Calidad Japón: suma y… ¿Resta?
Madrid. Controles de calidad quebrantados por las más reverenciadas firmas automovilísticas europeas ya no son extrañezas. De Japón no se esperaba. Japón puso de moda globalmente el “Total Quality” en los 80. Y ello habiendo tenido que luchar contra el sambenito del “made in Japan” asociado a producto “barateiro”, en el hambre comercial de la postguerra. Y nos vienen algunas preguntas.
¿Qué ha pasado con los manufactureros japoneses?
Los defectuosos “air bags” de Takata, los productos metalúrgicos de Kobe Steel, los cables o juntas de Mitsubishi Materials, las fibras de carbono de Toray o las inspecciones no cumplimentadas por Nissan y, ¿suma y sigue? La lista de afectados va creciendo doméstica e internacionalmente. Desde partes o accesorios para Toyota, o para las fuerzas de defensa japonesas (SDF), o más temible todavía para sus reactores nucleares, así como internacionalmente quizás Boeing o Airbus.
¿Cómo ha podido extenderse tanto?
Porque el problema venía de tiempo. Irónicamente ya desde el 2004, año en el que las acerías dan un órdago con la calidad, y, en vista de la feroz competencia de precios internacionales. Suben sus exigencias de calidad y se dedican a fabricar los más caros pero especializados aceros, a fin de poder competir en terreno propio. Por precio no podían. Y fue también en 2005 cuando Japón eleva las exigencias de sus normas JIS (Japan Industrial Standars) exigiendo una re-certificación para los productos que lo deseen. Ya por entonces empezaban a aflojar sus exigencias.
¿Por qué han tardado tanto en descubrir estas debilidades? Hay interpretaciones a go go. Releyendo sus propias críticas encontramos algunas explicaciones a las tres preguntas.
Son ellos mismos los que descubren internamente sus fallos, en la mayoría de los casos. Naturalmente les costaba autodenunciarse internamente. Y, por otra parte, nos dice el presidente del poderoso fabricante de fibras de carbono Toray, estaba seguro de que sus clientes no tendrían problemas de calidad, ni mucho menos de seguridad. Tampoco Kobe Steel tuvo nunca alguna reclamación de sus 525 clientes. Toyota declaró que las partes de sus vehículos fabricadas con estos materiales no podían afectar a la seguridad. Lo mismo con la incompleta inspección de Nissan. Aunque no todos los casos fueron así, como el conocidísimo de los defectuosos airbags de Takata, en reciente bancarrota.
El análisis del profesor A. Osanai de la Universidad Waseda nos da otra visión de esta actitud, por supuesto inadmisible. ¿Fue la presión de precios más competitivos externos la que les llevó a tomar el riesgo de ahorrar costes rebajando controles de la extra-calidad japonesa? La normal la cumplían y no causaban daños particulares. La experiencia de años se lo confirmaba. ¿Se excedieron en su autoconfianza? La tentación de ser competitivos reduciendo costes fijos en los peores años de la deflación era muy grande. ¿No se estaban exigiendo demasiado así mismo? Aunque esto fuera “contra natura” profesional japonesa yendo contra el espíritu perfeccionista y casi exageradamente cumplidor de normas, japonés.
Y así surge la penúltima pregunta: ¿cómo han podido actuar contra su mejor tradición profesional de estrictos cumplidores de las normas? Quizás la única respuesta sea que al fin y al cabo hasta los japoneses son como todos, mientras no demuestren lo contrario.
Hay datos que quizás ayuden a esta demostración. Su reacción nunca ha sido de negar o tratar de paliar los hechos denunciados. Depuran a muchos responsables, crean comisiones con expertos externos, contactan clientes afectados, cargan con los posibles daños, incluso retrasan la puesta en marcha de varias centrales nucleares en construcción por estar empleando materiales de Kobe Steel, aunque no provengan de las fábricas afectadas. Hasta el propio Ministerio de Industria declara que “es importante para toda la industria manufacturera participar en la resolución de estos problemas”. “Japan Incorporated” movilizado para encontrar caminos prácticos a fin de que estos fallos no se repitan. Es algo más que una cuestión de calibre corporativo, pasa al orden nacional.
¿Descenderá internacionalmente la bandera de Japón-Calidad? Viendo que permanece íntegro, y a la vez herido el corazón tradicional de profesionalidad japonesa se nos ocurre que, en el peor de los casos, permanecerá a la altura de los más fiables países industriales. El ganarse después la excelencia será cuestión de no restar más.