Rusia y China quieren evitar injerencias de EEUU y la UE en sus asuntos internos (y II)

Xi Jinping y Vladimir Putin. | Kremlin
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Madrid. China también quiere su autonomía en política internacional. Pekín lleva tiempo quejándose de que otros países se involucren en sus asuntos internos. Precisamente esta semana el presidente estadounidense, Joe Biden, le manifestó por teléfono a su homólogo chino, Xi Jinping, su preocupación por la situación en Hong Kong, la presión sobre Taiwán y por la minoría musulmana de los uigures.

Biden, quien habló con Jinping tres semanas después de ganar las presidenciales estadounidenses, le expresó al mandatario chino sus “profundas preocupaciones” y las “violaciones de los derechos humanos” en Xinjiang, región de los uigures.

Según expertos, más de un más de un millón de uigures están detenidos en campos de reeducación política en Xinjiang, aunque Pekín rechaza el término “campos” y asegura que se trata de centros de formación profesional, destinados a brindar un empleo a la población y mantener a raya el extremismo religioso.

China espera con Biden menos tensiones, pero el nuevo presidente de EEUU tiene pendiente resolver la guerra comercial, donde por ahora el asunto de los aranceles no se ha movido e incluso habrá que ver cómo se desarrollan las relaciones entre las dos primeras potencias del mundo.

Xi Jinping ha insistido siempre en respetar los intereses fundamentales de China y abordar esos problemas con prudencia, y le matizó que «las cuestiones relativas a Taiwán, Hong Kong y Xinjiang son asuntos internos de China que conciernen a la soberanía e integridad territorial de China».

Además de Taiwán están los litigios sobre el mar de China Meridional, donde distintos aliados de Washington reclaman la soberanía de esas aguas, y del mar de China Oriental, que Pekín dice que las islas Senkaku, administradas por Japón, les pertenece, pero Biden ya ha manifestado que defenderá la soberanía nipona sobre esas islas, conocidas en chino como Diaoyu, reafirmando con ello sus pactos de defensa con Tokio al igual que los tiene con Corea del Sur.

China quiere superar a la Armada de Estados Unidos y controlar el Pacífico en 2030. Pero Biden no quiere seguir con la misma política de Donald Trump en Asia. China ya es el principal adversario de Estados Unidos, y pese a que todavía no lo ha superado militarmente, la República Popular China mantendrá su supremacía en las zonas cercanas a su territorio, es decir, desde el Pacífico al Indico.

Claro que una confrontación entre los dos países no se va a dar, al menos de momento, de ahí que el canal televisivo chino CGTN señalara que ello sería una catástrofe para las dos naciones y para el mundo. Xi explicó que China y EEUU trabajando juntos pueden traer beneficios para los dos países y el mundo.

La relación entre Washington y Pekín se deterioró bruscamente durante la Presidencia de Trump, que empezó una guerra comercial con China con la imposición mutua de costosos aranceles y sanciones contra importantes empresas chinas. Trump culpó al gigante asiático de la propagación del coronavirus, al que solía llamar «virus chino», y la explosión de la pandemia.

De momento, el próximo 22 de mayo los 3.000 diputados de la Asamblea Nacional Popular china (ANP, Parlamento) celebrarán en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín la derrota de un virus que obligó a retrasar la cita política del año y que servirá para exteriorizar una normalidad en el país. La cita, suspendida a mediados de marzo por la pandemia, marcará las líneas de la nueva política doméstica y la estrategia a seguir en la política internacional.

El gigante asiático seguirá oponiéndose a las injerencias de EEUU, la UE y otros países en los asuntos que sólo conciernen a la República Popular. China aspira a ser un poder hegemónico y económico. Tanto China como Rusia reclaman su autonomía política, sin injerencias, que nadie les moleste y ahora con sus respectivas vacunas contra la COVID-19 también refuerzan su posición ante sus “enemigos”. 

También la Organización Mundial de la Salud (OMS) refuerza a Pekín con su informe final tras su visita a la ciudad china de Wuhan al establecer que el coronavirus tiene origen animal, descartando así que se hubiese originado en un la laboratorio.

Y habría que preguntarse: ¿Habrá una nueva “guerra fría” con Occidente?

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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