La guerra contra TikTok: ¿Preocupaciones de seguridad o juego geopolítico?

| Foto de Solen Feyissa, Pexels.com
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Madrid. A lo largo de todo el mes de marzo se prolongó el conflicto entre Estados Unidos y la red social popular mundialmente conocida como TikTok, de origen chino. Legisladores, políticos y funcionarios de estados americanos por igual ven en la aplicación china una amenaza a la seguridad nacional estadounidense debido a su sofisticado sistema de recomendaciones e inciertas relaciones con las autoridades de Pekín.

El argumento de Washington es el siguiente: tanto TikTok como su propietaria ByteDance son empresas chinas y la Casa Blanca halla poco creíble que no tenga relación con el Gobierno chino de una u otra forma. Al fin y al cabo, a pesar de la liberalización del mercado chino en el último medio siglo, el Ejecutivo sigue teniendo un papel decisivo en la economía del gigante asiático.

En realidad, es un hecho que Pekín mantiene a las empresas, especialmente a las privadas, atadas en corto para que no amenacen al monopolio estatal. Esto lo demuestra la súbita caída de su pedestal del famoso multimillonario y fundador de Alibaba, Jack Ma, que, tras pasar años liderando la lista de las personas más ricas del país, perdió todo después de que el Gobierno chino forzara el desmembramiento de Ant Group, uno de sus activos más valiosos, como represalia por su crítica de los reguladores estatales. En el caso de TikTok, una aplicación que almacena datos de más de mil millones de personas, la probabilidad aumenta. Esto se combina con la existencia de una ley que le permite al Gobierno de Pekín demandar cualquier información a cualquier empresa china en caso de que fuese necesario, lo que no hace más que fomentar más sospechas.

Además, la red social posee un algoritmo de recomendaciones más avanzado que sus rivales como Instagram, Twitter o Facebook, que podría permitir, en teoría, la emisión de propaganda de forma más sencilla y eficiente. El sistema recomienda al usuario nuevos vídeos dependiendo de su historial, lo que, según algunos, conlleva el aislamiento de cada individuo en Internet y abre la caja de Pandora para todo tipo de radicalización. Varios medios occidentales apuntaban al caso de las alegadas intrusiones rusas en las elecciones estadounidenses de 2016, usando estos mencionados métodos para moldear la opinión pública. En 2019, TikTok fue demandado en una Corte californiana después de que una estudiante afirmase que la aplicación creó una cuenta sin que ella lo supiese. No obstante, tanto la huella rusa en la política estadounidense como la conexión directa entre ByteDance y las autoridades chinas siguen sin tener pruebas físicas, limitándose a suposiciones.

La guerra abierta contra los gigantes tecnológicos chinos empezó aún durante la Presidencia de Donald Trump entre 2016 y 2020. La Casa Blanca dirigió varias iniciativas que echaron a empresas de telecomunicaciones como Huawei y ZTE del mercado norteamericano ante preocupaciones de posible espionaje, además de intentar bloquear TikTok en plena pandemia. Otra opción consideraba la venta de TikTok junto con su algoritmo a las empresas americanas Walmart y Oracle, pero ambos proyectos fueron bloqueados por las cortes estadounidenses. Habiendo perdido las elecciones en 2020, Trump abandonó la Sala Oval y fue sustituido por el demócrata Joe Biden, que revocó la orden ejecutiva de su predecesor.

En otoño de 2022 parecía que TikTok consiguió concertar un compromiso con el gobierno estadounidense, acordando almacenar todos los datos de los estadounidenses de la aplicación en servidores de Oracle, que permitiría solucionar la cuestión. No obstante, diversas facciones tanto en el Gobierno de Biden como en el Capitolio discordaron al respecto: algunos llamaban bloquear TikTok por completo, otros citaban el impacto negativo que tal decisión tendría en la reputación de los EEUU para las empresas tecnológicas. Además, la otra opción de vender la aplicación a una empresa americana despierta las preocupaciones del servicio antimonopolio, debido al poderío de la red social china. El escándalo con los globos espía no hizo más que echar más leña a la hoguera del enfrentamiento chino americano.

A pesar de que TikTok es usado mayoritariamente por gente opuesta a la retórica trumpista y republicana, el hecho de que Biden contraatacase de nuevo demuestra que la hostilidad hacia la aplicación china no era una opinión marginal en el ‘establishment’ estadounidense reservada tan solo al expresidente y sus más leales defensores. Incluso la administración de Barack Obama comenzó a expresar preocupaciones por la rápida expansión de las multinacionales tecnológicas chinas, que, debido a su dependencia de Pekín, podían ser usadas como arma geopolítica. No obstante, Obama prefirió el camino de la diplomacia, fundando el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), uno de los mayores acuerdos de libre comercio del mundo, esperando que China se adhiriese, no pudiendo resistir ante tan lucrativo proyecto, y moderase sus actividades de espionaje. Aun así, el proyecto falló después de que Trump tomase una posición más aislacionista y hostil hacia Pekín, abandonando el acuerdo poco después de firmarlo.

El rebrote del conflicto con TikTok es parte de una tendencia que trasciende las diferencias entre republicanos y demócratas y reúne el poco común apoyo bipartidista, comparable por ahora con el conflicto en Ucrania. Esto se hizo notar cuando Shou Zi Chew, director ejecutivo de TikTok, testificó ante el Congreso y fue interrogado por múltiples congresistas durante más de cinco horas. Shou negó tener conexión alguna con el Gobierno chino, además de asegurar de que su algoritmo no estaba siendo usado con fines malignos. Además, apuntó a que la aplicación estaba siendo usada por 150 millones de estadounidenses, más de un tercio de la población del país. Aun así, los parlamentarios estadounidenses no parecieron acabar convencidos por los argumentos del singapurense.

A pesar de la popularidad mediática, EEUU no es el primer país en intentar bloquear la popular aplicación de vídeos cortos. En 2020, después de una escaramuza en Cachemira, la India bloqueo TikTok en todo su territorio. Nadie más llegó a tales alturas, pero algunos países occidentales sí prohibieron su uso en dispositivos gubernamentales: Reino Unido, Nueva Zelanda, EEUU, Dinamarca, Bélgica, Taiwán y Canadá, Holanda, Noruega. Australia fue la última en hacerlo a comienzos de abril. Esta reciente tendencia empezó a principios de 2023 junto con la campaña estadounidense contra la aplicación.

Tanto la unidad bipartidista en cuanto a la cuestión como la época en la que ocurre hacen pensar que el problema trasciende meras preocupaciones de seguridad y pasa a un plano más bien geopolítico. La información que TikTok recoge tampoco es especial: lo mismo hacen Facebook e Instagram, por ejemplo. Podría haber algo más. Después de un aparente acercamiento en noviembre durante la reunión de Xi Jinping y Biden en Bali (Indondesia), las relaciones entre Washington y Pekín se estropearon de nuevo tras la aparición de un globo chino en el espacio aéreo estadounidense. El ataque a TikTok puede ser una forma de mostrar mano dura en las relaciones con China, sean o no reales las acusaciones. Además, encabezando esta batalla Biden reúne apoyo bipartidista, esencial después de las elecciones de mitad de mandato.

Iván Ortega Egórov

Estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III de Madrid

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