Kim y Putin refuerzan su posición hacia la desnuclearización de la península coreana (y II)
Madrid. Lo que está claro que Kim quiere una desnuclearización gradual que vaya acompañada de un levantamiento progresivo de sanciones, una oferta que Washington rechazó en Vietnam, dado que defiende un «gran acuerdo» que pasa por eliminar todos los programas de armas norcoreanos, además del atómico, antes de relajar ninguna sanción, pero EEUU debe saber que el total desmantelamiento del programa nuclear son al menos diez años.
No obstante, Kim Jong-un cree que la situación en la península coreana depende de la «actitud» de Estados Unidos, país al que acusó de «mala fe» y resaltó que su régimen está preparado para cualquier «situación posible», pero para los analistas volver al periodo de tensiones y de pomposidad nuclear no arreglaría nada. Y, según la agencia norcoreana KCNA, Kim le dijo a Putin que EEUU mantuvo una posición «unilateral» durante la cita que tuvo con Donald Trump en Hanói y de ahí el fracaso de la misma que terminó sin resultados.
Putin gana protagonismo para influir en esta crisis nuclear norcoreana y apoyará a Kim en sus iniciativas que, por otra parte, Moscú coincide en bastantes puntos con EEUU, aunque no en lo relativo a las sanciones, en un encuentro que recuerda al efectuado por su padre, Kim Jong-il, cuando en 2011 se reunión con el entonces presidente ruso, Dimitri Medvedev, que también viajó en tren, de fabricación soviética y, según distintas fuentes, con los vagones modernizados en Japón.
Eso sí, los tiempos de las buenas relaciones comerciales de antaño entre Rusia y Corea del Norte ya no son lo que eran, de hecho China facilita el 90 por ciento de su comercio exterior, pero Moscú y Pyongyang no tienen grandes vínculos comerciales aunque Putin busca concesiones mineras en territorio norcoreano.
Kim Jong-un tampoco dejó en el tintero en su encuentro con Putin la situación de unos 11.000 norcoreanos que trabajaban en Rusia, pero que deberían abandonar el país antes de fin de año como consecuencia de las sanciones, una realidad que afectaría a las arcas del régimen, dado la fuente de ingresos que supone para Corea del Norte, cuya mano de obra proporciona unos 500 millones de euros al año en divisas.
Kim comenzó en 2018 una política impensable hace unos años, pero en poco tiempo se ha visto cuatro veces con el presidente chino, Xi Jinping; tres con el surcoreano, Moon Jae-in; dos con Trump, y ahora con Putin por primera vez, y sólo falta otro encuentro histórico con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, que lo viene reclamando desde hace tiempo para ganar algo de protagonismo ante la ofensiva diplomática de las otras partes.
En definitiva, un encuentro positivo para relanzar todo el proceso que se viene sucediendo en la península coreana y pese al fracaso de Hanói, pero tanto Putin como Kim buscan garantías de seguridad para Corea del Norte, respetándose la soberanía del país y así pueden iniciarse los mecanismos para una política de desnuclearización, lo cual, como dice el presidente ruso, es “posible”.
El régimen norcoreano sabe que ahora es un buen momento para avanzar en la desnuclearización y en programar el levantamiento de las sanciones, pero también sabe que esas garantías, como dice Moscú, deben tener base “jurídica” para evitar situaciones como las que se dieron en la caída de los líderes iraquí y libio, Sadam Huseín, y Muamar el Gadafi, respectivamente, de ahí que Pyongyang concluya que las armas nucleares eran y son la mejor garantía de la supervivencia del país.
La buena sintonía fue clave en el encuentro e incluso Putin señaló que Kim había pedido que se transmitiese a Donald Trump su posición sobre la solución a la crisis nuclear coreana, pero, en resumen, la nueva situación en la península coreana radica en una mayor confianza entre las partes, en una desnuclearización que desea el propio régimen y en el levantamiento paulatino de las sanciones, claves para las reformas económicas norcoreanas que dan más seguridad al país.