Kim y Trump se reúnen en Panmunjom en una cita histórica para reactivar el diálogo
Madrid. Kim Jong-un y Donald Trump se han reunido por tercera vez en menos de dos años, en una cita histórica al celebrarse en la Zona Desmilitarizada (DMZ) en Panmunjom, para reactivar el dialogo tras el fracaso de la segunda cumbre de Hanói y que ha convertido al presidente estadounidense en el primero de EEUU en ejercicio en pisar suelo norcoreano.
Una cita que ha tenido también sus detractores al ser considerada como un “lavado” de imagen sin resultados prácticos, aunque eso sí, pese a las críticas recibidas la reunión servirá para desactivar unas bloqueadas conversaciones que son imprescindibles para normalizar la situación de la península coreana.
Una normalidad que pasa por dos importantes vectores como son la desnuclearización y el levantamiento de las sanciones que aún pesan sobre el régimen norcoreano, unas sanciones que sólo pueden ir suavizándose según vayan transcurriendo las conversaciones entre Pyongyang y Washington y cómo se vaya desarrollando el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano.
Tras concluir la cita histórica entre ambos, las perspectivas para seguir trabajando son mayores que hace unas semanas, en los que estos contactos han sido el resultado de una cita organizada de forma imprevista y que una vez más el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, ha sido clave para mediar en el encuentro y que sigue siendo pieza fundamental en el proceso de desnuclearización.
La cita entre ambos tuvo su momento histórico cuando Trump y Kim se han encontrado ante de la línea divisoria de Panmunjom que separa las dos Coreas, que se mantienen técnicamente en guerra tras un armisticio firmado en 1953 y que al mismo tiempo también ha sido la primera reunión entre las dos máximas autoridades de EEUU y Corea del Norte en la mítica zona fronteriza.
“Se trata de un momento histórico que pretende poner fin al conflicto en la península”, explicó Kim, que valoró el gesto valiente de Trump y que demuestra “su voluntad de eliminar todo el pasado de infortunio y abrir un futuro nuevo”, mientras el presidente estadounidense indicó que “están pasando cosas muy positivas” en la península a raíz del acercamiento entre Washington y Pyongyang iniciado el año pasado. “Nos hemos reunido y nos gustamos el uno al otro desde el primer día y eso es lo que importa”, afirmó.
El presidente Moon Jae-in, que acompañó a Trump a la frontera entre las dos Coreas, pero no participó en el encuentro a puerta cerrada, también valoró muy positivamente el encuentro y agradeció los esfuerzos del presidente estadounidense por lograr la desnuclearización de la península.
Las conversaciones entre Pyongyang y Washington estaban atascadas desde el desencuentro que mostraron ambos líderes con respecto al modelo para desnuclearizar Corea del Norte durante la cumbre de febrero celebrada en Hanói, que siempre están condicionadas a un levantamiento gradual de las sanciones, claves para las reformas económicas en Corea del Norte.
Donald Trump siempre desde el fracaso de Hanói quitó importancia a las dos pruebas de misiles que hizo Corea del Norte como señal de protesta y presión a EEUU al argumentar que se trató de proyectiles de corto alcance, pero en suma que el régimen de Kim Jong-un vuelva a tiempos pasados con más ensayos nucleares es prácticamente imposible. Hay una realidad que tiene el apoyo de China, Rusia y Japón, los otros actores de todo este proceso, pero la única solución pasa por estas conversaciones con el desmantelamiento del programa nuclear y un lento levantamiento de las sanciones.
La inesperada visita del domingo surgió de un tuit que Trump publicó un día antes mostrando su disposición a verse con el líder norcoreano aprovechando la visita a Corea del Sur que tenía previsto hacer tras la cumbre del G-20 en la ciudad japonesa de Osaka.
En definitiva, un gesto de Trump que compensa su mala política exterior aunque ha recibido críticas de la oposición demócrata estadounidense por este encuentro al que consideran como una cita de cara a la galería sin resultados prácticos.
Ya lo único que queda ya es que Kim visite a Trump en la Casa Blanca y el problema nuclear y de la península coreana pasará a otra historia.