Desbaratadas las maniobras de Obama para alejar a Rusia de China y viceversa
Madrid. El viaje de hace tan sólo unos días del presidente de Rusia, Vladímir Putin, a China, y los sumamente importantes acuerdos tomados con el presidente chino, Xi Jinping, han puesto de manifiesto, aún salvando los legítimos intereses de cada nación, las maniobras realizadas desde hace tiempo por los gestores de la política exterior de Estados Unidos en ir introduciendo cuñas de diferente tamaño entre China y Rusia.
El enorme contrato de suministro de gas ruso a China permitirá al gigante asiático reducir sensiblemente el consumo de carbón que a pesar de la colosal producción hidroeléctrica- no sólo la mayor presa del mundo, la de las Tres Gargantas- y del decidido apoyo a la energía nuclear, aún representa una cifra aproximada del 75 por ciento en la producción energética china. El transporte de las gigantescas cifras de transporte de carbón llega en algunos puntos a colapsar la crecientemente desarrollada red ferroviaria china.
Los intentos de la política de Obama de aislar económicamente a Rusia creando toda clase de dificultades para de esta forma impedir la ayuda rusa a Ucrania, ha traído como consecuencia lo contrario de lo que se pretendía, reforzando considerablemente los lazos Moscú- Pekín.
La firma de los pactos, sobre todo en algunos aspectos no ha sido fácil, e incluso el presidente Putin ha reconocido que los chinos son unos negociadores duros. Pero la confluencia de intereses y el deseo y la voluntad por ambas partes de superación de obstáculos y de llegar a acuerdos ha permitido la consecución de tan trascendental acuerdo.
En lo que al factor energético se refiere, el acuerdo firmado por valor de unos 200.000 millones de euros garantizará el suministro de gas ruso a China con la construcción de nuevos gasoductos de gran capacidad, algunos de 4.000 kilómetros de longitud. Rusia también suministrará a China 700 millones de toneladas de petróleo durante 25 años, y China realizará inversiones en Crimea, de nuevo parte de la patria rusa, y región para la que el gobierno va a desarrollar un ambicioso plan de inversiones.
En cuanto al tema militar, adquieren significativa importancia las grandes maniobras navales en el Mar de la China meridional, donde las Marinas de Guerra de ambas potencias han desarrollado ejercicios conjuntos. Rusia proyecta facilitar a China la adquisición de submarinos y aviones de combate de última generación, y algo celosamente guardado por Rusia, como el sistema antimisiles S-400 que, según algunos analistas militares, sería el más avanzado del mundo. Más desarrollado incluso que el tan avanzado tecnológicamente Aegis estadounidense, que equipan muy pocas Armadas en todo el mundo, entre ellas la Marina de Guerra española, con las fragatas F-100.
Las sanciones previstas contra Rusia por parte de la Unión Europea (UE), no parecen por el momento vayan a tener efecto práctico. La política exterior de la UE en cuestiones de tanto alcance como el tema ruso-ucraniano, no pasa de declaraciones altisonantes, carentes de efectividad debidas a la falta de una política exterior unánime, sino que en temas trascendentes cada nación europea suele efectuar políticas acordes con los intereses propios. El intento de la administración Obama de una política conjunta de sanciones parece estrellarse contra la realidad, que ha conducido al estrechamiento de las relaciones entre Moscú y Pekín.
Existe una opinión sumamente sesgada y parcial de determinados medios de comunicación occidentales ajena a esa realidad, y que en una labor de desinformación presentan los hechos no como son sino como ellos quisieran que fuesen. Por ejemplo, en la hostilidad sistemática respecto a Rusia, ajenos el respaldo de los votantes rusos hacia las medidas del presidente Putin o la voluntad de las poblaciones, algo que permanentemente ignorarán los “gurús” de The Guardian, The New York Times, CNN, entre otros.
Y de forma similar a la de Rusia al tratar de China asomarán siempre los tópicos de los derechos humanos, mereciendo respuestas claras como la del ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, quien ha afirmado rotundamente que el difícil tema de la derechos humanos no servirá de pretexto para la ingerencia en los asuntos internos de China, aunque eso no condicionará que el gobierno chino vaya a actuar con la dureza y firmeza necesaria en el asunto de los atentados terroristas en Xinjiang.
Ángel Maestro, periodista, politólogo y analista internacional
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