Kim Jong-un inicia una nueva etapa en Corea del Norte con su tercera visita a China
Madrid. La tercera visita de Kim Jong-un a Pekín ha servido para atar lo mejor posible sus lazos con China tras la histórica cumbre entre el líder norcoreano y Donald Trump, cuya cita comienza a marcar una nueva etapa en Corea del Norte, país que necesita grandes reformas para superar sus deficiencias económicas y a la vez marcar su propia diplomacia exterior.
La nueva visita de Kim esta semana a Pekín, la tercera en tres meses, ha tenido su claro objetivo en no marginar a China en todo lo que suceda en Corea del Norte y al mismo tiempo no descuidar los intereses chinos en el país, el cual tiene una enorme dependencia del “gigante asiático”.
Pese al nuevo e histórico acercamiento entre Pyongyang y Washington el líder Kim Jong-un sabe que China no puede quedar fuera de la nueva etapa política que se avecina en la península coreana.
Durante su encuentro con el presidente Xi Jinping, el líder norcoreano agradeció a China su apoyo positivo y sincero así como su ayuda para la fructífera cumbre de Singapur con Trump, lo que evidencia la importancia del viaje y de las nuevas perspectivas que se van a desarrollar en Corea del Norte.
Xi Jinping quiere el mayor equilibrio y estabilidad posibles en la zona, además no se ha cansado en repetir que lo habido en Singapur es “enormemente positivo” y Pekín sabe que una buena solución al tema nuclear salen todos beneficiados, en especial Corea del Norte.
La desnuclearización en la península coreana es el objetivo de todos, su proceso lento pero no imposible servirá también para dotar a la zona otros medios que darán lugar a otros escenarios, donde Kim Jong-un ha pasado en lo que va de 2018 a un personaje político que ha sorprendido a todos y ahora sabe que dentro y fuera de su país puede convertirse en una pieza clave para la solución nuclear y posteriormente económica de su país con la ayuda de Corea del Sur.
Los temores de China a un acercamiento entre Corea del Norte y EEUU en el sentido que podría perjudicar a sus intereses económicos o a la seguridad de la región es un asunto no baladí pero difícil que Pekín pudiera permitir verse afectada.
Tanto chinos como norcoreanos combatieron juntos en la guerra de Corea (1950-1953) y han sido siempre aliados, aunque la aplicación por parte de China de sanciones de la ONU destinadas a convencer a Pyongyang de que abandone su programa nuclear tensaron las relaciones de ambos países que ahora y antes de la cumbre entre Corea del Norte y EEUU y con las dos visitas antes de Kim a Pekín se trata de recomponerlas.
A finales de marzo, Kim Jong-un viajó a Pekín, que fue su primera salida al extranjero desde que asumió el poder a fines de 2011, antes de un segundo viaje en mayo en la ciudad portuaria de Dalián (noreste de China).
China, mientras “combate comercialmente” con EEUU y afronta sus nuevos retos con Taiwán, ha sido siempre clave en la política norcoreana y pese a altibajos por el programa nuclear, tanto Pekín como Pyongyang seguirán fortaleciendo su unión y sus propias estrategias políticas.
La visita de Kim a Xi ha servido también para demostrar al mundo y en especial a EEUU que china puede contar con el apoyo de Pyongyang en el caso hipotético de que las relaciones entre Corea del Norte y Estados Unidos se deteriorarán.
Tras la cumbre de Kim y Trump, Corea del Norte afronta una realidad que no puede obviar y clave para la supervivencia de su régimen como son las reformas económicas. De hecho, altos funcionarios norcoreanos no sólo estudian aplicar medias en este sentido sino que viajan a Pekín para ver cómo llevar a cabo la nueva construcción económica en Corea del Norte y todo a la espera de ir reduciéndose las sanciones de la ONU y de la comunidad internacional contra el régimen comunista.
Por otra parte, el viaje del presidente surcoreano, Moon Jae-in, a Rusia y su encuentro con Vladimir Putin sirve también para un acercamiento con Corea del Norte y los avances para su desnuclearización, aunque Seúl matiza que no retomará los intercambios económicos con Corea del Norte mientras estén en vigor sanciones internacionales impuestas a Pyongyang, cuya vigencia dependerá de sus avances en la desnuclearización.
De momento, lo más positivo en aras de una nueva realidad en la península coreana ha sido la suspensión de las maniobras militares entre Estados Unidos y Corea del Sur con el objetivo de favorecer la política de distensión y el reforzamiento del diálogo entre todas las partes.