EEUU debe facilitar la confianza y evitar “mínimos roces” con Corea del Norte
Madrid. Corea del Norte no va a aceptar presiones de Estados Unidos tras considerar Washington que la voluntad de desnuclearizarse expresada por Pyongyang en la reunión entre las dos Coreas es a consecuencia de la “presión y las sanciones» contra el régimen comunista, una situación que no va servir para dar marcha a atrás en su nueva política de distensión, pero si se entra en una “guerra mediática” el vencedor será el líder Kim Jng-un.
A pocas semanas de la esperada reunión entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, Corea del Norte criticó a Washington de “engañosas” las afirmaciones al asegurar que la política de máxima presión estadounidense es la que originó que el país más cerrado del mundo se abriera a una mesa de negociación.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ya ha advertido que este tipo de declaraciones son un “peligroso intento” de arruinar la incipiente distensión tras la histórica cumbre celebrada a finales del mes pasado entre el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in.
Tal ha sido el éxito del encuentro entre las dos Coreas, que por primera vez en su vecina del Sur la esperanza ha sustituido al escepticismo y “todos” han quedado sorprendidos por el cambio político experimentado por el régimen norcoreano.
Repetir como está haciendo Trump y otros altos cargos de su gobierno afirmando que su “dura” política hacia Corea del Norte, además de la presión sobre su principal socio comercial, China, han jugado un papel decisivo para revertir una situación que era extremadamente tensa no conduce absolutamente a ningún sitio.
No obstante, nadie va a poner en peligro el encuentro entre Kim y Trump, pero parece que a más de uno le puede interesar que esa cita no se celebre o sea un “fracaso total”, dado que el éxito de la cumbre es el éxito de un posible y gran cambio político en la zona, además de económico para Corea del Norte, que dejará de amenazar militar y nuclearmente y entonces veremos qué ocurre con las políticas de defensa de EEUU en la región, en especial en Corea del Sur y Japón, país dispuesto a armarse con un cambio constitucional bajo el pretexto de un ataque de Pyongyang.
Simplemente el hecho de que el régimen norcoreano haya hecho público en un comunicado que “Estados Unidos está provocando deliberadamente a la República Popular Democrática de Corea (RPDC) en un momento en que la situación en la península de Corea avanza hacia la paz y la reconciliación no contribuye a tal objetivo”.
Si China ha sido y es factor vital en el cambio político de Corea del Norte, ahora lo es tanto o más Corea del Sur, cuyo presidente, Moon Jae-in, no está dispuesto a que todo lo hecho desde los Juegos Olímpicos de Pyeongchang se venga abajo por la “guerra mediática” que acaba de comenzar Estados Unidos.
El presidente Moon sabe de la importancia de generar confianza, clave para que Corea del Norte se sienta más “cómoda” y definitivamente sea el principio de un fin que todos desean pese a los muchos intereses existentes tanto en lo militar como en lo político en la región, y será el próximo 22 de mayo en la Casa Blanca cuando personalmente se lo explique a un Donald Trump, quien todavía no asimila que el nuevo rumbo que ha tomado el régimen norcoreano puede ser definitivo y en especial en la desnuclearización de la península coreana.
Las expectativas en la comunidad internacional por la nueva política de Kim Jong-un son muy altas, tienen una credibilidad que antes no existían, pese a que hay bastantes expertos divididos en si el comunicado conjunto entre Kim y Moon, tras su cumbre en la frontera de Panmunjom, supone una oportunidad única para avanzar o es una repetición de las demandas de garantías de seguridad para el régimen norcoreano.