Corea del Norte no dará marcha atrás a su desmantelamiento nuclear pese a las dudas
Madrid. Corea del Norte tomó una decisión política sin precedentes desde su fundación en 1948, tras las cumbres entre las dos Coreas (27-4-18) y el histórico encuentro entre Kim Jong-un y Donald Trump (12-6-18), que han marcado una nueva realidad en el país, pero que, pese a las dudas reinantes a su definitivo desmantelamiento del programa nuclear, Pyongyang no dará marcha atrás ni tiene previsto más ensayos ni lanzamientos de misiles.
Las dudas, especulaciones o interpretaciones sobre el cumplimiento de los acuerdos entre ambos países no mermarán por ahora los objetivos a desarrollar, dado lo mucho que se juega el régimen y toda la península coreana.
Las presiones son fuertes pero sobre todo en sus dos principales programas militares del régimen norcoreano como el nuclear y el de misiles balísticos, pero la realidad, a pesar de la desconfianza existente, es alta al considerar que no se ven indicios para que Pyongyang dé marcha atrás a un proceso político, bien elaborado, que necesita tiempo, paciencia y comprensión de la propia comunidad internacional.
La cita histórica entre Kim y Trump del pasado 12 de junio en Singapur certificaba una completa desnuclearización de Corea del Norte, cuyo país comenzó poco después a destruir con explosivos los túneles utilizados en las distintas pruebas de las bombas atómicas en presencia de la prensa internacional, y ahora con distintas informaciones contradictorias se vuelve a poner en duda todos aquellos pactos para poner fin al programa nuclear, el cual, por ahora, sería un error de Pyongyang si volviera atrás, en especial, cuando sabe de su enorme coste económico y de la nula eficacia que le proporcionaría para la supervivencia del régimen.
La ONU y Japón insisten en la necesidad de que Corea del Norte cumpla «totalmente» con su promesa de una total desnuclearización, dentro de un proceso que sea «verificable», «irreversible» y «acelerado» y, al mismo tiempo, EEUU, pese a que admite que Pyongyang no ha comenzado su proceso de desnuclearización, sabe que este proceso debe concluir antes de 2020, cuando finaliza el mandato de Trump.
Además, son notorios los distintos puntos de vista que sobre el proceso nuclear norcoreano mantienen el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, más proclive a mayores sensibilidades ante un hecho histórico en la península coreana que el propio secretario de Seguridad Nacional, John Bolton, cuyas declaraciones siempre crean más “ansiedad política en la zona”. Hay una realidad distinta y hay que trabajarla para un cambio total y definitivo en la región.
Desde la cumbre entre Trump y Kim, Estados Unidos ha acusado a China y Rusia de haber rebajado la presión a Corea del Norte, pero tanto Pekín como Moscú saben que Pyongyang no puede seguir invirtiendo más dinero en un desarrollo nuclear que le ha venido muy bien al régimen pero que políticamente ahora, tras conseguir sus objetivos primordiales, el país necesita nuevas infraestructuras, las cuales también su vecina del Sur le proporcionará.
Las presiones a Corea del Norte no van a ceder, y en septiembre el régimen puede dar más explicaciones sobre sus desnuclearización si al final acude a la Asamblea General de la ONU el propio Kim Jong-un, una situación que serviría para que el país se ganara la aprobación de toda la comunidad internacional.
Distintos informes indican que Corea del Norte no ha paralizado de forma total su plan nuclear y sigue construyendo y vendiendo armas, en este caso a los hutíes en Yemen, según la ONU, o cooperando militarmente con Siria, pero pese a estos hechos, todo tiene que ver y mucho con la actual situación de las sanciones que padece el régimen comunista, que no encuentra fórmulas para que se las levanten y obviamente el asunto nuclear siempre fue su mejor defensa y ahora ya en los momentos de menos tensión y en medio del cumplimiento de lo pactado entre Kim y Trump, Pyongyang trata de que sea definitivo ese levantamiento.
La realidad actual es que en la península coreana se vive un momento histórico nunca visto desde la división de ambas partes en 1948 y todo necesita un tiempo, pero es realmente improbable, salvo hechos inesperados, que Corea del Norte vuelva a su política nuclear de hace un año, aunque su objetivo inmediato es el levantamiento de las sanciones, y para ello Pyongyang también debe colaborar y mucho para disipar dudas y suspicacias.
Tal vez no sea suficiente las fotos tomadas recientemente por satélite que muestran que Corea del Norte sigue adelante con el desmantelamiento de la base de lanzamiento de Sohae, en la provincia de Pyongang del Norte (noroeste del país, cerca de la frontera con China), cuyos operarios siguen desmontando componentes de la plataforma de lanzamiento, además del banco de pruebas para motores de combustible líquido, usado para desarrollar tecnología clave para los cohetes espaciales y Misiles Balísticos Intercontinentales (ICBM) del programa de armamento norcoreano.
En definitiva, es un paso más, una larga ruta que necesita mucha paciencia, sobre todo cuando al menos son necesarios diez años para el desmantelamiento completo del programa nuclear norcoreano, además de un coste económico en torno a los 20.000 millones de dólares, coste que obviamente no va a pagar Corea del Norte.