Armenia entre dos fuegos (y II): Putin le da la espalda y se queda sin aliados

El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, y el presidente ruso, Vladimir Putin, en 2021. | Kremlin, Wikimedia
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Madrid. Cuando llegaron las noticias de los enfrentamientos en la frontera con Azerbaiyán, el primer ministro armenio convocó una reunión extraordinaria de los líderes de la ODKB (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) el mismo día. El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, llamó a sus aliados a socorrer a Armenia y echar a los azeríes de las zonas que ocuparon. Más tarde realizó tres llamadas: una a Vladimir Putin, dirigente ruso, otra a Emmanuel Macron, presidente francés, y por último a Anthony Blinken, secretario de estado de Estados Unidos.

La ODKB es una alianza militar liderada por Rusia y compuesta además por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán. Creada en 1992 en Tashkent, su estructura e idea emulaban a la OTAN. Al igual que en el pacto del Atlántico Norte, la ODKB mantiene el principio de que la agresión contra uno es una agresión contra todo el bloque. El 13 de septiembre Ereván invocó ese principio, pero nadie acudió a su auxilio.

La única vez que la ODKB usó fuerza militar fue en enero de este año, cuando tras la petición del presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, las tropas aliadas entraron en la nación centroasiática para aplacar las manifestaciones y defender la infraestructura clave del país. La iniciativa de intervenir en la crisis de Kazajistán la tuvo precisamente Pashinián, el actual presidente de la organización. Considerando que el líder armenio llegó al poder gracias a una revolución popular en 2019, su determinación de aplastar una en Kazajistán puede sorprender a primera vista. Sin embargo, lo que quería Pashinián en realidad es demostrar que Armenia se importa por la ODKB, por lo que espera reciprocidad.

La reacción de la organización fue esperadamente poco contundente. En la reciente reunión fue decidido enviar una misión liderada por el secretario general, Stanislav Zas, para analizar la situación y «buscar posibilidades para reducir la tensión surgida», según el informe oficial de la organización.

La ODKB está liderada por Moscú y nadie hará nada sin su permiso. Al Kremlin tampoco le conviene actuar en este caso. Primeramente, Vladimir Putin está construyendo un discurso de un mundo multipolar, un mundo donde Rusia, junto a China y los países subdesarrollados, desafían la hegemonía de Occidente. Y uno de los países que entra en esa lista de aliados es Turquía, liderada por Recep Tayyip Erdogan. Aunque su posición en cuanto a la guerra en Ucrania es ambigua, es mejor tenerlo como amigo que como enemigo, especialmente considerando que Ankara es esencial para cualquier negociación con Kiev. Y todo eso se suma al hecho de que Turquía es el mayor aliado y patrocinador del esfuerzo militar de Azerbaiyán. Ankara y Bakú comparten la misma religión, una lengua parecida una historia y una enemistad contra Armenia común. Apoyar a Ereván, que está perdiendo esta disputa, es arriesgado y contraproducente.

Además, las tropas rusas en Ucrania batieron en retirada en el frente de Járkov. El Kremlin no se puede permitir el lujo de desperdiciar sus valiosos recursos humanos en una guerra sin perspectivas en el Cáucaso. Al mismo tiempo, no es posible abandonar a Armenia a la merced de su vecino belicoso, ya que esto dañaría la imagen de Moscú como buen aliado. Por eso, la única opción es hacer todo lo posible para que el conflicto acabe. La forma más sencilla de hacerlo es que Armenia firme la paz.

Varios políticos armenios quedaron indignados por la reacción de la ODKB. En el discurso que dio el líder armenio ante al Parlamento el día 13 dijo que Armenia está siendo presionada para rebajar sus demandas en cuanto a Nagorno Karabaj y que no hay otra forma de firmar la paz con Bakú. Prometió que cualquier acuerdo con los azeríes incluiría garantías de seguridad para la población armenia de la región.

«Debo admitir que teníamos ciertas esperanzas en cuanto a varios países o uno especialmente y es un hecho que en algunos casos esas expectativas no fueron cumplidas», dijo el ministro de Exteriores armenio, Ararat Mirzoyán.

Mientras tanto, Occidente llamó a los beligerantes a parar las hostilidades y adherirse al cese de fuego anunciado por Rusia. El Elíseo francés manifestó su apoyo a la integridad territorial de Armenia. La Casa Blanca reiteró su apoyo al proceso de paz en la región y envió a Nancy Pelosi, presidenta del Parlamento estadounidense, al país caucásico para mostrarle su apoyo. La intrépida parlamentaria es el cargo americano más alto que recibió Ereván en toda su historia.

No obstante, el apoyo que Europa puede mostrarle a Pashinián en su contienda contra su vecino oriental es muy limitada. Al fin y al cabo, la UE se encuentra ante una grave crisis energética y Azerbaiyán es un importante proveedor de gas natural y petróleo. Bakú anunció la semana pasada que aumentará un 30 % las exportaciones de gas a Europa que cruzarán el gasoducto TAPI en Turquía y entrarán por el Bósforo al espacio europeo. Además, Azerbaiyán es la puerta para posibles importaciones de regiones con vastos recursos de gas aún subexplotados: tales como Irán (si se logra el pacto nuclear) o Turkmenistán (si el nuevo presidente decide abrir el país). Los políticos en Bruselas no pueden sacrificar aún más su seguridad energética para ayudar a Armenia. Lo que prefieren es que Ereván ceda y firme la paz, como lo muestran los múltiples encuentros entre los líderes caucásicos bajo auspicios del a UE.

Pashinián está acorralado. Por un lado, lo presiona la comunidad internacional, que espera que firme el acuerdo de paz y abandone la causa karabají, pero por otro lado está la población armenia tanto en el propio país como en las regiones separatistas, que no piensan rendirse y aceptar que miles de sus compatriotas murieron para nada. Aun así, el ataque al territorio armenio le deja al primer ministro sin opciones. Como dijo William Burns, actual jefe de la CIA estadounidense, cuando visitó Ereván en 2011: «El statu quo en el Karabaj es insostenible». Los meses venideros mostrarán si Pashinián consigue lidiar con el descontento interno para asegurar una paz relativamente beneficiosa para la población armenia en el Artsaj, acabar el longevo conflicto y crear una nueva Armenia.

Armenia entre dos fuegos (I): Azerbaiyán ataca desde fuera, los armenios protestan desde dentro

Iván Ortega Egórov

Estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III de Madrid

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