La economía china confirma su recuperación en 2023
Madrid. El Producto Interior Bruto (PIB) de China creció un 2,2 por ciento intertrimestral en el primer cuarto de este año, como habían pronosticado la mayoría de analistas, dado que entre los meses de enero y marzo el gigante asiático avanzó un 4,5 % en comparación con el mismo período de 2022, por encima por tanto las previsiones de los expertos, que indicaban una subida en torno a un 4 por ciento.
Tal como indica la institución financiera holandesa ING, el PIB chino creció más rápido de lo esperado en el primer trimestre de 2023 con un consumo creciendo hasta el 10 por ciento interanual en marzo, aunque el Gobierno mantendrá, en principio, su plan de inversión en infraestructura como un motor de crecimiento complementario, ya que se espera que el mercado externo se deteriore aún más en 2023.
China, que aportará en torno a un tercio del crecimiento económico mundial en 2023, aún tiene que resolver problemas derivados de un endeudamiento excesivo, mientras la consultora Capital Economics valora el rápido regreso a la normalidad tras el ‘cero covid’ que facilitó que la economía se recuperase más rápido de lo esperado, lo que de hecho podría suponer el primer eslabón de un crecimiento del 6 por ciento este año, que supondría superar con creces el objetivo oficial de alrededor «de un 5 por ciento».
La Oficina Nacional de Estadística (ONE) de China anunció recientemente la expansión de su PIB favorecido por el incremento del consumo y las ventas minoristas, un 4,5 por ciento en el primer trimestre del año en comparación con el curso anterior, es decir, un 2,2 por ciento más que en el último trimestre de 2022. Y todo hace suponer que la maquinaria económica china, una vez superado el ‘cero covid’ y sin esos estrictos controles a causa de la pandemia China empezará a actuar económicamente en auge, lo que supondrá una mayor estabilidad mundial.
Incluso, pese a sus divergencias políticas, ni chinos ni estadounidenses quieren mermar los mercados. De hecho, Estados Unidos quiere una relación económica «justa y constructiva» con China, pero en su interacción con Pekín siempre antepondrá sus intereses de seguridad nacional al beneficio económico. Los vínculos entre las dos potencias se encuentran en su momento más bajo en años después de que EEUU derribara un globo chino que había sobrevolado su territorio y del que aseguraba que tenía funciones de espionaje, pero todo conduce a un mayor entendimiento dado que tanto Pekín como Washington saldrían perjudicados, deteriorando la estabilidad económica mundial.
Al mismo tiempo, la alarma en Occidente con China también se ha visto acelerada tras las recientes maniobras militares chinas en el estrecho de Formosa y los intentos de Pekín en su ofensiva por aislar diplomáticamente al máximo a Taiwán, una realidad política que siembra incertidumbre que va unida a la guerra de Ucrania, donde Pekín sigue apostando por un paz que sólo beneficia a Rusia. La inestabilidad política no favorece a la estabilidad económica.
China ha resucitado su economía al salir del profundo pozo de confinamientos y cuarentenas que amenazaba con provocar una desaceleración estructural y que dejó en 2022 una de sus peores tasas de crecimiento en medio siglo, de apenas un 3 por ciento y ya para este 2023 las autoridades chinas han fijado un crecimiento del 5 por ciento más moderado que al que suele acostumbrar.
De esta forma, la economía reabierta de China se está recuperando con fuerza, lo que generará efectos indirectos positivos para sus socios comerciales, proporcionando un nuevo impulso para el crecimiento de Asia, decía la pasada semana, Krishna Srinivasan, directora del departamento de Asia y el Pacífico del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En definitiva, la segunda potencia mundial creció más de lo previsto durante los tres primeros meses del 2023 pero todavía, como advierte la Agencia Nacional de Estadística, los cimientos de la recuperación económica no son sólidos, pero a pesar de esta incertidumbre todo favorece si la economía china supera el constipado y deja el resfriado para más adelante.
La economía trimestral china se vio favorecida por las exportaciones y el fortalecimiento del consumo minorista tras levantar las restricciones de ‘cero covid’, pero es evidente que la segunda economía del mundo tiene grietas, dado que la construcción sigue sin repuntar y aunque el consumo interno es el motor aún es menos en comparación con otras regiones y países.
China sufre una importante caída de la venta de viviendas desde 2021 a raíz de la crisis del coronavirus, pues los efectos de Evergrande, el segundo mayor promotor inmobiliario en ventas y su crisis ha afectado a la economía del país, donde tras la construcción de pisos en los últimos 15 años, más que en ningún otros país, supuso una burbuja inmobiliaria que dejo a miles de chinos sin sus pisos, dado que los gobiernos locales vendían terreno a empresas inmobiliarias ganando grandes cantidades, o sea, un sistema que se gana dinero mientras suben los precios, pero cuando dejan de subir no hay que dejar de pedir dinero, se limita todo y todo se derrumba, lo que ha supuesto grandes manifestaciones contra el Gobierno y entonces los compradores tienen que esperar, muchos de ellos ya arruinados. Es decir, muchos pisos construidos pero con exceso de demanda. Además se venden apartamentos a clientes con poder adquisitivo alto. Un grave problema que afecta al consumo y a la economía del país.
En suma, lo que está claro es que la mejora de la economía china favorece a la economía global, dado que ello proporciona crecimiento con efectos positivos, aunque para muchos expertos no será tan alto como se pronosticaba y con un consumo más interno que tendrá una menor repercusión global. Pero la buena noticia es que la economía china confirma su repercusión pese a todos los vaivenes existentes en su economía y en la economía mundial. Pero es obvio que su economía ha resucitado al salir del profundo pozo de confinamientos y cuarentenas que amenazaba con provocar una desaceleración estructural y que dejó el año pasado una de sus peores tasas de crecimiento en medio siglo, de apenas un 3 por ciento.