Una cumbre asiática para frenar a China

Madrid. La cumbre asiática (Japón, Corea del Sur y Estados Unidos) en Washington, que concluyó este pasado viernes, ha certificado una vez más la preocupación que les genera China, ahora que pierde impulso económico, y que tratan de reducir su influencia ya no sólo en el continente asiático, sino evitar que Pekín tenga más presencia en la comunidad internacional, mientras la polarización entre el gigante asiático y Estados Unidos no afloja y originan tensiones geopolíticas que salpican a la estabilidad mundial.
El encuentro entre los líderes de EEUU, Japón y Corea del Sur, Joe Biden, Fumio Kishida y Yoon Suk-yeol, respectivamente, tuvo como colofón importante acuerdos para fortalecer su cooperación militar frente a los desafíos nucleares de Corea del Norte y el auge militar de China en el Pacífico, una región que cobra cada vez vitalidad teniendo en cuenta, por una parte, las buenas relaciones actuales entre Tokio y Seúl, que favorecen a Washington, y con un Japón cada vez más militarizado y, por otra, los litigios del mar de la China Meridional con objetivos concretos en su control por parte del gigante asiático y la firma oposición de EEUU por evitarlo.
Otro de los puntos claves radicó en el nuevo acuerdo de seguridad, pero no similar al funcionamiento de la OTAN, aunque ya Japón tiene previsto abrir su primera oficina de la Alianza Atlántica, que sería la primera en Asia, una decisión que es consecuencia de la guerra de Ucrania, pero también Corea del Sur desea estrechar su colaboración con los países de la OTAN y vigilar el programa de armas de destrucción masiva de Corea del Norte. Toda esta realidad política en la región no solo inquieta y molesta a China sino que también podría quedar en aguas de borrajas si Donald Trump volviese a la Casa Blanca en detrimento de la Administración de Joe Biden, volcada en impedir la hegemonía de China. pero lo que está claro es que Biden inquieta más a Vladimir Putin y a Xi Jinping que Trump.
De esta forma, EEUU, Japón y Corea del Sur han establecido un mecanismo de entendimiento ante cualquier amenaza de seguridad que hará que los tres países actúen colectivamente en su defensa en caso de un ataque exterior, lo que no va a suceder. Un reforzamiento que lo único que traer es más militarización en la zona y más tensiones, sin olvidar la actual realidad geopolítica de Taiwán, en cuya isla ahora China lleva a cabo importantes maniobras militares al igual que en otras ocasiones.
No obstante, las maniobras militares se están convirtiendo en el punto referencial para lanzar avisos de «intimidación», pues a las maniobras chinas en aguas de Taiwán, se suman las recientes entre rusos y chinos, cerca de las islas Kuriles, reclamadas por Japón, o las de coreanos, japoneses y estadounidenses o los propios lanzamientos de misiles de Corea del Norte advirtiendo que el país está preparado para repeler cualquier agresión exterior, un aspecto que no se a producir, pero la militarización sigue en auge y ahora con los ejercicios militares conjuntos de estos tres países todo hará que la tensión no rebaje, e incluso con la ya creada una nueva defensa militar conocida como Aukus (Australia, Reino Unido y EEUU) y la revitalización del Quad (otra nueva alianza militar, integrada por Japón, Australia, EEUU y la India) conforman escenarios militares que a China no le gusta absolutamente nada, en una nueva estrategia de Occidente frente a chinos y rusos.
Los tres países han decidido la creación de una especie de «teléfono rojo» para agilizar la comunicación y crear así unas medidas directas, ágiles, que puedan afectar a la región del Asia-Pacífico, un aspecto que recuerda mucho al utilizado entre EEUU y la antigua Unión Soviética durante la Guerra Fría, y con el objetivo mejorar la comunicación y el intercambio de información tanto en tiempos de paz como de conflicto.
Al mismo tiempo, EEUU, Japón y Corea del Sur plantearon fórmulas para intercambiar información de los misiles y ciberataques de Corea del Norte con el objetivo de conocer sus radares y satélites para así interceptar misiles balísticos norcoreanos.
En definitiva, unos acuerdos que los tres países bautizaron como «el espíritu de Camp David» y con la coincidencia de que condenaron el comportamiento «peligroso» y «agresivo» de Pekín en el mar de China Meridional, una región que alberga unos 11.000 millones de barriles de petróleo y es objeto de disputa entre China, Taiwán, Brunéi, Indonesia, Filipinas, Malasia y Vietnam.
Y mientras la guerra de Ucrania no llega a su fin, con la contraofensiva ucraniana aún por madurar, y con una Rusia en la que nadie puede llevar la contraria al Kremlin, Taiwán sigue acaparando protagonismo, pero por ahora Pekín no va a más de lo que ya está haciendo con sus presiones, maniobras militares e intimidando a Taipéi, aunque con las elecciones estadounidenses de 2024, en caso de una victoria republicana, toda la estrategia de Biden en Asia podría verse peligrosamente perjudicada.