Japón: Planes para rescatar al mundo rural
Madrid. La realidad actual nipona del mundo rural es muy distinta del Japón que pensamos e imaginamos, donde el grueso de la población habita en ciudades (Tokio, Osaka y Nagoya son los ejes principales) que bordean lo futurista y tecnológico, las comunidades rurales cada vez lo tienen más difícil para poder continuar con su existencia.
Es el caso de Okutama, a dos horas de Tokio, una localidad cuyo crecimiento se vio en auge en la década de 1950 debido a migraciones masivas de trabajadores que buscaban suplir a la capital de agua en caso de emergencia (la guerra aún se encontraba demasiado cercana a la memoria).
En la actualidad, el 47% de la población de Okutama tiene 65 años o más, y el 26% cuenta al menos con 75 primaveras, según datos recogidos por The Economist. El problema alcanza a los más pequeños, puesto que la escuela de infantil y primaria de la localidad apenas cubre hasta una cuarta parte de su capacidad.
Los habitantes y la administración de Okutama son conscientes de ello, y han puesto en marcha varias estrategias para intentar atraer a gente joven, en busca de una posible repoblación. Una de ellas, en colaboración con la empresa Jellyfish, consiste en la apertura de una academia de idiomas, con la que tratarán de atraer a extranjeros interesados en aprender o perfeccionar el japonés y tal vez así algunos, con suerte, deseen quedarse en Okutama.
Otras poblaciones rurales, como Yusuhara (en la prefectura de Kochi), ofrecen alquileres prácticamente simbólicos de sus casas vacías (por unos 125 euros al cambio) y construcción de nuevos hogares con ayudas que pueden llegar a superar los 17.000 euros. El pueblo consta de 3.690 habitantes en la actualidad, de los cuales el 42% supera los 65 años. El reto que se ha propuesto el Ayuntamiento de Yusuhara es alcanzar una población de 4.000 personas para el año 2020, de lo cual, en dos años y medio, han conseguido que 92 nuevos habitantes se hayan instalado en la localidad.
¿De dónde procede toda esta problemática del «Japón vacío», que llega a preocupar tanto al Gobierno Central como para asignar subsidios tan generosos? Principalmente, del movimiento de la población japonesa a las grandes ciudades: en el 2000, el porcentaje demográfico que habitaba en centros urbanos era del 78%, mientras que en el 2015 ya había alcanzado el 93%. Solo en el «Gran Tokio» se calcula que residen hasta 36,13 millones de habitantes.
Estas migraciones se encuentran protagonizadas en su mayoría por los jóvenes, que acuden a las ciudades para estudiar en la universidad y, posteriormente, trabajar en una empresa, algo difícil de conseguir si se vive en una pequeña localidad que probablemente se dedique a actividades agrícolas y ganaderas. El ideario del japonés de dedicar su vida a las grandes compañías cada vez se halla menos presente, pero no por ello ha dejado de existir. Así, la idealización del Japón rural, tradicional, tranquilo y más saludable; frente al Japón urbano, moderno, ultra habitado e impersonal.
También existe el movimiento contrario (joven urbanita que emigra a una localidad rural), en mucha menor medida, que recibe el nombre de I-Turn, «Yo-Cambio», que a su vez procede del movimiento U-Turn, que vendría a significar más bien «Tú-Regresas». Éste último estaba relacionado con aquellos jóvenes que decidían volver a su localidad natal tras hartarse de la vida en la ciudad, mientras que I-Turn se centra más en los habitantes de grandes centros urbanos que deciden probar suerte en localidades rurales, sin haber estado vinculados a ellas con anterioridad. La principal motivación suele hallarse, idealizaciones aparte, en la búsqueda de mayor calidad de vida (sobre todo si hay hijos por medio), trabajos menos estresantes y jerarquizados y el contacto con la naturaleza.
La otra cara de la problemática la hallamos en el envejecimiento de la población, ya que Japón es el país del mundo con mayor población longeva, con uno de cada cuatro habitantes superando los 65 años de edad. La natalidad, por su parte, ha alcanzado mínimos históricos, y en el año 2013 se calculaba que la población nipona en edad de trabajar se situaba en 79.010.000 habitantes, según el Ministerio del Interior y de Comunicaciones, el número más bajo en 32 años.
Sin embargo, no todo está perdido: Ama, una pequeña localidad en la prefectura de Shimane (en la isla Nakoshima, dentro del grupo de islas de Oki), refleja el éxito de una buena planificación y la aplicación de políticas de cambio, tal como lo cuenta Nippon. En los carteles que cuelgan dentro de su centro turístico puede leerse «Apáñatelas con lo que hay» (Nai mono wa nai, ない もの は ない), puesto que Ama no tiene, por ejemplo, ni aeropuerto, ni servicios de ginecología, ni un supermercado. Si no había biblioteca local, por ejemplo, se solicitaron donaciones de libros a cada habitante y ahora poseen un gran fondo. Asimismo, Ama es rica en productos como el pescado, mariscos, carne vacuna y un té hecho con productos de la región que recibe el nombre de fukugi.
La repoblación continúa siendo uno de los grandes objetivos de Ama a pesar de haber logrado sumar hasta 437 personas a su lista de habitantes, entre los años 2004 y 2014. En la actualidad, con algo más de 2.300 habitantes, Ama ofrece posibilidades de asentamiento con programas educativos (gratuitos y acompañados de ayudas como el alquiler) que enseñan a llevar a cabo algún tipo de producto o negocio local, tras lo que los jóvenes pueden decidir si quedarse o marcharse.
En definitiva, en esta inversión de factores es cuando los jóvenes pueden tomar una decisión una vez in situ en lugar de firmar un compromiso de antemano, donde reside el éxito del plan de repoblación de Ama, cuyos habitantes son conscientes de la idealización previa por parte de los jóvenes urbanitas y así han llegado a la conclusión de informar de antemano a los nuevos residentes, involucrándolos a su vez en asambleas y en la vida política del pueblo.
Muy bueno por los datos tan concretos. Iluminador quizás para problemas semejantes con la despoblación de algunas provincias españolas…