Chinos y rusos realizan nuevas maniobras militares marcando sus posiciones estratégicas
Madrid. Tras las recientes maniobras militares navales «Okena-2024» entre Rusia y China en el mar de Japón (mar del Este), ahora de nuevo, desde el 21 de septiembre y durante una semana, Moscú y Pekín vuelven a llevar a cabo maniobras navales bautizadas como «Beibu/Interacción 2024» en el Pacífico, en las que buques rusos cazasubmarinos de gran envergadura o lanchas antisubmarino junto a los destructores chinos «Xining» y «Wuxi» practican en el mar de Japón (mar del Este) la defensa ante cualquier ataque aéreo, navales y submarinos enemigos con el fin de fortalecer sus propios mecanismos de seguridad y con el claro objetivo de intensificar la cooperación militar entre chinos y rusos con sus intereses geopolíticos bien definidos.
Unas maniobras que realizan en medio de acusaciones de Occidente a China, a las que responsabilizan de apoyar con armas la campaña militar rusa en Ucrania, lo que Pekín ha negado reiteradamente. Una situación que ha supuesto que rusos y chinos inicien patrullas conjuntas en el océano Pacífico en unos ejercicios militares, en los que por primera vez guardacostas de ambos países llevan a cabo patrullas conjuntas en el Pacífico.
Pero, sin embargo, resulta realmente paradójico que China y Estados Unidos hayan aparcado momentáneamente sus propias hostilidades y hayan encontrado la suficiente capacidad de entendimiento en el ámbito militar, en la que decenas de soldados estadounidenses y chinos han participado la semana pasada junto a 3.000 militares brasileños en unas maniobras que se desarrollaron en el centro de Brasil, en el municipio de Formosa, a 80 kilómetros de Brasilia, unas maniobras de dos países en suelo brasileño y que son su primer y segundo socio comercial, respectivamente, unos ejercicios militares en los que Brasil quiere ser un mediador en el sistema internacional, es decir, mediar entre el Sur y el Norte, y entre esos universos antagónicos de la geopolítica que son Eurasia, liderada por China y Rusia, y el bloque atlantista, liderado por EEUU y Europa.
Pero geopolíticamente es muy llamativo estas maniobras dada la «bipolaridad» entre Pekín y Washington en asuntos claves como la guerra de Ucrania, la tensión en Taiwán y ahora la guerra de Gaza e Israel. China ocupa su lugar y obviamente no va a ceder protagonismo a EEUU, pero las dos primeras potencias no quieren conflictos bélicos, y cuanto más sosegada esté la política internacional, el mundo puede respirar mejor.
Y no olvidemos que desde que comenzó la guerra en Ucrania el Indo-Pacífico está intranquilo ante el peligro del creciente poderío militar de Pekín y la «amenaza» de que el gigante asiático siga los pasos de Moscú e intente reivindicar Taiwán, la «rebelde» isla de Formosa. Algunos especulan que el estrecho de Taiwán (una franja marina de 160 kilómetros) se puede convertir en el ‘nuevo muro de Berlín» entre el Quad (alianza militar de EEUU, India, Australia y Japón) y China, pero por ahora un conflicto en esta parte no se va a producir.
De hecho, las dos primeras potencias mundiales mantuvieron en los pasados días varias reuniones en Pekín en el marco de la quinta reunión bilateral para trabajos económicos, reuniones que demuestran que, pese a diferencias sobre la geopolítica mundial, la economía es la clave para Pekín y Washington o pese a distintos enfoques sobre la guerra de Ucrania, Oriente Medio, las tensiones en el mar de China Meridional o incluso las quejas de China por la venta de armas estadounidenses a Taiwán, pero los dos países están al menos por ahora lejos de posibles conflictos bélicos, aunque los ejercicios militares de rusos y chinos, desde el Mediterráneo al Pacífico, son respuestas a las maniobras de los aliados de la OTAN que también llevan a cabo con frecuencia.
China aumentó este año su presupuesto militar en un 7,2 por ciento, similar al del pasado año, pero China hace tres décadas era el noveno país que más gastaba en defensa y en la actualidad es el segundo, sólo por detrás de EEUU. El gasto militar de China representa alrededor del 1,7 % de su PIB. Pekín cuenta con la Armada más grande del mundo: más de dos millones de soldados, de los que casi un millón están ahora mismo en activo; además de 340 buques de guerra y submarinos, 2.800 aviones de combate y 400 ojivas nucleares, un arsenal muy lejos aún de las más de 3.700 ojivas operativas de las que dispone EEUU.
Por su parte, Japón metió en su programa de Defensa en 2023 unos 300.000 millones de euros, o sea, el 2 por ciento de su PIB, basándose en las amenazas, como resalta Tokio, de China, Rusia y Corea del Norte, un espectacular rearme que rompe con su vieja tradición pacifista heredada de su derrota en la Segunda Guerra Mundial y que tiene como objetivo plantar cara a China, que no ha dejado de criticar a Japón y a EEUU, y sin olvidar que en el mar de China Oriental sigue el litigio por las islas Senkaku, un grupo de islotes controlados por Tokio, que China reclama y la cada vez mayor colaboración no solo de Japón sino también de Corea del Sur con la OTAN.
No obstante, EEUU sigue siendo, con diferencia, el país que más gastó en defensa. El gasto militar estadounidense alcanzó los 877.000 millones de dólares en 2022, lo que supuso el 39 por ciento del gasto militar mundial total y tres veces más que la cantidad gastada por China, el segundo país en la lista, según el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI), aunque Washington admite que la industria armamentística estadounidense no puede seguir el ritmo de China, dado que 30 años Pekín se ha convertido en una «potencia industrial global» en construcción naval, minerales críticos y microelectrónica mientras la industria de EEUU ha menguado en los últimos años.
En definitiva, el mundo se rearma, y por primera vez desde 2009 el gasto en defensa aumentó en los cinco continentes un 6,8 por ciento en 2023, Europa duplica la compra de armas en último lustro y EEUU amplía el liderazgo mundial y Rusia produce el triple de proyectiles de artillería que EEUU y Europa juntos tras la invasión de Ucrania dado que Moscú ha proyectado una economía de guerra y se trabaja en sus factorías las 24 horas del día y sin festivos.
El ‘statu quo’ actual de la comunidad internacional sigue estando condicionado a las dos primeras potencias mundiales.