EEUU afronta el desafío de Corea del Norte y los retos de China y Rusia en 2018

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Madrid. Tras un año en la Casa Blanca, Estados Unido con un presidente caracterizado por altibajos graves en su política exterior y con decisiones llamativas en la doméstica, ahora el equipo de Donald Trump considera que para 2018 China y Rusia amenazan la prosperidad estadounidense mientras Corea del Norte, la “fobia” desde que llegó al poder, le desafía en su seguridad en Asia con la política nuclear del régimen de Kim Jong-un.

Donald Trump ha recuperado el lenguaje auténtico de la “guerra fría” en la península coreana y su slogan “América Primero” solo le ha traído problemas en la comunidad internacional y tensión en la zona asiática que China ha ido ocupando el espacio que ha ido abandonando Estados Unidos.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, afirma que “Estados Unidos en el pasado se ha enfrentado inmensos desafíos en sus relaciones con Corea del Norte, China y Rusia», pero reitera que la política del presidente Donald Trump continuará buscando el «aislamiento internacional de Pyongyang para forzar al régimen norcoreano a unas negociaciones serias para abandonar su programa nuclear y de misiles balísticos».

Es obvio que las negociaciones con Corea del Norte serían la mejor forma de empezar el nuevo año, pero también es obvio que Pyongyang no se va a sentar en la misma mesa que los estadounidenses mientras no vea qué resultados obtendrá y sobre todo cuando la supervivencia del régimen es clave para Moscú y Pekín.

Las sanciones a Corea del Norte harán cada vez más “daño” y el país no puede seguir viviendo en un estado bélico permanentemente, de ahí la influencia de China y Rusia para lograr a través del diálogo superar esta grave crisis nuclear de años.

Mientras Donald Trump ha criticado a China por haber vendido supuestamente petróleo a Corea del Norte, incumpliendo así, según EEUU, las sanciones de la ONU contra el régimen de Pyongyang para frenar su programa nuclear, un buque hongkonés ha sido confiscado e inspeccionado por Corea del Sur después de trasladar, al parecer en secreto, petróleo a un buque norcoreano en aguas internacionales, en una operación prohibida por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

De hecho, la realidad norcoreana, con un 2017 pleno de tensión y de pruebas nucleares y de lanzamiento de misiles, preocupa y mucho a China, que investiga la presunta venta ilegal de crudo por parte de barcos con bandera china a otras embarcaciones de Corea del Norte en alta mar, tras las denuncia de Trump, pero que evidencia la enorme complejidad de las sanciones de la ONU y las perspectivas de negocios de “terceros” en beneficiarse económicamente vendiendo petróleo u otras materias a Pyongyang.

Rusia, por su parte, buscará el diálogo entre Corea del Norte y Estados Unidos porque «no hay otra resolución aparte de la política y diplomática», dijo su ministerio de Asuntos Exteriores, Oleg Burmistrov, quien añadió: “Rusia pondrá todo su empeño en persuadir a Corea del Norte y a Estados Unidos para que dialoguen para resolver la crisis en la península de Corea”.

Burmistrov recordó que EEUU “no tiene ni una postura interdepartamental ni una visión para resolver la situación”, “solo” un deseo de “presionar a Pyongyang hasta que pida las negociaciones”, incluso la posibilidad de hacerlo por la fuerza”, por ello, a pesar de la postura intransigente de Pyongyang todas las partes deben ceder lo mínimo para no “humillar” a Kim Jong-un y así pueda acudir a un diálogo que pasa principalmente por las negociaciones a seis bandas.

Corea del Norte realizó en 2017 numerosas pruebas de proyectiles balísticos, incluyendo el lanzamiento de misiles intercontinentales capaces de alcanzar el territorio de Estados Unidos, además del sexto ensayo nuclear –una bomba de hidrógeno que puede ser colocada en misiles de largo alcance–, a pesar de que las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU le prohíben desarrollar tales actividades.

Las fuertes sanciones de la ONU tienen como objetivo, entre otros, restringir buena parte del suministro de productos petroleros a Pyongyang y la repatriación de los norcoreanos que están trabajando en el extranjero y cuyos ingresos benefician al régimen comunista. Según EEUU, las nuevas sanciones reducirán en un 89 por ciento el acceso de Corea del Norte a gasolina, diésel y otros derivados del petróleo.

Sin embargo, Corea del Norte, que tachó las sanciones como un “acto de guerra”, sigue considerando su programa nuclear como el desarrollo de sus capacidades armamentísticas de «disuasión y autodefensa nuclear» del país.

China ve positivo al igual que Corea del Sur la vía diplomática para resolver la crisis norcoreana, ahora todo está en el régimen de Kim Jong-un. Incluso una normalidad política puede resultar hasta contraproducente para el  régimen norcoreano, la confianza no existe y el “miedo” a una hipotética desestabilización social ante mejoras económicas del país es un asunto difícil que chinos y rusos deben hacer comprender a Corea del Norte de que el régimen no caerá ante cualquier ayuda del exterior si al final acude a una mesa de diálogo.

Corea del Norte sigue insistiendo en que ni la presión ni las sanciones funcionarán y en que no abandonará sus programas de armas nucleares, con los que asegura buscar un equilibrio de fuerza con Estados Unidos y asegurarse su propia seguridad, cuando sabe el régimen comunista que nadie le va a invadir. Pero ni las pruebas nucleares ni el lanzamiento de misiles como tampoco las amenazas de Donald Trump resolverán la crisis nuclear de la península coreana.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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