Corea del Norte gana su “guerra mediática” pero sufre consecuencias
Madrid. La península coreana no encuentra la “calma”, tal vez en las próximas horas haya el lanzamiento de un nuevo misil intercontinental para conmemorar la fundación de Corea del Norte, pero Pyongyang ya ha hecho gran parte de sus deberes, pues ya ha logrado que el mundo haya estado pendiente del país y ha ganado su propia “guerra mediática”, pero esta vez su “éxito” tendrá consecuencias que no benefician al régimen de Kim Jong-un.
Corea del Norte ha conseguido una enorme tensión en la zona, la peor desde los tiempo del fundador del país, Kim Il-sung, ha enfadado a Jinping, a Putin, Trump, a japoneses, surcoreanos, a todos, y al mismo tiempo ha reforzado su régimen sabiendo que una guerra nuclear-militar siempre ha estado descartada pero en esta última batalla, habrá más, ha sufrido serias consecuencias que le perjudicarán en la economía y en la diplomacia, además del incremento de las sanciones y una gran presión que siempre incomoda a Pyongyang
Cualquier conflicto militar supone prácticamente una respuesta “contundente” que haría peligrar al régimen de Kim Jong-un, y mucho menos un ataque nuclear, pero salvo que el “petardo” no caiga en su sitio correspondiente, bien en las aguas el mar de Japón (mar del este) o en otro de los distintos objetivos que Pyongyang estudia con meticulosidad, en la península coreana una guerra como se ha dicho por activa y pasiva en imposible.
Desde el principio tanto los estadounidenses como los surcoreanos, que tienen que dar el visto bueno a EEUU para atacar a Corea del Norte, así como chinos y rusos, pese a la monumental gravedad de la situación, en medio de una enorme tensión, que recordaba a la auténtica “guerra fría”, aún existente en la zona, una guerra o conflicto militar era una tarea complicada, compleja y nunca solucionaría el problema, todo lo contrario, se impondría un nuevo statu quo, donde China y Rusia no permitirían que EEUU se hiciera con el control de toda la península coreana.
Obviamente, Corea del Norte que vive en permanente estado bélico, habrá más batallas, más ensayos de misiles e incluso veremos para cuándo la séptima prueba nuclear, pero en esta ocasión, la tensión y la gravedad de todo lo acontecido en la península coreana no va a resultar gratis al régimen comunista.
Las sanciones aumentan, China es partidarias de ellas y las apoya, incluso Rusia, pero no quieren asfixiar económicamente a Corea del Norte, ni cortarles de forma total el petróleo, incluso el presidente surcoreano, Moon Jae-in, pese a las presiones de EEUU, sigue pensando en ayudar a Pyongyang a través del diálogo y la diplomacia que es la que se impone en casi toda la comunidad internacional, pero para ello Kim Jong-un debe dejarse de sentirse amenazado, acudir a las negociaciones a seis bandas y tanto Washington como Seúl aparcar momentáneamente las maniobras militares que son la mejor excusa para el desarrollo nuclear norcoreano.
Corea del Norte está logrando que haya cada vez una mayor militarización de la zona, “la creciente amenaza” de que el régimen norcoreano siga con sus provocaciones hace que Corea del Sur y Japón estén cada vez más a la defensiva militarmente con el visto bueno de EEUU, que abastece a ambos países en todo tipo de “utensilios” militares, pero que crea una enorme preocupación a China y Rusia, sobre todo ahora con la instalación de los escudos antimisiles estadounidenses THAAD en suelo surcoreano, que Pekín y Moscú rechazan tajantemente.
En suma, toda esta situación favorece a Corea del Norte, que ve como Putin dialoga con Xi Jinping, así como con Moon Jae-in o con Sinzho Abe, quien desea coordinar con el presidente ruso y toda la comunidad internacional la forma de hacerle ver a Kin Jong-un que su actual política nuclear no le servirá para el futuro, incluso Donalt Trump, por muchas ganas que le tenga al “mariscal” norcoreano al igual que la Unión Europea el diálogo y la diplomacia es la única forma de terminar con esta permanente inestabilidad de la península coreana que arrastra desde 1948 con la división de las dos Coreas, la cual el Norte ya celebra por todo lo alto la fundación de le República Popular Democrática de Corea del Norte.
“No habrá guerra en la península coreana”, no es sólo porque lo diga quien suscribe este análisis, sino que también es una coincidencia generalizada de que un conflicto militar no resuelve absolutamente nada, y pese a las exageraciones de que estábamos a las puertas de una Tercera Guerra Mundial, mis dos teorías que las mantengo desde 1987, la primer vez que visité la península coreana, dicen que “nunca Corea del Norte iba a invadir el Sur” y después he ido manteniendo la misma tesis que “nunca Corea del Norte provocará una guerra militar-nuclear sabiendo que su régimen caería de forma inapelable”, lo que nadie desea.
En definitiva, pese a que Corea del Norte está pagando con creces sus últimas hazañas nucleares, con más sanciones e incluso con la expulsión de diplomáticos o embajadores y una mayor presión internacional, Pyongyang ha ganado una vez más su guerra particular, ha reforzado su régimen, le ha dicho a China que sigue fuerte y le ha mandado un claro mensaje a Estados Unidos que debe negociar unilateralmente con Kim Jong-un y que debe reconocer al país como una potencia nuclear, cuyo programa no sufrirá merma alguna si las “cosas” no cambian o China, que está haciendo más que nunca, presiona mucho más al régimen comunista y eso que ahora la iniciativa ruso-china puede favorecer un consenso mundial para poner fin a la situación actual.