China se paraliza tres días por el “gaokao”, la dura prueba de acceso a la universidad
Durante tres días casi 10 millones de estudiantes de secundaria participan en el examen nacional de acceso a la universidad de China, conocido como “gaokao”, una fuerte prueba que anualmente altera la vida de los pueblos y ciudades del país con toda clase de medidas para garantizar que nada perturbe a los estudiantes y que supone una especie de batalla que determina el destino de todos ellos.
El “gaokao”, que dura entre dos y tres días, hasta el miércoles o jueves, dependiendo de la región del país, sirve para evaluar si un estudiante entra en la universidad, regresa a la escuela para intentarlo el año próximo o entra en el mercado laboral y su concentración es total y debe ser respetada al máximo, ya que se producen cortes de tráfico, cierres de fábricas o cambios de horarios laborales para molestar lo más mínimo a los 9,42 millones de adolescentes en las difíciles pruebas.
De todas formas, se utilizan todos los medios para asegurar la limpieza del proceso, incluyendo los citados drones que vigilan e interceptan señales inalámbricas, detectores de metales o técnicas de reconocimiento facial. Cualquier cosa para cazar a los tramposos y asegurar que pasan los mejores. En los últimos años se han detectado desde auriculares implantados en el oído interno a bolígrafos con pequeñas cámaras incorporadas e incluso van a la cárcel las personas que ayuden a los estudiantes como por ejemplo copiar en un examen.
En suma, más de nueve millones y medio de estudiantes chinos se enfrentan en estos días a las temidas pruebas de selectividad o «gaokao» (高考), un hito de carácter decisivo para millones de estudiantes que compiten por acceder a la formación universitaria, y probablemente se trata el ejemplo más claro del espíritu meritocrático que rige el sistema educativo y el político. Su limpieza supone una preocupación constante para millones de familias chinas que, durante años, invierten todo su esfuerzo y ahorros para no desaprovechar esta oportunidad.
Los estudiantes viven unas jornadas de gran presión, y de hecho, durante las pruebas hasta se ha suministrado suero a los alumnos que desfallecen y se ha reforzado la seguridad en las ventanas para evitar suicidios, que también han existido caso. «La presión es demasiado grande. Si no consigues acceder a una buena universidad tu futuro es muy negro. Estás acabado y tu familia no te lo perdonará», decía un candidato a estas pruebas.
Además de los drones, lo más curioso en esta edición de 2015 ha sido la iniciativa de un instituto de la provincia china de Hubei, que ha facilitado a sus estudiantes aminoácidos que se inyectan por vía intravenosa en clase mientras estudian para preparar la prueba de Selectividad de junio, a fin de que afronten con más energía estos exámenes. Una buena muestra de la presión que sufren los jóvenes ante estos exámenes, porque la competencia es muy alta, y el miedo al fracaso y al deshonor de la familia, también.
El “gaokao” fue establecido en 1952 desde entonces -con la excepción de la década de la Revolución Cultural (1966-1976), cuando fue suspendido- se ha convertido en un punto de inflexión en la vida de los jóvenes del país, en la que la presión que sufren los estudiantes es tan enorme que se producen suicidios entre los que no superan las pruebas, pero la seguridad en las pruebas es total, y como indica la agencia oficial china Xinhua, la puesta en práctica de detectores y drones son para evitar copiar en la selectividad de acceso a la universidad.
En definitiva, la gigantesca población china y una oferta universitaria que en la actualidad sigue dejando fuera de la educación superior a cerca de una cuarta parte de los examinados, aunque hasta hace unos años la proporción de excluidos era mucho mayor, han hecho de esta prueba un hito decisivo para el futuro de los estudiantes chinos.
María Ángeles Santos, periodista