD), de Shinzo Abe, ha mostrado algunas reticencias a esta iniciativa y además hay un 49 por ciento de la población que se opone a reinterpretar la Carta magna nipona, mientras que sólo el 38 por ciento lo apoya, según señaló en una reciente encuesta el diario nipón Nikkei.
Santiago Castillo, periodista, escritor, director de AsiaNortheast y experto en la zona
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