Sri Lanka está más cerca que nunca de un acuerdo con el FMI que alivie su crisis económica

Una calle de Colombo, la capital de Sri Lanka. | Dan Lundberg, Wikimedia
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Madrid. Sri Lanka lleva ya casi un año en la mayor crisis económica desde su independencia de la corona británica. La política del entonces presidente Gotabaya Rajapaksa, miembro del clan político que dominaba la nación isleña durante más de una década, y la pandemia, al combinarse, destruyeron la economía del país, dejándola sin capacidad alguna de cumplir con sus obligaciones crediticias. Después de que Rajapaksa dimitiese en julio, el primer ministro Ranil Wickremesinghe ocupó la presidencia e intentó conseguir el anhelado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para aliviar la considerable deuda y comenzar el camino a la recuperación. Aunque la inflación sigue alta, propulsando la incertidumbre en los consumidores, hay señales de que la ayuda del FMI está cerca como nunca.

Para asegurar el paquete de ayudas, Colombo tenía que convencer a sus principales acreedores (China, la India y Japón) para que estos apoyaran la iniciativa y se comprometan a posponer el repago de la considerable deuda esrilanquesa. Nueva Delhi fue el primero en proporcionar garantías al respecto a comienzos del año. Desde el principio de la crisis la India se mostró muy compaciente con las dificultades que estaba pasando su vecino meridional y envió ayudas para recuperar la economía de la isla asiática. Japón, junto con el Club de París, tampoco se hizo esperar mucho.

El problema era Pekín, que se mostraba reacio a perdonar la deuda después de que varios países endeudados con bancos chinos declarasen la bancarrota (Pakistán y Zambia) y otros estuviesen a punto de hacerlo (Nepal y Kenia, por ejemplo). ‘Bloomberg’ informó que el FMI tenía pensado comenzar las negociaciones incluso sin el respaldo chino ante la negativa de Pekín. ‘Global Times’, el medio oficialista chino, citó al portavoz del Ministerio de Exteriores, diciendo que China estaba abierta a renegociar las condiciones de la deuda y que había enviado una carta al gobierno esrilanqués con las mencionadas garantías.

Para cortejar al FMI y reducir el déficit, el Gobierno de Wickremesinghe se vio obligado a subir los impuestos y rebajar el gasto público. Colombo anunció en febrero que reduciría su presupuesto militar, contrayendo el numeroso ejército esrilanqués de 200.000 efectivos (comparable con el francés, por ejemplo) un tercio para el año que viene. Las fuerzas armadas del país alcanzaron números récord entre 2017 y 2019, sobrepasando los 300.000 soldados, a pesar de que la sangrienta guerra contra los insurgentes tamiles acabó ya hace más de una década. El expresidente Gotabaya Rajapaksa fue el secretario de Defensa durante el gobierno de su hermano Mahinda. Un recorte de gastos militares lo demandaban múltiples instituciones internacionales, viéndolo como una forma de solucionar la cuestión con el considerable déficit público.

La subida de impuestos y el consecuente aumento de los precios al combustible, reconoce el ministro de Energía, harán la vida muy difícil a los esrilanqueses. Son famosas las imágenes de colas de decenas de motos esperando su turno para reabastecerse de gasolina. Los apagones de electricidad siguen siendo muy comunes en las grandes ciudades, incluyendo la capital. Esto afecta a la eficiencia del sistema sanitario y al bienestar general de la población, debido a su dependencia del aire acondicionado para pasar los calurosas y húmedas noches tropicales.

Mientras tanto, la galopante inflación que alcanzó el récord de casi 70 % anual en septiembre en septiembre, comenzó una tendencia de descenso desde entonces, llegando a 54,2 % en enero. El presidente del Banco Central de la isla prometió a principios de 2023 que el país volverá a la inflación de un solo dígito a finales de año. Aun así, el incremento del coste del combustible podría afectar negativamente esta tendencia.

2022 fue un año muy difícil para Sri Lanka. La isla experimentó un ‘default’ histórico y una contracción de 8,7 %, justo cuando el demás mundo se recuperaba del estancamiento durante la pandemia. Después de una década de crecimiento, la antigua isla de Ceilán recae en la miseria. Ahora es esencial que Colombo controle su gasto público y recurra a las medidas de austeridad para recuperar su estatus crediticio y conseguir los 2.900 millones de dólares del FMI. Pero no podrá conseguirlo sin la ayuda de sus principales socios, China y la India. Sri Lanka es un ejemplo del peligro de la deuda insostenible, pero puede convertirse también en el ejemplo de cómo salir de una crisis de tal magnitud.

Iván Ortega Egórov

Estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III de Madrid

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