Corea del Norte insiste en congelar su programa nuclear a cambio de que EEUU cancele las maniobras

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Madrid. La propuesta de Corea del Norte de congelar provisionalmente sus pruebas nucleares a cambio de que EEUU cancele sus maniobras militares conjuntas con Corea del Sur sería una aceptable alternativa para poner fin a la inestabilidad y tensión en la península coreana, pero siempre y cuando Pyongyang abandone definitivamente su programa nuclear y entonces los ejercicios militares irían reduciéndose hasta lograr un tratado de paz que aún no existe entre las dos Coreas.

La supervivencia del régimen norcoreano es una máxima prioridad de Kim Jong-un, pero su programa nuclear hace que la economía del país se vea afectada por las fuertes inversiones que dedica a su desarrollo, de ahí que Corea del Norte considere a Estados Unidos su mayor peligro para la existencia de su régimen, que usa obviamente lo nuclear como un efecto disuasorio ante cualquier hipotética agresión de estadounidenses o surcoreanos.

Pero hay que dejar claro que por mucho avance que haya hecho, lo que es evidente en los últimos años en su desarrollo nuclear, la República Popular Democrática de Corea (RPDC) no tiene capacidad suficiente para aguantar un enfrentamiento militar contra Estados Unidos o Corea del Sur.

Mientras Corea del Norte considera fundamental terminar con estas maniobras para permitir un verdadero diálogo y cooperación con Seúl, EEUU no sólo ha rechazado esta  propuesta de Pyongyang sino que destaca que estos ejercicios militares anuales tienen sólo carácter defensivo, sin ningún objetivo de realizar cualquier invasión, según Washington.

No obstante, Corea del Norte está dispuesta a tener contactos directos con Estados Unidos para explicar el contenido de su propuesta de suspender provisionalmente sus ensayos nucleares y el régimen reitera que EEUU haga lo mismo con las maniobras militares que de forma regular y anualmente realiza con Corea del Sur.

Sin embargo, estas iniciativas norcoreanas podrían tener mejor eficacia si, tal como en distintas ocasiones ha señalado Pyongyang, acudiera a las conversaciones a seis bandas (China, EEUU, Japón, Rusia y las dos Coreas), suspendidas desde 2008, para poner fin a su programa nuclear, pero al mismo tiempo tanto Tokio como Seúl y Washington ha reiterado no reanudar estas conversaciones hasta que el régimen de Kim Jong-un dé pasos concretos en la desnuclearización del país, aunque estos tres países se reunirán el 28 de enero con vistas a reactivar estas conversaciones.

Al menos algo se mueve en este principio de 2015 en Corea del Norte con sus nuevas iniciativas, pero el resultado eficaz de las mismas dependerá de la voluntad del régimen para salir de su aislamiento internacional y de amenazar con una nueva prueba nuclear, tal como hizo en noviembre pasado, tras la resolución de la ONU por violación de los derechos humanos que la Corte Penal Internacional (CPI) trata de buscar en el país.

De momento, ni expertos y ni agencias de inteligencia han detectado movimientos en las instalaciones de Pungye-ri -complejo en el noreste del país, donde el régimen ha llevado a cabo sus tres pruebas nucleares hasta la fecha- que muestren indicadores que se vaya a realizar un nuevo ensayo atómico subterráneo.

Por su parte, la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, ya aceptó reunirse con Kim Jong-un, pero sin ceder a las condiciones previas que exige Pyongyang, y señaló: “Puedo reunirme con quien haga falta si es necesario para abrir el camino a la unificación pacífica de la península coreana” y pidió a Corea del Norte adoptar una postura de diálogo abierta y sincera.

Tres años hace que Kim Jong-un ascendió como máximo líder de Corea del Norte y su régimen en muchos aspectos ha sido peor que el de su padre fallecido, Kim Jong-il, pues ya no sólo ha inquietado a China, que le suministra el 90 por ciento del combustible que consume, sino que sus ensayos y pruebas nucleares han originado la alarma mundial con su imprevisible política y ahora con deseos de distanciarse de su dependencia de Pekín acercándose más a Rusia, pues la RPDC no sólo ha reconocido la península de Crimea como territorio ruso sino que también apoya a Vladímir Putin en la crisis de Ucrania.

Los rumores de un encuentro del encargado de las negociaciones de Corea del Norte, Ri Yong-ho, en este mismo mes de enero en Singapur, con Stephen Bosworth, ex enviado especial de EEUU para Corea del Norte, y con Joseph Detrani, antiguo representante estadounidense en las negociaciones a seis bandas, pueden ser buenos indicios de esperanza para encuentros bilaterales con Corea del Sur, que también le serviría al régimen aliviar las sanciones impuestas por Washington a raíz del ciberataque a Sony Pictures, que siempre negó Pyongyang.

Todo indica que habrá que ver cómo se desarrolla la inverosímil estrategia política del régimen norcoreano. Sin embargo, Estados Unidos tiene que reactualizar más sus movimientos hacia Corea del Norte, que en los dos últimos años ha abandonado un poco, y China, como siempre puede hacer mucho, pero al final va a ser un error estar siempre a la espera de lo que haga Pekín con Kim Jong-un.

Es obvio que China puede influir mucho en las políticas nucleares norcoreanas, pero lo que si es evidente que el “gigante asiático” no quiere que el régimen norcoreano se colapse, ya que esto supondría una Corea unificada con una alianza militar con EEUU, pero también Pekín no desea una Corea del Norte con armas nucleares, de ahí la importancia que dan los chinos al buen entendimiento con Corea del Sur, cuya presidenta, Park Geun-hye, ha estrechado grandes lazos económicos con el presidente Xi Jinping.

Un entendimiento entre Seúl y Pekín facilitaría un compromiso basado en que si se alcanza la hipotética reunificación, las tropas estadounidenses, estacionadas en suelo surcoreano, no podrían alcanzar el paralelo 38 y se favorecería la reducción de sus  efectivos, tal como señaló recientemente Stephen Bosworth, ex embajador de Estados Unidos en Corea del Sur y enviado especial de Barack Obama para Corea del Norte, según recoge “Esglobal”.

Corea del Sur cada vez tiene mayor coincidencia con China y EEUU en lo referente a la desnuclearización de la península coreana y señala en su último informe de Asuntos Exteriores (enero de 2015) que unas buenas relaciones entre las dos Coreas ayudará a este objetivo, de ahí que Seúl espera de Pyongyang que no se demore en contestar afirmativamente al diálogo que recientemente le ha propuesto la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, al líder Kim Jong-un.

Corea del Sur consideraría muy negativo que Corea del Norte lleve a cabo su cuarta prueba nuclear, lo que reforzaría la cooperación estratégica de Seúl con China y EEUU, pero repetir los ensayos atómicos de 2006, 2009 y 2013 sería catastrófico para el régimen de Kim Jong-un, dado que la condena internacional sería unánime y en especial de estos tres países que forman parte de las conversaciones a seis bandas.

Las dos Coreas siguen técnicamente en guerra ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953 se cerró con un alto el fuego (armisticio) en vez de un tratado de paz.

 

Santiago Castillo, periodista, escritor, director de Asianortheast.com y experto en la zona

 

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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