La tensión se dispara pero una guerra entre las dos Coreas es imposible

Zona fronteriza entre las dos Coreas. | Province of British Columbia, Flickr
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Madrid. Corea del Norte está logrando con su política de lanzamiento de misiles por doquier un efecto búmeran que está provocando en la península coreana una enorme tensión que hacía tiempo no se producía. Por un lado, Japón y Corea del Sur están cada vez más unidas militarmente, con Tokio rearmándose hasta los dientes y, por otro, las maniobras militares estadounidenses y surcoreanas son cada vez de mayor escala con intercambios de misiles entre Seúl y Pyongyang en una situación que no veía desde la guerra coreana en 1953, pero pese a todo esta prebélica realidad en la península coreana una guerra entre las dos Coreas es prácticamente imposible.

Uno de los motivos, por muy tensa que sea la realidad actual de la península coreana, radica en que una guerra entre las dos Coreas supone una infraestructura militar y de mantenimiento en la que en estos momentos la alianza Tokio-Seúl-Washington es superior a la de Pyongyang, y hay que ver qué papel jugaría China en ese hipotético conflicto, pues Pekín no quiere conflicto alguno, y muy complicado el de Rusia, que recibe proyectiles norcoreanos para la guerra de Ucrania, según el Pentágono estadounidense, pero Moscú ya tiene bastante con Ucrania y ni siquiera pudo salir a defender a Armenia, que mantiene un pacto de defensa en caso de agresión, de su reciente enfrentamiento con Azerbaiyán.

Y un segundo y vital argumento es que en un la situación actual, y pese a la fortaleza y sofisticado sistema de misiles y nuclear de Corea del Norte, una guerra sería un «suicidio» para Pyongyang, dado que el mantenimiento bélico, y lo estamos viendo con Rusia en la guerra de Ucrania, sería para el régimen norcoreano un obstáculo imposible de sortear y traería una «descomposición» del propio régimen que prácticamente nadie quiere, ni siquiera sus potenciales enemigos, pues de lo que se trata es de que Corea del Norte avance hacia el diálogo con Estados Unidos y su vecina del Sur para un desmantelamiento nuclear paulatino a cambio del levantamiento de las sanciones.

Eso sí, las maniobras militares que tanto tensan habrá que enfocarlas de alguna manera para que Corea del Norte no se sienta amenazada, Pyongyang adquiera una confianza política que no tiene y que China influya notablemente en el sentido de que a más tensión o más misiles o más maniobras militares el polvorín en cualquier momento puede estallar. Una guerra sería un «suicidio» para Corea del Norte. El régimen norcoreano puede estar seguro que nadie va a invadir Corea del Norte ni tampoco van a modificar su estatus político, ni tampoco el Ejército norcoreano o sus lanzamientos de misiles van a actuar contra EEUU, Corea del Sur o Japón.

Rusia con su invasión a Ucrania logró todo lo contrario de lo que había pensado. La OTAN se reforzó, las sanciones a Moscú están hundiendo su economía, Finlandia y Suecia están a las puertas del organismo atlántico, la crisis mundial política y económica es brutal y luego que Ucrania, pese a ser todos los días masacrada, no se rinde y está alargando una guerra que iba a durar no más de una semana. Es cierto que las maniobras militares en la península coreana sirven a Corea del Norte para justificar su defensa con el lanzamiento de misiles, pero la tensión reinante le puede dar más que un disgusto por la peligrosidad de sus proyectiles.

Está claro por muy grave que sea la situación que no habrá guerra y China puede y debe hacer más. Pero nadie, absolutamente nadie, va a atacar a Corea del Norte, y tampoco Pyongyang, por mucho músculo nuclear que muestre va a llevar a cabo un ataque nuclear. Hay dos referencias claras. Una de ellas, el levantamiento de las sanciones que tanto daño hacen a la economía norcoreana y, la otra, que todo ello debe ir acompañado del desmantelamiento paulatino y dando seguridad al régimen de Kim Jong-un de su programa nuclear que China no lo ve mal pero que al parecer no influye mucho en Pyongyang. El régimen no lo toca nadie.

Tal vez Corea del Norte esté aumentando deliberadamente las tensiones con sus vecinos. Tal vez ello sirva para otros objetivos. Tal vez Pyongyang no olvida que los ejércitos de EEUU, Japón y Corea del Sur tienen también sofisticados medios para repeler cualquier agresión, pero nadie pone en duda que la séptima prueba nuclear está al caer y las consecuencias las veremos en breve: aumento de tensiones y luego pedir compromisos y concesiones a sus citados enemigos potenciales.

Mientras, otro objetivo, según expertos, para Corea del Norte, pese a su sofisticado desarrollo nuclear, es perfeccionar su tecnología de misiles. Es decir, como señalan los expertos en asuntos nucleares, después de lanzar el misil al espacio, la ojiva se separa y vuelve a la Tierra en un «vehículo de reentrada». Este debe ser capaz de soportar el enorme calor y la presión que se genera al sumergirse en la atmósfera. Pero en pruebas anteriores parece que los vehículos de reentrada de Corea del Norte han fallado. Por tanto, Pyongyang necesita seguir haciendo pruebas para perfeccionar su propia tecnología. Está claro que el objetivo final ya no es solo amenazar, que puede hacerlo, a Japón y a Corea del Sur, sino demostrar que puede amenazar a EEUU con un misil balístico intercontinental (ICBM) con capacidad nuclear.

No obstante, esta última prueba, la del pasado 10 de noviembre, parece haber volado en lo que se denomina una «trayectoria elevada», volando a gran altura en el espacio, unos 2.000 kilómetros, y luego volviendo a descender abruptamente, pero es posible, según señalan, que esto se haya hecho para probar un misil de largo alcance, sin sobrevolar Japón. Si la prueba de esa jornada ha sido un nuevo fracaso, ello demostraría que todavía le queda mucho por hacer al régimen de Kim Jong-un, pero es obvio que no parará hasta lograrlo y la tensión se elevará.

De hecho, Japón está ya considerando el despliegue para 2030 de misiles hipersónicos en el archipiélago, con el objetivo de aumentar su poder disuasorio en el panorama actual de creciente tensión geopolítica, dado que Tokio analiza su plan de seguridad nacional que además de los misiles norcoreanos le preocupa la creciente influencia de China en la región y, obviamente, el desarrollo armamentístico de Corea del Norte.

Y luego, a los cazas y bombarderos norcoreanos que sobrevolaron varias islas y áreas de las costa occidental y oriental de territorio surcoreano en respuesta a las maniobras militares conjuntas de EEUU y Corea del Sur, Estados Unidos respondió enviando dos bombarderos estratégicos B-1 que se unieron a los ejercicios aéreos combinados a gran escala que Seúl y Washington realizan y que no se hacían con estas aeronaves desde 2017. La tensión está servida.

Nadie duda del avance tecnológico norcoreano. De hecho, los proyectiles lanzados por Pyongyang había sido un misil balístico intercontinental (ICBM). O sea, un misil con capacidad para transportar una o varias ojivas nucleares con un alcance de entre 5.500 y 10.000 kilómetros. Es decir, tiene capacidad para alcanzar la costa oeste de Estados Unidos, que junto a China, Rusia, Gran Bretaña, India y Francia son los únicos países que disponen de esta arma, la cual puede ser disparada desde múltiples plataformas, tanto en tierra como en mar, desde submarinos nucleares. Y en lo que va de año Kim Jong-un ha supervisado ya el lanzamiento de siete de estos proyectiles, a los que hay que sumar que en este 2022 ha llevado a cabo 40 rondas de prueba de misiles, una escalada que no se recuerda nunca.

En definitiva, Corea del Norte sigue esperando una respuesta de EEUU para una nueva ronda de conversaciones, pero todo choca con las exigencias de Washington sobre la reducción del programa nuclear norcoreano a cambio del levantamiento de sanciones, que a la postre fue uno de los puntos que originaron el fracaso de la cumbre de Vietnam, en Hanói (28 de febrero de 2019), e incluso la firma de un pacto de no invasión, pues ahora el país no es ajeno a la crisis económica mundial y atraviesa serias dificultades. Pero también Pyongyang acaricia cada vez más su séptima prueba nuclear.

El mundo global no sabemos cómo puede discurrir con la guerra de Ucrania, con ese nuevo mundo que quieren construir Rusia, China e Irán. Pero, aunque la península coreana está embotellada bélicamente y con países con armamento nuclear, algunos de los cuales está dispuesto a usarlo para su supervivencia, las armas nucleares asustan y matan. Actualmente hay nueve países con armamento nuclear: Rusia, EEUU, China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte, ordenados por la cantidad de munición que poseen de mayor a menor.

Un nuevo mundo y sin olvidar que tanto Rusia como China han justificado los ensayos con misiles de Corea del Norte en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero China reiteró que los lanzamientos de misiles norcoreanos «no ocurren en un vacío» y son una respuesta directa a las maniobras de EEUU y sus aliados. Y luego agregó que China está muy preocupada por la escalada de la tensión en la península coreana. Las preguntas son: ¿Qué tipo de confrontación subyace ahora en la región?, ¿quién debe abandonar la confrontación?, ¿deben ser las maniobras militares o el lanzamiento de misiles?

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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2 Respuestas

  1. María Rosario Saavedra Fernandez. dice:

    Muy interesante el análisis, como todos los de Santiago Castillo.

  2. Pedro José Ruiz dice:

    Como dicen en la zarzuela La Verbena de la Paloma: «La bronca la sota. No se sabe quién ha ganado… ni quién ha perdidooooo». Desde las maniobras combinadas Team Sprit de antes a las de ahora con el Mando de las Fuerzas Combinadas ROK-USA. Y, naturalmente, las maniobras de la República Democrática Popular de Corea -incluyendo lanzamientos de misilazos- no se chupan el dedo; Nada nuevo bajo el sol, desde la ocupación, y meando frío… hasta que algún misil de largo alcance salpique las costas de Alaska o las playas de la Alta California.

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