China se ilusiona con Taiwán tras caer Afganistán en manos de los talibanes
Madrid. Afganistán ha caído de nuevo en manos de los talibanes. El nuevo orden mundial empieza ahora en este país de Asia central, donde se dibuja un panorama político impensable hasta hace poco tiempo, una realidad que sirve a Rusia y China para adoptar nuevas estrategias geopolíticas, pero de momento Taiwán seguirá intocable pese al declive de Estados Unidos en la zona y también sabiendo que la isla de Formosa no es Afganistán, aunque todas las alarmas están encendidas por el brutal fracaso estadounidense con su retirada militar.
China tendrá un protagonismo fundamental en la nueva Afganistán. Por un lado, EEUU le pedirá a los chinos que vigile a los talibanes, que impida que el fundamentalismo islámico radical alimente el terrorismo y, por otro, a la República Popular China le interesa controlar a los talibanes. Una solución pasa por aportar millones de euros en ayudas para crear una nueva infraestructura en este país de Asia central, y sabiendo que a una mayor inestabilidad aumenta el temor a contaminar a los musulmanes de la región china de Xinjiang puede originar muchos problemas a Pekín, que comparte frontera con el territorio afgano.
Eso sí, China y Rusia se sienten satisfechos de la derrota estadounidenses, mantienen intactas sus respectivas embajadas y las buenas relaciones con los talibanes estarán condicionadas a sus propios intereses.
A China es obvio que le preocupa que Afganistán se convierta en una base segura para el sector más extremista de la minoría uigur, musulmana, que lucha por la independencia de la región de Xinjiang. China es el único país que hasta ahora no ha tenido intervenciones militares en Afganistán a diferencia de las otras dos potencias mundiales, que han terminado con sonoros fracasos: Rusia, entonces como antigua Unión Soviética, en los años 80, y estos últimos 20 años Estados Unidos. Pero Moscú, pese a que muchos de los actuales dirigentes talibanes se forjaron en sus luchas contra la ocupación soviética en 1980, colaborará, ayudará y pugnará con China para ver quién obtiene más rédito de su ayuda al nuevo gobierno afgano.
Estados Unidos, de momento, se queda al margen de la reconstrucción de la nueva Afganistán, una nueva etapa que va a originar cambios importantes en la geopolítica mundial, unos cambios en la nueva estrategia política que tendrá sus consecuencias en distintos territorios de este mundo global. En especial, habrá que ver qué ocurre con todo el proyecto chino en sus litigios de las aguas de las islas del mar de la China Meridional y mar de la China Oriental, y sobre todo con Taiwán, la añorada isla que bloquea a la «gran China».
Y será entonces cuando Joe Biden pueda resarcirse de su grave error al abandonar Afganistán dejando a los rusos y chinos que hagan lo que quieran. El daño a la credibilidad estadounidense y las numerosas críticas recibidas por la comunidad internacional supondrá a Washington adoptar una actitud más beligerante contra Pekín ya no solo en su defensa de Taiwán, sino ver cómo impide la extensión china por los mares meridionales con las protestas de varios países asiáticos también litigantes (Malasia, Filipinas, Vietnam, Brunéi o Taiwán) con el apoyo de EEUU.
Afganistán, de unos 650.000 kilómetros cuadrados, sin salida al mar, es el mayor productor mundial de opio, tal vez tiene el 90 por ciento del mercado, y es una de sus principales riquezas. Además, posee valiosos recursos minerales, como hierro, cobre, litio, cobalto y tierras raras que, según expertos militares y geólogos, tienen un valor cercano a los 850.000 millones de dólares y todo ello muy codiciado por China, cuya colaboración con el nuevo gobierno afgano-talibán no será gratuita y más cuando el “gigante asiático” es un importante demandante de materias primas.
El predominio mundial de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial se tambalea. China pide paso. La nueva guerra entre EEUU y China por ser primero en el mundo acaba de empezar, y será Afganistán el punto de origen del inicio de un nuevo rumbo geopolítico en el tablero internacional. Nadie esperaba que el nuevo orden mundial pudiera empezar en Afganistán. El nuevo mapa estratégico y geopolítico nacerá con los talibanes en el poder.
Un fracaso monumental de EEUU, que ha perdido con su humillante retirada de Afganistán su predominio de la zona, la cual se verá reforzada por Rusia y China, países que no gastarán muchas energías en defender los derechos humanos, la protección de las mujeres afganas y las libertades políticas.
Pekín primero prevalecerá sus intereses económicos y después se asegurará la garantía de que los talibanes, a cambio de millones de dólares, no se inmiscuyan en la región del noroeste chino de Xinjiang, fronteriza con Afganistán, donde viven unos 22 millones de personas, de las que aproximadamente el 46 por ciento son uigures de religión musulmana.
Y ahora nos preguntamos: Si Estados Unidos abandonó Afganistán, realmente ¿defenderá Taiwán ante un ataque de China? Y, en cuanto a Rusia, ¿qué hará Washington?, pues de momento sigue con los brazos cruzados por la invasión rusa de Ucrania. O ¿qué pasaría si los países bálticos se ven amenazados por Moscú?
El sueño de un mundo global mejor y más justo ha quedado muy herido al vislumbrarse ya el enfrentamiento entre las grandes potencias mundiales con la crisis de Afganistán que acaba de empezar. La segunda, la tercera o la cuarta parte de esta historia están por venir una vez que los talibán se consoliden en el poder y ya no haya ningún ciudadano extranjero en el país, que servirá de referencia como un nuevo Estado al yihadismo mundial.
Afganistán es un país sumamente montañoso que ha dado origen a grandes luchas de los talibanes, primero contra los rusos, en los años 80, y que EEUU los fomentó y apoyó, y que después los combatió hasta su retirada militar del país el pasado 14 de agosto tras 20 años en el país. Ahora, la humillante amenaza talibán obliga a los aliados occidentales a abandonar definitivamente el país el próximo 31 de agosto en contra del criterio de países de la Unión Europea pero sobre todo de Francia, Alemania y el Reino Unido, muy severos con Washington al dejar así sin concluir la evacuación aún de miles de afganos que siguen sin poder acceder al aeropuerto.