El presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, aboga por la unificación y critica a Corea del Norte
Madrid. Mientras el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, en su reciente discurso con motivo del Día del Movimiento por la Independencia del Primero de Marzo, que conmemora el levantamiento coreano de 1919 contra el mandato colonial japonés, aboga por la unificación de la península coreana, el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, sigue lanzando misiles por doquier y reiterando en su obsesión en atacar al «enemigo», entre ellos su vecina del Sur, un galimatías que engorda aún más las dificultades para dar solución a la tensión entre las dos Coreas.
El presidente surcoreano señaló que «ahora» es momento de «avanzar hacia una Península de Corea libre y unificada». «El régimen norcoreano depende únicamente en las armas nucleares y los misiles mientras atrapa a sus 26 millones de habitantes en un lodazal de miseria y desesperación», añadió. Pero claro, Pyongyang mantiene que su seguridad y estabilidad política la quiere quebrar Corea del Sur y Estados Unidos, una irrealidad que sabe muy bien el régimen norcoreano pero que le sirve para seguir alimentando no sólo tensiones sino protegerle ante un ataque o invasión que no se van a producir.
Yoon Suk-yeol en su discurso calificó a Corea del Norte de régimen represivo y prometió lograr una península coreana libre y unida, en contradicción a lo que semanas antes dijo el líder norcoreano, Kim Jong-un, al rechazar la idea de una reunificación pacífica y amenazando con ocupar el Sur en caso de guerra. Una guerra que no va a suceder. Nadie va a atacar a nadie y nadie va a invadir nadie.
El presidente Yoon Suk-yeol reiteró que «la unificación es precisamente lo que se necesita para expandir los valores universales de libertad y derechos humanos». «Nuestros esfuerzos de unificación deben convertirse en una fuente de esperanza y en un faro de luz para el pueblo de Corea del Norte», indicó. Unas declaraciones sobre la unificación que se produjeron en un momento en el que las hostilidades entre las dos Coreas están en auge, dado que Pyongyang ha aumentado sus pruebas con misiles, mientras Seúl y Washington realizan sus maniobras militares, pero muy lejos que estos ejercicios sean un anticipo de un ataque a Corea del Norte, lo que es realmente descartable, pero al régimen le sirve para seguir alimentando la teoría de fortalecer su programa nuclear para defenderse de sus hipotéticos “enemigos”.
El presidente surcoreano afirmó que ahora deben avanzar hacia una península coreana libre y unificada, en la que el pueblo sea su legítimo propietario, añadiendo que la tiranía y los abusos de los derechos humanos del régimen de Pyongyang niegan los valores universales de la humanidad. Subrayó que la unificación es, precisamente, lo que se necesita para expandir los valores universales de libertad y derechos humanos.
Durante la mayor parte de los 70 años transcurridos desde el final de la Guerra de Corea (1950-1953), la unificación ha sido un objetivo prioritario para los líderes de ambos países, que están divididos por la frontera más militarizada del mundo, pero es obvio que las sanciones internacionales que castigan al país por su programa nuclear no sólo bloquean soluciones en la península coreana sino que la tensión reinante no se reduce, aunque Pyongyang debe ir reduciendo su arsenal nuclear.
Política, económica y democráticamente las diferencias entre el Sur y el Norte son abismales, pero Corea del Norte sigue en su obsesiva idea de que le quieren invadir y más ahora cuando acaba de abandonar su política de larga data en busca de la reunificación con Seúl y solicitado codificar el compromiso a «ocupar por completo» el territorio surcoreano en caso de una guerra y al mismo tiempo ha abolido una serie de leyes para la cooperación económica con el Sur, lo que supone otro argumento más en el empeoramiento de las relaciones entre las dos Coreas.
El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, en su discurso por la Independencia del Primero de Marzo, se refirió también a las relaciones con Japón y afirmó que su nación y Japón son socios en la búsqueda de la paz y la prosperidad mundiales, mientras se esfuerzan para superar un «doloroso pasado» y avanzar hacia un nuevo futuro. Los dos países construyen la confianza a través de los intercambios mutuos y la cooperación, y trabajan juntos para resolver los difíciles desafíos que ha dejado la historia, y serán capaces de marcar el comienzo de un futuro nuevo y más brillante para las relaciones bilaterales. Agregó que espera que el 60 aniversario de la normalización de las relaciones diplomáticas entre las dos naciones, el año próximo, sirva de oportunidad para llevar la relación a un nivel superior, más productivo y constructivo.