La guerra de Ucrania involucra a Corea del Norte, que podría enviar armamento a Rusia
Madrid. Los tiempos en política consisten en saber medir el momento oportuno, pero el líder norcoreano, Kim Jong-un, no sólo está dispuesto a emular a su abuelo Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte en 1948 y artífice de las estrechas relaciones con la antigua URSS, presentado como el «libertador de Corea» y gran aliado de Moscú en la región, sino que ahora su nieto se va a reunir con el presidente ruso, Vladimir Putin, en este mismo mes en Vladivostok, cerca de la frontera norcoreana, en una cumbre para suministrar «posiblemente» armamento a Rusia a cambio de comida y divisas, país que hace unos años perdonó a Pyongyang el 90 por ciento de la deuda norcoreana, que ascendía a unos 11.000 millones de dólares.
Estratégicamente, a Kim Jong-un este encuentro con Putin le va a suponer un reconocimiento interior que aún le va a dar más estabilidad al régimen, que controla todos los orificios posibles por donde pueda entrar un aire fresco que descontrole el pensamiento ‘juche’ de la sociedad norcoreana, la cual exaltará la enorme importancia de su líder en ayudar a Rusia en su guerra con Ucrania, unas alabanzas que simbolizan la idiosincrasia de su sociedad, donde el espíritu de la autosuficiencia marca la esencia de todo un pueblo con total adhesión a sus dirigentes. Ahora, la ayuda a Rusia le convertirá en un «gran estadista» que recordará a su abuelo Kim Il-sung en sus buenas relaciones con Moscú.
Desde hacía varias semanas Estados Unidos venía advirtiendo que Corea del Norte estaba dispuesta a enviar armas a Rusia, aunque ya al parecer lo venía haciendo indirectamente, pero el encuentro, aún se desconoce la fecha, será cuatro años después de la última vez y la primera que ambos dirigentes se reúnen en plena guerra de Ucrania, motivo principal de la cita tras el mal posicionamiento bélico de Moscú contra los ucranianos. Pyongyang siempre negó que hubiera enviado armas a Rusia, en concreto entregando artillería y canalizándolo al Grupo Wagner, y el régimen norcoreano insiste que no, al igual que ya hizo el año pasado cuando desde Washington alertaron de que Moscú le estaba comprando «millones de cohetes y proyectiles de artillería».
Estados Unidos está convencido de que Corea del Norte venderá armamento a Rusia, tal como lo hace actualmente Irán para un conflicto del que Moscú culpa a Washington de alargarlo con su ayuda a Ucrania, y claro, viendo el panorama de la guerra, Putin se agarra a lo que sea para no seguir debilitándose cada vez más en una guerra que iba a durar no más de dos semanas. La preocupación de EEUU ante la posible venta de armas también suscita la preocupación de Japón, que contempla que Pyongyang podría estampar un intercambio de armamento y tecnología aeroespacial y militar, que certificará aún más el sofisticado desarrollo nuclear y armamentístico de Corea del Norte pese a que vulnere las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
Este posible suministro de armas a Moscú para la guerra marcará la esencia del encuentro dada la necesidad que Rusia tiene de obtener proyectiles de artillería y misiles antitanque. A cambio, Pyongyang desea conseguir tecnología avanzada para satélites y submarinos nucleares, además de ayuda alimentaria para su población, mientras que también Corea del Norte sigue reforzando sus vínculos con China y Rusia ante la creciente cooperación en materia de seguridad entre Corea del Sur, Japón y Estados Unidos. O sea, más militarización en la región, mientras ya se prepara la cumbre de Kim Jong-un y Putin para lograr armas en una guerra que por ahora no tiene fin. Japón, país que siempre ha sentido la amenaza norcoreana, está cada vez más armado, como el resto de vecinos de la zona, una militarización de la que Pekín no es indiferente y una realidad que EEUU y China quieren seguir liderando con su hegemonía.
No obstante, el hecho de que Corea del Norte pueda enviar armamento a Rusia ha servido para que los países vecinos como Corea del Sur y Japón hayan mostrado su preocupación y han instado al régimen norcoreano a que sus actividades no obstruyan el orden y la paz internacional, pero esta nueva estrategia norcoreana hacia Moscú sirve para certificar que esta parte del Nordeste Asiático se polariza a causa de una mayor inestabilidad por el aumento de una mayor militarización, mientras EEUU, por su parte, ya ha advertido a Pyongyang que «pagará un precio en la comunidad internacional» si suministra armamento a Rusia destinado a la guerra en Ucrania y pidió al país que respete su compromiso público de que no lo hará.
La visita del ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, a finales de julio a Pyongyang sirvió también para certificar el buen momento entre ambos países, y a la vez agradeció a Corea del Norte su apoyo a la invasión de Ucrania, una visita que también fue aprovechada para visitar una exposición de armamento norcoreano.
Corea del Norte ha sido uno de los escasos países que ha subrayado públicamente su apoyo a la invasión a Ucrania por parte de Rusia y en repetidas ocasiones Occidente ha acusado a Pyongyang de proporcionar en secreto y de manera ilegal suministros militares a Moscú. Y precisamente para celebrar los 70 años del fin de la Guerra de Corea (1950-53) el régimen de Kim Jong-un invitó a una delegación rusa que encabezaba Shoigú y a otra de China con Li Hongzhong, miembro del Politburó chino.