El coronavirus cuestiona el consumo de animales en Asia (y II)
Madrid. Los expertos creen que la pandemia del coronavirus muy probablemente se originó en un mercado de la ciudad china de Wuhan famoso por el comercio de animales salvajes, vivos o muertos, donde es fácil toparse con peces, pájaros, tejones, murciélagos, pangolines (un mamífero parecido al oso hormiguero con una armadura de escamas).
Hay otros animales de consumo ubicados en otras ciudades como tortugas o cocodrilos (carne muy apreciada en algunos países asiáticos y considerada todo un manjar), cuya carne es una de las 54 variedades de distintos animales, aprobada por las autoridades chinas para el consumo humano.
Precisamente, una de las teorías más extendidas sobre el origen del coronavirus viene del laboratorio Wuhan P4, una instalación bioquímica de alta seguridad relacionada a la Academia China de Ciencias, mientras la mayoría de expertos señalan que no fue así y que su origen podría estar en la naturaleza, es decir, en especies portadoras de virus como son los murciélagos y pangolines.
Aunque eso sí, China también acusa a EEUU como portadora del origen de la pandemia cuando en la ciudad Wuhan, a través de los Juegos Mundiales Militares, celebrados en octubre de 2019, participaron 9.603 deportistas militares, de 104 países, con 27 pruebas y 316 eventos. Varios estadounidenses fueron hospitalizados por «una extraña neumonía», de ahí la acusación de Pekín de haber esparcido el virus en Wuhan, el epicentro del brote en China.
China aplicó una moratoria sobre el cierre de “mercados húmedos” al dispararse el número de muertos para frenar el coronavirus de Wuhan, pero ahora la moratoria va desapareciendo y sus respectivos funcionamientos ya operan reabriendo los lugares donde se ofrecen perros, gatos, ciervos, animales salvajes, que en muchos casos se venden vivos, o sapos, lagartijas, además de los murciélagos o escorpiones para medicina tradicional.
Pero muchos animales se sacrifican en los mismos mercados y se despellejan en condiciones poco higiénicas. Parece que ya la vida en los mercados tradicionales cobra normalidad.
Incluso el consumo de carne de perro, pese a que ha bajado ligeramente en China y en otros países asiáticos, sigue siendo para una parte de la población un prestigio consumirla, dado que todavía hay gente que la valora médicamente y en especial cuando tras una importante operación quirúrgica contribuye a que las heridas cicatricen mejor y más rápidamente.
Eliminar viejas tradiciones en países milenarios como China no será fácil, pero el coronavirus lo va a transformar todo, incluso la industria de cría de animales salvajes de China, que mueve miles de millones de dólares y da empleo a más de 14 millones de personas, según datos de 2016 de la Academia China de Ingeniería.
Sin embargo, ecologistas, investigadores y medios estatales chinos han pedido una regulación más estricta del comercio de animales exóticos en los mercados.
En definitiva, estamos ante el mayor desafío mundial a nivel global desde la Segunda Guerra Mundial y una vez que se haya derrotado al virus nada será igual que antes, como en los “mercados húmedos”, donde al menos las estrictas normas de higiene, inexistentes ahora, tendrán que aparecer para evitar otra pandemia que pueda venir de la transmisión de los animales a las personas, siempre y cuando el auténtico origen sea éste.