Las elecciones presidenciales de Taiwán marcan otro reto político para China
Madrid. La presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, parte como favorita para revalidar su cargo en los comicios presidenciales del próximo 11 de enero, cuya campaña electoral ha tenido un discurso de independentismo moderado que ha logrado la confianza de los isleños frente a las “presiones” de Pekín que unido a la protestas en Hong Kong la convierten como la próxima presidenta del país con los recelos de la República Popular China hacia la República China (actual Taiwán).
Una de las razones del ascenso de Tsai Ing-wen (Partido Demócrata Progresista (PDP), independiente) como favorita para su reelección ha radicado en la situación actual en la crisis de Hong Kong cuando hace unos meses sus posibilidades eran bastante exiguas y cuando también tenía todo a su favor el candidato presidencial de la oposición nacionalista Kuomintang (KMT, cercano a Pekín), Han Kuo-yu, pero las protestas en la antigua isla británica revitalizó a la actual gobernante que se ofrece a sus electores como la única alternativa de hacer frente a la China continental.
La tesis de “un país, dos sistemas” que facilitó la devolución a China de Hong Kong y Macao el siglo pasado fue planteada antes, pero sin éxito, a Taiwán en la transición hacia la democracia.
La nueva etapa política con el interpretable principio de “una sola China”, al que Taiwán añade que con dos Estados, y que la República Popular limita solo al continente y tacha a la isla de provincia rebelde serán puntos de fricción entre ambas partes y eso sin olvidar que las últimas encuestas revelan que los partidarios de la independencia superan a los interesados en la unificación con la China continental, pero ninguna de estas posiciones alcanza una mayoría amplia que legitime la aplicación de una de ellas, de ahí la importancia de estos comicios presidenciales.
Taiwán y la “guerra comercial” son dos de los campos más conflictivos que afrontan China y EEUU, por ello los resultados de las elecciones taiwanesas tendrán distintas lecturas. Pekín siempre la ha considerado la “provincia rebelde” y mantiene que no permitirá que nadie la cruce, aunque haya que defenderla por las armas. Taiwán forma parte del territorio inalienable de China y su independencia no es negociable.
Sin embargo, China sabe que EEUU se opone a la reunificación dado que ello fortalecería la posición de Pekín en esta situación con la isla, y sabe también Washington no va a quedarse al margen de los asuntos del estrecho con Taiwán bajo su influencia y que le puede servir para frenar la hegemonía china en la zona y además también conoce que Estados Unidos no abandonaría a Taipéi a su suerte, mantendría con ella estrechos lazos no oficiales y se comprometía a ofrecerle ayuda militar, en caso de ataque chino, por ahora muy improbable.
Los resultados de las elecciones presidenciales taiwanesas marcarán el nuevo rumbo político de la zona y que también tendrá su propia orientación en EEUU, donde Donald Trump tratará de ser reelegido como presidente en noviembre próximo, y que Tsai Ing-wen ya le ha hecho parte de los deberes al inquilino de la Casa Blanca tras la aprobación de una ley que tiene como objetivo impedir la infiltración de China en los comicios del próximo 11 de enero, lo que profundiza las tensiones políticas entre Taipéi y Pekín.
China ve con enorme recelo una nueva victoria electoral de Tsai y su política de alejamiento de Pekín, que está convencido que la isla terminar englobando a la “gran china” que desea el presidente Xi Jinping, y por ahora el “acoso” político le da resultado al dejar a Taiwán con 15 aliados diplomáticos pero, sin embargo, pese a las tensiones entre ambas partes, en 2018 China fue el socio comercial número uno de Taiwán (24 por ciento del total de intercambios con el resto del mundo), y representó el 29 por ciento de las exportaciones y el 19 por ciento de las importaciones del país, según datos oficiales.
Y hay que resaltar la venta de armas que efectúa EEUU a Taiwán (julio de 2019), que osciló en unos 2.200 millones de dólares, que sirve, según la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, para mejorar “enormemente nuestras capacidades terrestres y aéreas, fortalecería la moral militar y mostraría al mundo el compromiso de Estados Unidos con la defensa de Taiwán”.
Desde 2010, Estados Unidos ha anunciado más de 15.000 millones de dólares en ventas de armas a Taiwán y, además, en un informe oficial, se resalta de las ventajas militares tradicionales de Taiwán sobre la China continental en caso de un conflicto a través del Estrecho de Taiwán que se estaba debilitando ante la modernización militar de Pekín.