Dos cumbres históricas encaminadas a la firma de un tratado de paz

Zona desmilitarizada de Panmunjom
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Madrid. El líder norcoreano, Kim Jong-un, ha sabido usar los tiempos con mucho riesgo, pero tras el lanzamientos de misiles y pruebas nucleares, tiene ahora la oportunidad histórica de cambiar la faz de lo que ha sido la península coreana desde su división, en 1948, con dos cumbres vitales, la del 27 de abril con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y la siempre deseada con Donald Trump, en junio, que pueden desembocar en un tratado de paz y liquidar el armisticio existente entre Seúl y Pyongyang tras finalizar la guerra civil (1950-53).

Las conversaciones secretas entre el director de la CIA, Mike Pompeo, inminente secretario de Estado, con Kim Jong-un certifican que –salvo sorpresas de última hora”- esta vez no hay marcha atrás cuando en otras ocasiones un nimio detalle hacia fracasar las distintas conversaciones entre la dos Coreas, una tendencia que siempre le favoreció a Corea del Norte, país que a partir de ahora tiene que moldearse a nuevos tiempos, donde la normalidad y calma son esenciales para lograr no sólo acuerdos importantes sino también crear una nueva infraestructura política que facilite a la península coreana una realidad diferente que puede ser histórica desde 1948.

También para el imprevisible presidente estadounidense, que abrió la puerta a un tratado de paz que ha sido “imposible” para otros mandatarios estadounidense durante más de medio siglo, se presenta ahora al igual que Kim, para un encuentro inusual, y tras múltiples insultos y amenazas previas, para sellar un momento histórico que tiene su vital prólogo en la cita entre las dos Coreas el próximo 27 de abril y clave para el éxito entre EEUU y Corea del Norte. Una cita intercoreana a nivel de los dos máximos mandatarios que no se producía desde hace 11 años.

Está claro que es una oportunidad histórica, la más nítida desde la división de la península coreana en 1948, tras la colonización de Japón desde 1910, que después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, el país quedó dividido en Norte y Sur, que luego en una trágica guerra civil (1950-53) se llegó a un armisticio para poner fin a las hostilidades bélicas pero nunca se estampó un tratado de paz, que es lo que se pretende ahora y que puede ser básico para un clima de confianza y de cambio definitivo entre las dos partes.

Precisamente en la Zona Desmilitarizada de Panmunjom (ZDM) fue el lugar donde se firmó el armisticio coreano el 23 de julio de 1953 y donde se celebrará la cumbre del 27 de abril entre Kim y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, es decir, ahora tras una larga “guerra fría” la ocasión histórica puede ser con la firma de un definitivo tratado de paz que ponga fin a un largo conflicto que sólo ha creado tensión y ruina.

La DMZ sigue anclada en el pasado, en lo que fue toda una dinámica de guerra, repleta de campos de minas y con altos presupuestos militares que han condicionado a los dos países, aunque la tensión es menor que antes, una guerra nuclear siempre ha sido difícil de producirse por las graves consecuencias que todo ello ocasionaría.

Todo parece indicar que este rincón fronterizo ahora volverá a pasar a la historia con un nuevo encuentro entre las dos Coreas, mientras se decide dónde será el de Trump y Kim al quedar descartado Panmunjom, ya que los asesores estadounidenses no lo recomiendan y se habla de Ulán Bator, la capital de Mongolia, más neutral, pero, de momento, quedan lejos Singapur, Suecia, Suiza al no abandonar Kim Jong-un su país.

Corea del Norte ha valorado estas dos citas como históricas, aún sin saber sus resultados concretos, pero el hecho de que el Comité Central del Partido de los Trabajadores celebre un pleno antes de estos encuentros para tomar decisiones en asuntos políticos determinan la importancia que tiene para el país esta nueva realidad política.

Corea del Sur quiere impulsar un acuerdo de paz con el Norte durante la histórica cumbre entre sus líderes, lo que podría poner fin a la situación de guerra técnica en la que se encuentran los dos países y facilitar la desnuclearización de la península, son aspectos vitales, pero habrá que ver cuál es la respuesta de Pyongyang, incluso sabe que Donald
Trump ya ha advertido que si en la reunión que mantendrán en junio no es «fructífera» no proseguirá sus contactos, de ahí la importancia de la reunión de las Coreas.

China sigue dando todo su apoyo a estas dos citas pero en especial a la que mantendrán Kim y Trump, pues Pekín considera que es una oportunidad histórica para la península coreana pero sobre todo para la supervivencia del régimen comunista, que necesita cambios importantes en la economía.

De momento, todo parece que va bien encaminado, además las Coreas ponen en marcha una línea telefónica directa entre sus líderes de cara a la cumbre que celebrarán del próximo día 27 de abril en la frontera y sin olvidar que el encuentro entre EEUU y Corea del Norte será la primera vez en la historia que mandatarios de los dos países se reúnen tras siete décadas de confrontación y 25 años de negociaciones fallidas y tensiones en torno al programa nuclear norcoreano.

Es obvio que el encuentro entre las dos Coreas y la reunión entre Donald Trump y Kim Jong-un supondrá un nuevo orden geopolítico mundial que arrastrará a una nueva realidad internacional con la posible solución a la crisis nuclear. Una nueva realidad que dependerá de cómo se desarrollen las dos citas históricas que pueden marcar un nuevo rumbo no sólo en la península coreana sino en la comunidad internacional.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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