El entendimiento entre Corea del Norte y EEUU sigue su marcha ascendente

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Madrid. Estados Unidos sigue apostando por Corea del Norte tras el primer e histórico encuentro en junio pasado, en Singapur, entre Donald Trump y Kim Jong-un, cuyo diálogo entre ambas partes no se va a romper y seguirá marcando a lo largo de 2019 nuevas pautas políticas en la península coreana nunca vistas en los últimos 70 años.

Pese al escepticismo de las agencias de inteligencia de Estados Unidos sobre la eficacia de Corea del Norte para un desmantelamiento total de programa nuclear norcoreano, las perspectivas para encontrar fórmulas que den con la solución final a la inestabilidad y a los muchos años de enfrentamiento entre los dos países, de momento, no se va a detener.

Todo hace indicar que por ahora y no sabemos hasta cuándo Corea del Norte se pueda deshacer de su armamento nuclear, e incluso las agencias de inteligencia estadounidense han afirmado que Pyongyang trata de mantener sus armas de destrucción masiva y al mismo tiempo  aseguran el casi imposible que destruya su arsenal nuclear.

Partiendo de la base que esta realidad sea cierta, un asunto que será tratado “profundamente” en la posible segunda cumbre entre Trump y Kim, y también sabiendo que el país necesita para desmantelar su programa nuclear al menos diez año, la posibilidad de que Corea del Norte vuelva a los tiempos de 2016-2017 con el lanzamiento de misiles y ensayos nucleares se me antoja prácticamente utópico, en especial cuando la seguridad del régimen no está garantizado con su programa nuclear, además la comunidad internacional no lo aceptaría y menos China.

Pese a todo, pese a los muchos interrogantes y pese a la afirmación de las agencias de inteligencia de EEUU que Corea del Norte «buscará mantener sus armas de destrucción masiva», el proceso hacia una nueva etapa en la península coreana iniciado por el líder Kim Jong-un es irreversible, salvo una hecatombe inesperada.

Corea del Norte ve las armas nucleares como un elemento vital para su supervivencia, pero sus líderes ahora están más convencidos que las reformas económicas y una mayor calma en la zona son factores que también traen seguridad al régimen, el cual, por ahora, nadie desea que caiga.

El sigilo en la segunda cumbre entre Trump y Kim sigue siendo prioritario, pero Vietnam es al parecer el lugar que más suena, una nueva cita que debe concretar los muchos interrogantes habidos en la de Singapur en 2018, en la que EEUU y Corea del Norte acordaron trabajar para la desnuclearización a cambio de que Washington garantizara la supervivencia del régimen, pero en esta ocasión se profundizará más en el desarme y en el levantamiento de las sanciones.

Donald Trump se juega gran parte de su prestigio internacional con el éxito en la segunda cumbre con el líder norcoreano, cuyo acercamiento político a Pyongyang, a pesar a toda clase de dudas en muchos sectores de la Administración republicana y a la Inteligencia Nacional, el  presidente estadounidense ha resaltado en varias ocasiones que gracias a sus políticas “el régimen comunista no hace ensayos nucleares, ha devuelto los restos de militares muertos en conflicto y ha liberado rehenes”.

Estados Unidos viene insistiendo a Corea del Norte hechos más contundentes para verificar su compromiso con la desnuclearización, mientras que el régimen de Pyongyang reclama desde hace tiempo a Washington el levantamiento de las sanciones económicas y la firma de un tratado de paz entre las dos Coreas que junto a la seguridad formarán parte de la nueva cumbre.

Pero si el desmantelamiento del programa nuclear será prioritario en la nueva cita entre EEUU y Corea del Norte, el levantamiento de las sanciones es también prioritario para encauzar un clima de confianza y al mismo tiempo marcar periodos que no tienen marcha atrás para que la península coreana inicie una nueva etapa en 2020.

Las sanciones incluyen, entre otras muchas medidas, la congelación de los activos que posean en EEUU las personas y empresas norcoreanas y a la vez prohíbe cualquier transacción de cualquier ciudadano estadounidense con los integrantes de la lista “negra” del Departamento del Tesoro como ha ocurrido recientemente con el ministro de Trabajo, Jong Youn-su, reemplazado por Pyongyang, lo que supone todo un síntoma positivo para encauzar con buen pie el segundo encuentro Trump-Kim.

En suma, por un lado, Corea del Norte ya prepara para 2020 los 75 años de la fundación del Partido de los Trabajadores, que gobierna el país, y, por otro, a finales de ese mismo año se celebran las elecciones presidenciales en EEUU, lo que hará que tanto Pyongyang como Washington prioricen sus políticas a lo largo de 2019 para certificar el rumbo de la península coreana en busca de una estabilidad política más consistente y obtener así el mayor rédito político posible.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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