Japón, de país “sin ejército” a presupuesto militar histórico
Madrid. Corea del Norte, además de la sexta prueba nuclear, lanzó esta semana un misil que sobrevoló Japón, cayendo a tan solo mil kilómetros de Hokkaido, la segunda isla más grande del país, lo que provocó que saltaran todas las alarmas nacionales e internacionales. Solo unos minutos más tarde de la caída del proyectil, que no causó daños materiales ni heridos y se había desintegrado en tres partes antes de su zambullida en el mar, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, hizo una llamada telefónica al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para realizar un análisis de la situación y tomar medidas en represalia.
Al día siguiente, se convocó de hecho una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, que condenó el ataque, pero no se llevó a cabo ninguna medida significativa contra el régimen de Kim Jong-un, aparte de los bloqueos a exportaciones que ya se habían establecido en meses anteriores. Eso sí, Japón y Estados Unidos, junto a Corea del Sur, no cesan en la escalada de tensión, y siguen adelante con la política de meter presión a Corea del Norte.
En el caso de Japón, la escalada resulta más sorprendente por el contraste que representa, junto con el breve lapso de tiempo en el que han realizado la transformación. En cuestión de un par de años, desde que hicieran la reforma del Artículo 9 de su Constitución, el país nipón no ha cesado en sus políticas de militarización y rearmamento, para alarma de China y la propia Corea del Sur, ya que la ocupación nipona de la península coreana está aún reciente en la memoria y sigue siendo causa de reticencias.
Estados Unidos, otrora protagonista de la eliminación del ejército japonés tras su derrota en la II Guerra Mundial, apoya ahora las políticas militares de Abe, ya que considera al país asiático como uno de sus principales aliados, frente a la cada vez más gigantesca China y las amenazas constantes de Kim Jong-un.
Así, Japón ha vuelto a marcar cifras históricas al anunciar una nueva solicitud de aumento de sus gastos militares para el próximo año fiscal, que da inicio el próximo mes de abril, alcanzando los 5,26 mil millones de yenes (unos 40.000 millones de euros al cambio), un nuevo récord y sexto incremento consecutivo en presupuestos militares de esta «era Abe».
El principal destinatario de estos aumentos será la defensa antimisiles nipona, tanto por mar, como por tierra y aire, ya que la idea de Abe es aumentar hasta cuatro veces más los sistemas detectores y derribadores de proyectiles hasta 2020, año en que se celebrarán los Juegos Olímpicos en Tokio. El subdirector de la Oficina de Política Defensiva, Yosuke Nagata, reconocía recientemente que «serán suficientes para proteger las zonas más importantes, pero es difícil blindar todo el país».
El otro grueso del presupuesto, hasta unos 135 millones de euros al cambio, se destinarán al desarrollo de misiles de largo alcance, ya que en la actualidad los proyectiles que dispone Japón tienen un alcance de unos 300 kilómetros, según distintos expertos.
El país que no está mirando con buenos ojos todos estos cambios en la política militar japonesa es China, con la que Japón tiene un frente abierto a raíz de las islas Senkaku (denominadas en chino como Diaoyutai), al sur de Okinawa, cuya soberanía es disputada por ambas naciones. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chunying, ha solicitado a Japón explicaciones sobre esta petición de incremento de su presupuesto militar, señalando que “Japón debe explicar a la comunidad internacional la verdadera causa de estas acciones”. Las islas, que solo tienen siete kilómetros cuadrados de superficie, son consideradas como prometedoras fuentes de recursos energéticos y marinos.
Con esta nueva intención de aumento presupuestario, Japón deja claro que piensa seguir por el camino de la militarización de un país que hasta hace solo unos años apenas tenía ejército. Un porcentaje representativo de la población nipona (más de la mitad se negaba a la reforma del Artículo 9, según las encuestas) se sigue oponiendo a esta deriva, que también se considera una de las principales causas de la caída de popularidad de Abe y, de hecho, a finales del pasado mes de julio, la anterior ministra de defensa del país, Tomomi Inada, anunció su renuncia debido a un escándalo sobre ocultación de información relacionada con las actividades «pacifistas» del ejército en Sudán del Sur.
El Partido Liberal Democrático, liderado por Abe, junto con los sectores más conservadores de la política japonesa, justifican todos estos ajustes precisamente en las confrontaciones con China por las Senkaku y en las reiteradas amenazadas de Kim Jong-un. El lanzamiento de misiles de éste último, llegando a sobrevolar las islas niponas, no hacen más que aumentar su causa y de hecho volcar más la opinión generalizada de la población hacia lo «necesario» de la creación y evolución de una milicia.
Esta situación ha llevado asimismo a una eventual concienciación de la población nipona ante la previsión de un posible ataque nuclear proveniente de Corea del Norte, una idea que cada vez se materializa más. De este modo, recientemente varias regiones del norte de Japón llevaron a cabo simulacros de evacuación en el Día de Prevención de Desastres, que se celebra anualmente en el aniversario del gran terremoto de Kanto.