Rusia y China quieren evitar injerencias de EEUU y la UE en sus asuntos internos (I)
Madrid. Rusia está envalentonada con Occidente. Moscú se siente acorralada por las sanciones internacionales de la Unión Europea (UE) y EEUU tras anexionarse la península ucraniana de Crimea en 2014 y su presencia en Siria, cada vez es más influyente, lo que inquieta a Washington y sus aliados, mientras China trata de enderezar su política con Joe Biden sin ceder en sus asuntos internos como Hong Kong, Xinjiang, Taiwán o sus disputas en los mares de la China Meridional y Oriental.
La reciente visita del alto representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, la pasada semana a Rusia, que terminó en un sonoro fracaso y con una grave crisis entre Bruselas y Moscú, acentuada con la expulsión de tres diplomáticos europeos, sirve de referencia para ver que el Kremlin no va a permitir más críticas a sus políticas ni ceder “absolutamente” nada en el asunto del “caso Navalni”. “Son asuntos internos”, alegan fuentes oficiales.
La desconfianza entre Rusia y Occidente ha ido en aumento en los últimos años. Tanto la operación militar en Siria en 2015, para combatir el terrorismo, según el presidente ruso, Vladimir Putin, y que ha servido para quedarse pese a las quejas de Occidente, como la ocupación en 2014 de Crimea en la península ucraniana, han contribuido a cambios estratégicos en Oriente Medio que inquietan a Occidente.
Rusia no abandonará Siria. De hecho, Moscú acordó con el régimen sirio de Bashar Al Assad, a quien siempre apoyó, instalar una nueva base aérea cerca de Hmeimim, junto a la base naval en el puerto de Tartu, que ha existido desde la Unión Soviética, pero todos estos cálculos no salen gratis, dado que se siguen consumiendo importantes recursos rusos y más cuando la caída de los precios mundiales del petróleo y la pandemia del coronavirus frenan la recuperación económica siria, país que depende mucho de Rusia.
Además de la vacuna rusa Sputnik, que podría llegar a la UE en mayo, Moscú sabe que aún el organismo comunitario es muy dependiente de la energía que le suministra y que sigue siendo un socio geoestratégico importante para las soluciones sobre Siria, Libia, Irán o la crisis climática. Hungría es el aliado más cercano de Moscú en la UE, pero también hay interés comunitario en contrarrestar las buenas relaciones entre Rusia y China, sin descartar que rusos y chinos vayan a una contraofensiva diplomática contra EEUU y la UE.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, lo ha dejado claro: “No confundir los “modales educados de Rusia con debilidad”. Sin embargo, desde hace tiempo, no existe una agenda positiva entre Rusia y la UE por temas incómodos como los de Navalni o Ucrania, origen de las sanciones que pesan sobre el Kremlin.
La “guerra” sigue. Estados Unidos ha impuesto esta semana más controles vinculados a tecnologías estadounidenses y otras actividades llevadas a cabo por particulares para prevenir que, en última instancia, la industria de Inteligencia militar de China, Rusia, Cuba, Venezuela e Irán puedan obtener beneficios. Y que también afectarán a compañías de Corea del Norte y Sira.
Pero descongelar el diálogo con la UE y poner firme a Moscú por la condena a prisión de Navalni y la violenta represión de las protestas no es nada fácil, pero Putin sabe que con sus mejores aliados, como Siria, Bielorrusia o Venezuela, el Kremlin tendrá que sortear muchos obstáculos para lograr un mayor dominio en la comunidad internacional, la cual se ha visto favorecida por los acuerdos entre EEUU y Rusia de prorrogar por cinco años más el tratado Nuevo START que limita el número de armas nucleares estratégicas.
Rusia está decidida a aplicar a EEUU políticas de contención para evitar la injerencia de Washington en sus asuntos internos, asuntos que la comunidad internacional no valora de la misma forma que Moscú.