Las dos Coreas fracasan en sus nuevas conversaciones
Madrid. Las dos Coreas fracasan en sus nuevas conversaciones, las segunda de este año a alto nivel, al no llegar a acuerdos en dos de los asuntos más importantes como la celebración de nuevas reuniones de familias separadas por la Guerra de Corea” (1950-53) y la reanudación del programa turístico conjunto a la montaña Kumgang, clave para que entren divisas a Corea del Norte.
Pero en el fondo este nuevo fracaso evidencia una vez más el hartazgo de la sociedad surcoreana en medio de un escepticismo que resaltan las diferencias notables de la realidad existente entre las dos Coreas y lo dificultoso que es aproximar posturas cuando son ya muchos años con los mismos escenarios pero con distintos objetivos dependiendo siempre de las circunstancias del momento.
En esta ocasión, las dos Coreas se han reunido a lo largo de esta semana en la fronteriza ciudad norcoreana de Kaesong en una cita de alto nivel con la participación del viceministro de Unificación de Corea del Sur, Hwang Boo-gi, y el vicedirector del Comité para la Reunificación Pacífica de Corea del Norte, Jon Jong-su, pero ni siquiera esta alta representación ha servido para llegar a acuerdos definitivos que entierre para siempre este anacronismo del único foco aún existente en el mundo de la “guerra fría”.
Corea del Norte mostró más predisposición para que esta nueva reunión entre ambas partes terminara lo mejor posible, pues Pyongyang trata de reanudar el programa turístico conjunto a la montaña Kumgang, que permanece suspendido desde la muerte a tiros de una turista surcoreana por parte de un soldado norcoreano en 2008, al parecer, según las autoridades norcoreanas, por entrar en un área fuera de los límites establecidos.
El régimen norcoreano lleva tiempo queriéndose abrir al exterior, pues el turismo es una de las claves de la nueve política norcoreana, donde unos dos millones de surcoreanos al año han podido visitar el Kumgang, que ha proporcionado muchas divisas al país, que se encuentra sometido a las sanciones de la ONU por sus prueba nucleares y de misiles, y que fue también lugar de encuentro de la última reunión de familias separadas en octubre pasado.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, ha mostrado más interés en mejorar los asuntos intercoreanos a fin de lograr algunos objetivos de tipo económico y diplomático antes de la reunión del gobernante Partido de los Trabajadores, prevista para mayo próximo y que sirve también como baluarte de la nueva política norcoreana.
De hecho, la afirmación de Kim Jong-un de que Corea del Norte está listo para “detonar de forma autosuficiente una bomba atómica y una bomba de hidrógeno” forma parte de esa política de reafirmación del régimen comunista, pero que sea verdad o no que tiene la bomba es otro asunto que entra, como casi todo, en el terrero de la especulación, incluso para algunos expertos en asuntos coreanos todo es más ficción que realidad.
Sin embargo, lo negativo ha sido el fracaso de esta nueva ronda de conversaciones con graves perjuicios para Corea del Norte, que ha acusado a Corea del Sur de difamar a Pyongyang, a través de su página propagandística Uriminzokkiri, atribuyendo la responsabilidad a Seúl de que la reunión de alto rango acabara sin alcanzar ningún acuerdo.
Corea del Sur ha querido siempre que se cumplan todas las decisiones que emanen de estas continuadas reuniones para evitar constantemente sorpresas que sólo conducen a más hartazgo y cansancio, tras muchos años con el país dividido desde 1948, y Seúl desea institucionalizar de forma regular el asunto de las familias separadas por la “guerra coreana” (1950-53) como objetivo prioritario teniendo en cuenta la avanzada edad de todos ellos.
En torno a la mitad de los cerca de 129.700 solicitantes del reencuentro familiar ya han fallecido y actualmente, en la lista de espera aguardan cerca de 66.000 surcoreanos, la mayoría de ellos con edades comprendidas entre los 70 y 90 años, ya que, en opinión de Seúl, estos encuentros puntuales no son suficientes para satisfacer las expectativas de los familiares surcoreanos supervivientes y pretende sostenerlos de forma más oficial y regular.
Sin embargo, Corea del Norte no contempla, al menos de momento, esta posibilidad, sobre todo, si se crean expectativas constantes en estas citas que podrían alterar pensamientos muy rígidos dentro de lo que es el actual sistema político norcoreano, en especial sabiendo todo lo que se mueve a nivel mediático en estos encuentros del drama de familias separadas.
Corea del Norte rechaza la propuesta del Sur de fijar más reuniones de familias separadas, mientras que Seúl no ve lógico relacionar el problema de las familias separadas con la reanudación del programa turístico conjunto a la montaña Kumgang.
Unas conversaciones que formaban parte del acuerdo intercoreano alcanzado el 25 de agosto pasado para mitigar las tensiones militares y fomentar los intercambios civiles, después de que una explosión de minas norcoreanas mutilase a dos soldados surcoreanos en la Zona Desmilitarizada de Panmunjom ((ZDM).
Por su parte, la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, viene insistiendo que está dispuesta a celebrar una cumbre intercoreana con el líder Kim Jong-un si Pyongyang muestra sinceridad en el abandono de su programa de armamento nuclear y la mejora de las relaciones entre las dos Coreas, una cumbre que debería aceptar Corea del Norte como primer paso para que el país pueda ofrecer a la comunidad internacional una credibilidad que ahora está cuestionada y que le serviría para abrirse definitivamente al exterior con importantes inversiones económicas que mejoraría el nivel de vida de todos los norcoreanos.
Las dos Coreas siguen técnicamente enfrentadas desde la Guerra de Corea (1950-1953), que concluyó con un armisticio nunca reemplazado por un tratado de paz y durante todo este largo tiempo las relaciones entre ambas partes han estado marcadas por los frecuentes episodios de conflictos, tensiones y también de distensión pero sin cerrarse acuerdos definitivos para poner fin a una situación anómala en pleno siglo XXI.