Kim y Putin intercambian ayuda alimentaria y tecnológica por munición norcoreana

Kim Jong-un y Vladimir Putin, en 2019. | Kremlin
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Madrid. Kim Jong-un ha salido fortalecido de su encuentro con el cada vez más debilitado Vladimir Putin. Rusia necesita munición norcoreana y Corea del Norte mejorar sus sistemas de construcción de satélites y Moscú contribuirá a ello, pero es obvio que tras 18 meses de la guerra de Ucrania, Putin siente una enorme «soledad», en la que Irán le sigue facilitando drones y ahora Kim le facilitará la munición que necesita para alargar una guerra en la que China sigue con su ambigüedad, pero deseando que cuanto antes termine mejor para todos y sin inquietarse con el suministro militar que facilite Pyongyang.

Corea del Norte y Rusia sufren las sanciones impuestas por Occidente y EEUU. El régimen de Kim Jong-un, por sus lanzamientos de misiles y su programa nuclear, y Vladimir Putin por su invasión a Ucrania. Dos «estadistas» con sus propias perspectivas a ese nuevo orden mundial que construye EEUU y Occidente, frente al que desea liderar China con Rusia e Irán. Dos mundos cada vez más bipolares, en el que el multilateralismo y la globalización están ahí, una realidad geopolítica mundial donde los dirigentes norcoreano y ruso han ganado protagonismo mientras la guerra de Ucrania sigue su curso con el suministro de munición de Pyongyang a Moscú para su artillería y misiles antitanques a cambio de ayuda técnica para mejorar su sistema de satélites y también ayuda alimentaria.

Pero pese a las sanciones, Rusia ha recuperado y aumentado su ritmo de producción de misiles de la preguerra y lo mismo pasa con Corea del Norte, que acaba de presentar un nuevo modelo de submarino, capaz de cargar 12 cabezas nucleares, aunque hay expertos que consideran que es imposible cargarlas en el submarino.

Ambos dirigentes ya han ganado sus respectivas guerras mediáticas. Putin en Rusia lo tiene todo bajo control, no permite que nadie pueda quejarse de sus operaciones militares en Ucrania pese al desastre de esa guerra que iba a durar no más de una semana, mientras que el líder norcoreano tiene «atado y bien atado» a su pueblo, pero con la diferencia de que en la sociedad norcoreana no hay grieta alguna de quejas o protestas a Kim Jong-un en relación con Putin, que tiene cada vez a más descontentos dentro del país e incluso fuera de Rusia. Dos conceptos sociológica y políticamente bien diferenciados, pero el hecho de que Corea del Norte e Irán sean militarmente sus mejores aliados en esta brutal guerra que a China le incomoda pero no condena, pero que a nadie económicamente interesa que se alargue.

Corea del Norte está muy interesada en la tecnología de cohetes, intenta conseguir un desarrollo en el espacio y Rusia le puede ayudar mucho, además de que Putin también puede ayudar mucho al programa de desarrollo de satélites, tras dos lanzamientos fallidos a lo largo de este año. Pero la cooperación a nivel militar y técnico entre ambos países se consolidará con este encuentro entre Kim y Putin. Pyongyang reclama tecnología más avanzada dado que ha vivido el fracaso de varios lanzamientos de satélites y Moscú le ayudará.

Corea del Norte refuerza sus vínculos con China y Rusia ante la creciente cooperación en materia de seguridad entre Corea del Sur, Japón y Estados Unidos. Una zona cada vez más militarizada, en la que Japón siente la «amenaza norcoreana» y cada vez se está armando más, como el resto de sus vecinos. Pekín no es indiferente ante una realidad en la que tanto China como EEUU pugnan por liderar la hegemonía mundial.

Rusia se ha garantizado el apoyo de Corea del Norte en su guerra contra Ucrania y en su lucha contra Occidente. Y además Kim apoyará todas las decisiones que Putin dictamine. El líder norcoreano está «fuerte», como lo demostró que el Ejército norcoreano disparaba dos misiles sobre el mar de Japón (mar del Este) poco antes del comienzo de las conversaciones con Putin, que se trasladó en avión, mientras Kim se desplazaba en un tren blindado con varios vagones verdes y una locomotora rusa a la ciudad de Vladivostok, a unos 700 kilómetros del puente que separa ambos países en una de las divisorias internacionales más estrechas del planeta. Ya viajaba en tren su padre Kim Jong-il, y ahora su hijo, que en cuatro años no había salido al exterior y ambos por temor al avión.

Mientras que Rusia afirmaba que hay enormes perspectivas de cooperación espacial y militar, Corea del Sur ya ha mostrado su preocupación por esta alianza rusa-norcoreana que constituye una nueva realidad política en la región, en la que la península coreana sigue sin la firma de un tratado de paz y sólo está validado por un armisticio que no garantiza la estabilidad entre las dos coreas. Pero también el anuncio de que rusos y norcoreanos hayan hablado de celebrar maniobras militares conjuntas y a la vez Vladimir Putin visite Pyongyang y con las advertencias de Corea del Sur, EEUU y Japón instándoles a que eviten cualquier acuerdo de intercambio de armamento, pronostican una inestabilidad preocupante.

En definitiva, Putin y Kim recobran protagonismo y ambos tratan de que la colaboración militar y espacial sea un hecho por bien de los dos dirigentes, pero no por el bien de una estabilidad mundial. Y aún tuvo tiempo antes de regresar a Pyongyang de visitar en Komsomolsk del Amur, en la región oriental rusa de Jabárovsk, dos fábricas de producción de aviones militares y civiles, y disfrutando de una demostración de vuelo del caza Su-35. La cooperación entre Rusia y Corea del Norte en el campo de la fabricación de aviones en medio de las sanciones internacionales que pesan sobre ambos países está empezando a funcionar, pero veremos en qué quedan todas estas intenciones y veremos también cuando termine la guerra de Ucrania qué nuevas estrategias globales surgen.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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